El cielo era el límite

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Con la frase «el cielo era el límite» define un tal Walter White los mejores días de su vida cuando a finales de los años 90 se convirtió en el top chef de Alabama de la «cocina» de metanfetamina, una droga tan apreciada como destructiva.

TEXTO POR QUIQUE ROYUELA
ILUSTRADO POR RAQUEL APARICIO
ARTÍCULOS
DROGAS | QUÍMICA
10 de Septiembre de 2015

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A muchos os sonará el nombre de Walter White por la exitosa serie de televisión Breaking Bad, aunque algunos quizá no sepáis que este individuo existió realmente, o -al menos- un tipo cuya vida se asemeja bastante a la del protagonista de la serie creada y producida por Vince Gilligan. Aunque en este caso ni era profesor de química ni padecía un cáncer terminal,  todo apunta a que la serie puede estar basada en sus experiencias diez años antes del estreno de esta serie. Incluso parece que existen similitudes físicas entre este Walter White y la caracterización del actor americano Bryan Cranston, que es quien encarna a su homólogo en la serie.

El Walter White del que les hablo era un hombre de familia, un obrero de la construcción procedente de Houston que se instaló en la localidad de Bessemer (Alabama) buscando la tranquilidad del campo. Sin embargo, lo que Walter White encontró fue un plácido lugar donde fabricar droga cuando conoció a un tipo de Oklahoma (de qué otro sitio si no podría ser) que le contó el secreto sobre cómo crear la mejor metanfetamina del mundo.

El master chef de la metanfetamina

Walter White no era un fabricante de droga más, era un cocinero (así los llaman) importante, un gran chef,  y todo aquel que buscaba metanfetamina de la mejor calidad iba adonde fuese necesario para comprar su producto. Cocinaba en un sencillo (cutre) laboratorio instalado en una pequeña cabaña detrás de una desvencijada casa de madera en medio del campo de la cercana población de McCall (Alabama), que es donde acabaremos todos los científicos de este país al paso que vamos. Me refiero al lugar de Alabama, no al negocio de la droga; aunque nunca se sabe…

Al igual que en la serie de televisión, Walter White también tenía un socio, llamado Sammy, que se encargaba de la distribución de la mercancía, aunque en este caso el parecido con Jesse Pinkman (su supuesto homólogo en la ficción, caracterizado por Aaron Paul) habría que buscarlo en el blanco de los ojos.

Desde 1988 hasta 1998, Walter White estuvo cocinando la que consideraban la metanfetamina más pura que jamás se haya encontrado en Alabama. Al principio, trabajaba a tiempo parcial, como carpintero en la construcción por las mañanas y cocinando por las noches, hasta que la demanda de metanfetamina se disparó y decidió convertirse en cocinero full-time. Parece ser que el negocio de la droga era mucho más agradecido que el de la construcción.

El secreto de la mejor metanfetamina del mundo

Según el tipo de Oklahoma al que hace referencia Walter White, el secreto residía en los cristales de yodo que se agregaban a la metanfetamina durante su síntesis. Según este, se añaden estos cristales para dar potencia a la droga; es decir, mayor duración del efecto con la misma cantidad (potencia incluso superior al efecto de la cocaína). Por ello, a estos cristales les llaman «piernas», porque alargan el efecto. Esto podría deberse a que en la unión de la metanfetamina (que es una amina) y el yodo se formaría una estructura conocida como complejo dador-aceptor, que a su vez estaría estabilizada por la interacción con el anillo aromático de la metanfetamina, con lo que la liberación de la sustancia sería más lenta y le permitiría permanecer más tiempo en el cerebro, prolongando los efectos.  Así que, el secreto de la mejor metanfetamina de Alabama eran sus largas «piernas», como en el caso de Monica Bellucci, solo que en esta ocasión en forma de cristales de yodo.

El secreto de la mejor metanfetamina de Alabama eran sus largas «piernas», como en el caso de Monica Bellucci, solo que en esta ocasión en forma de cristales de yodo

Un origen muy de película

En sus orígenes, la metanfetamina era una droga derivada de la anfetamina de cuyo tráfico se encargaban las bandas del crimen organizado. Según el estudio de Shukla y colaboradores (que casualmente es de la Universidad de Oklahoma, como el tipo que enseñó el secreto a nuestro amigo Walter), los principales traficantes de metanfetamina eran grupos de «moteros» (este investigador se ha tragado, fijo, las siete temporadas de Sons of Anarchy) y «grupos de crimen organizado mejicanos».

