Multiversos de pseudociencias II: ozonoterapia

Portada móvil

Recuperados de nuestro primer viaje “transuniversal” (algo quizás más agotador que encontrar el mueble deseado en cierta gran superficie sueca) nos embarcamos hacia un segundo multiverso para continuar nuestra búsqueda virtual de aquellos lugares imaginarios donde las leyes de la física jugarían de forma distinta a la realidad. Nos servirá para realizar una evaluación de la ozonoterapia, un tratamiento donde la química es fundamental.

TEXTO POR ISIDORO MARTÍNEZ
ILUSTRADO POR JOSÉ PARADA
ARTÍCULOS
PSEUDOCIENCIA
4 de Junio de 2015

Tiempo medio de lectura (minutos)

Pocos lo saben aunque sea un hecho conocido desde hace unos años: ciertos materiales tienen propiedades sorprendentes cuando interactúan con la luz. Esa parte del espectro electromagnético que somos capaces de percibir con nuestros ojos guarda un secreto en su naturaleza dual que las autoridades todavía no han revelado a la población. Que su velocidad sea constante con independencia del observador no es casual.

El material clave es el aluminio. La vibración producida en la luz reflejada en un espejo construido con este metal (en una base de vidrio borosilicatado) abre en un ángulo concreto del reflejo una puerta a otro universo. Y una vez se construyó un espejo con las dimensiones suficientes se pudo comprobar lo que había al otro lado del espejo: el ser humano encontró el Especuloverso.

El Especuloverso

La primera dificultad para viajar al Especuloverso se solucionó pronto: el punto de entrada a este multiverso desde nuestro Sistema Solar quedaba muy cerca de un planeta carente de atmósfera al que se denominó Bárcenos. Una simple cápsula lunar resultaba suficiente para posarse en su superficie y volver a la Tierra, lo que permitió construir una base multinacional de experimentación permanente.

Las peculiaridades fisicoquímicas reinantes llevaron a varios científicos a lograr allí un avance imposible en nuestro universo por medio de un gas: el ozono (O3). Dicho gas se compone de tres átomos de oxígeno unidos de forma poco estable con solo dos enlaces, de ahí su gran poder oxidativo que hace imposible que podamos almacenarlo por el riesgo de explosión. Por eso, en lugar de almacenarse, se sintetiza directamente en el lugar de utilización mediante aparatos que usan el “efecto corona” dividiendo moléculas ordinarias de oxígeno (O2). Esto propicia que los átomos de oxígeno libres se unan a otras moléculas de O2 formando el ozono, es decir, O3.

La ozonoterapia en el Especuloverso

A diferencia de lo que ocurre en nuestro mundo, se descubrió que en el Especuloverso esa configuración atómica tenía mayor estabilidad y que en reacción con agua (H2O) tenía un resultado diferente al que tendría en la Tierra. En lugar de formar el superoxidativo radical libre hidroperoxilo (HO2) conformaba un curioso H2O4 (OH-O-O-OH) que resultó ser la clave para detener procesos de oxidación. Por tanto, la combinación en nuestro cuerpo de O3 y el H2O tenía efectos terapéuticos: había nacido el antioxidante definitivo.

Gracias a su aparente inocuidad se aceptó su aplicación en pequeñas dosis vía subcutanea, rectal, vaginal, intramuscular, intradiscal, etc. Incluso se desarrolló una cómoda «solución salina ozonizada». No se habrían encontrado efectos secundarios de su uso que, por seguridad siempre tiene lugar en la base de Bárcenos. Este nuevo tratamiento, la ozonoterapia, se experimentó inicialmente con éxito para el cáncer. Sus propiedades antioxidantes frenaba el crecimiento de las células tumorales pasando a ser un gran aliado de los tratamientos existentes.