No obstante, a partir de los años 90, el auge de pequeños laboratorios clandestinos –muchos de ellos portátiles que se montaban/desmontaban en habitaciones de hotel– aumentó drásticamente gracias a la sencilla fabricación de metanfetamina utilizando productos que contenían pseudoefedrina. Esta es la molécula a partir de la que se obtenía la metanfetamina y que se usaba habitualmente en inhaladores para problemas respiratorios, los cuales se podían conseguir sin receta médica.

Todo ello incentivó de manera notable el consumo de esta droga, que se disparó a finales de 2007 cuando en Estados Unidos (principal consumidor, con 10 de los 35 millones de «usuarios» estimados en todo el mundo) una ley exigió que todos aquellos medicamentos que contuviesen pseudoefedrina  tenían que ser recetados bajo prescripción médica.

¿Qué es la metanfetamina y cómo actúa?

La metanfetamina es una droga estimulante del sistema nervioso central y del sistema parasimpático (aquel que, entre otras cosas, controla las funciones y actos involuntarios), conocida en los ambientes como cristal, meta, anfeta, tiza, ice o speed. Está considerada como una droga altamente adictiva y su uso legal está restringido a ciertos tratamientos médicos como la narcolepsia –una alteración del sistema nervioso que produce un desorden en el sueño y en el comportamiento– o en ciertos casos de trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

El consumo de esta droga aumenta la síntesis de dopamina en el cerebro, un neurotransmisor con un importante papel en el comportamiento, la atención, la actividad motora, el sueño, etc. Como vemos, la dopamina está implicada en múltiples funciones, muy variadas y de gran importancia. Con este aumento en los niveles de dopamina tras el consumo de metanfetamina se produce una estimulación en el encéfalo que provoca efectos como una disminución de la sensación de cansancio, aumento de la atención, sensación de euforia y aumento de la actividad física, entre otros.

Sin embargo, este alto potencial adictivo y los efectos a medio y largo plazo la convierten en una sustancia demoledora para sus adeptos. Los síntomas más característicos que se han descrito en los consumidores habituales de esta droga pasan por la ansiedad, insomnio, cambios bruscos de ánimo, comportamiento violento, paranoia, alucinaciones y delirio. La sensación de tener «bichos corriendo bajo la piel» es uno de los síntomas asociados con las alucinaciones descritas por el consumo de esta droga.  

Este alto potencial adictivo y los efectos a medio y largo plazo la convierten en una sustancia demoledora para sus adeptos

Además, también se ha probado que la adicción a la metanfetamina comúnmente  conduce a la psicosis, con síntomas similares a los de la esquizofrenia; un desorden cerebral que se traduce en una enfermedad mental grave, con el consecuente deterioro físico y cognitivo que conlleva.

Aparte de la neurotoxicidad y los otros síntomas mencionados, estudios recientes han demostrado que la adicción a la metanfetamina tiene efectos devastadores sobre el sistema inmunitario, lo que facilita la infección de diversos patógenos y aumenta la gravedad de determinadas enfermedades, como es el caso del VIH o de la hepatitis. De hecho, entre los adictos a esta droga, debido a la alteración de la conducta que se produce les lleva a desarrollar comportamientos sexuales de riesgo, lo que se ha traducido, según varios estudios epidemiológicos, en un aumento de infectados por VIH entre estos consumidores respecto a los de otras drogas.

Estudios recientes han demostrado que la adicción a la metanfetamina tiene efectos devastadores sobre el sistema inmunitario

Como hemos podido comprobar, el consumo de metanfetamina no es ninguna broma y los efectos placenteros obtenidos a corto plazo pueden acabar en graves desórdenes neurológicos, alteraciones del sistema inmunitario, agravamiento de enfermedades y un largo sinfín de problemas.

Podría decirse que si bien el cielo era el límite para Walter White, el infierno es el destino.

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