Sería útil para detener la proliferación de agentes biológicos externos por su gran precisión y haría desaparecer las enfermedades víricas o bacterianas. Podríamos por fin olvidar para siempre el ébola o del SIDA. Adiós al herpes. Bye bye candidiasis o papilomavirus. Por su capacidad regenerativa sería una «navaja suiza» para heridas infectadas o ulcerosas, cicatrices, quemaduras, enfisemas, abscesos o fístulas anales, úlceras crónicas y por qué no, para el pie diabético. Todo ello sin descartar su utilidad en degeneración macular, artrosis, síndrome de fatiga crónica o fibromialgia. Hasta las caries salen corriendo cuando escuchan la palabra «ozono». La profusa documentación científica obtenida en la base ubicada en el Especuloverso lo acreditaría.

La ozonoterapia en nuestro universo

Sorprendentemente, en nuestro mundo sí que hay gente convencida de las propiedades curativas del ozono. En nuestra realidad, como potente oxidativo que es, el ozono está clasificado como tóxico y su uso está limitado a algunas aplicaciones. Tras su descubrimiento a mediados del siglo XIX comenzó a utilizarse como agente desinfectante de aguas. Incluso se usó para heridas como cauterizador por la corrosión que produce el O3.

Independientemente de su toxicidad desde la más mínima dosis (según la OMS), el O3 reacciona con el agua. El resultado inmediato son iones negativos y radicales libres como es el hidroperoxilo, un agente capaz de producir daños al ADN (y por lo tanto, potencialmente cancerígeno). La ozonoterapia no es, en absoluto, un remedio válido para el cáncer, pues resultaría tan útil como aplicarnos una dosis de lava volcánica incandescente.

La American Cancer Society descarta esta terapia para combatir tumores (o SIDA) y señala claramente sus posibles daños: hepatitis, quemaduras, vómitos, nauseas, problemas respiratorios o cardiacos, daños en el estómago, fallos del sistema circulatorio, daños cerebrales, ceguera, etc. Efectos que los practicantes de esta terapia no comentan, pero que han llegado incluso a la muerte de algunas personas.

Entre las supuestas evidencias favorables de esta terapia se cita como relevante un metaanálisis de 2010 sobre efectividad en hernias discales. Dos estudios (relatos de prácticas sin control riguroso) son de uno de sus autores y otro es de un colega ozonoterapeuta. Otro de los estudios ha sido analizado pese a que la recogida de datos acaba en diciembre 2015 y es de un fabricante de ozonificadores (muy posible sesgo). Otros incluyen en la infiltración esteroides y anestesia o se refieren solo a un sujeto. Una terapia no se puede sustentar (menos aún echar a rodar) en metaanálisis de escasa calidad como este.

En cuanto a su legalidad, no está autorizada en EE.UU. y tampoco en la Unión Europea. Sus practicantes se apoyan en la legalidad de los aparatos para producir ozono. Dicha legalidad es para otros usos (como desinfección de material de quirófano) pero no tienen autorización para uso sanitario en personas (aunque se tergiverse lo dicho en la directiva 93/42/CEE sobre productos sanitarios). La autorización debe ser expresa y a día de hoy la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) no tiene autorizado ningún producto basado en el ozono. Solo conocemos su legalidad (sin soporte científico) en Cuba y Rusia. En España dos comunidades autónomas, Canarias y Baleares, la aceptan (que no autorizan) pese a transgredir legislación de rango superior.

Conclusión sobre la ozonoterapia

Aunque funcione en el Especuloverso, la toxicidad del producto y sus derivados, y la ausencia de estudio paralelo de sus efectos secundarios en las dosis utilizadas hacen de la ozonoterapia una práctica no carente de riesgos en contraposición a la ausencia de pruebas que la avalen en la mayoría de patologías. En base al principio básico de no usar hasta tener pruebas concluyentes no se debería practicar.

Pese a una posible efectividad a medio plazo para hernia discal por la destrucción parcial del disco intervertebral por el agente corrosivo, tampoco se puede recomendar su uso hasta que estudios a largo plazo descarten efectos secundarios no deseados.

Enlaces:

Deja tu comentario!