Dinastías de invasores

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Conocer por qué unas especies son invasoras y otras no es una pregunta clave para entender las causas de las que depende el éxito de la colonización de los organismos fuera de sus lugares de origen. Se suele tener en cuenta la ecología, pero Darwin ya hipotetizó que la evolución podría generar especies invasoras. Quizá se puedan encontrar pistas que ayuden a aclarar esta cuestión en una de las mayores invasiones de la Tierra, ocurrida en el continente americano.

TEXTO POR SERGI VILA
ILUSTRADO POR ROCA MADOUR
ARTÍCULOS
BIODIVERSIDAD
17 de Septiembre de 2015

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Las especies invasoras son aquellas que se establecen fuera de su lugar de origen y distribución natural y además prosperan de una manera desproporcionada, afectando negativamente a los hábitats que han colonizado (el clásico ejemplo de los cangrejos de río americanos). Darwin ya las estudió  (para que veáis que no es un asunto moderno) y las interpretó desde el punto de vista de la selección natural. Según Darwin, dado que la selección natural es una consecuencia de la competencia por los recursos, adapta a los habitantes de cada lugar tanto a los recursos disponibles como a la presión que ejercen las otras especies sobre los mismos.

Cuanto más diverso y rico sea un ecosistema, más competencia habrá y más eficientes deberán ser sus especies aprovechando los recursos. Por el contrario, en un ambiente más pobre, la competencia será más relajada y la supervivencia no dependerá tanto de adaptaciones muy especializadas.

Cuanto más diverso y rico sea un ecosistema, más competencia habrá y más eficientes deberán ser sus especies aprovechando los recursos

De esta manera, no deberíamos sorprendernos si los habitantes de un lugar pudieran verse desplazados por los de otra tierra, sobre todo si vienen de regiones más grandes y con más individuos donde, mediante la selección natural y la competencia, se han convertido en habitantes mucho más eficientes aprovechando los recursos disponibles.

Aunque ahora sabemos que la selección natural no actúa solo mediante la competencia y que no es el único mecanismo que actúa en la evolución de las especies, esta visión evolutiva de las invasiones no se usa a menudo. Tan solo se utiliza para hablar de la capacidad de las especies invasoras de adaptarse a nuevos hábitats.

Pero ahora, los investigadores estadounidenses Jason D. Fridley y Dov F. Sax han propuesto una hipótesis que daría importancia a la visión evolutiva de las especies invasoras. La han llamado Hipótesis del Desequilibrio Evolutivo y se basa en tres premisas: en primer lugar, la evolución no es un fenómeno puntual ni implica una mejora continua de las especies. Por otro lado, la adaptación de las especies a su hábitat aumenta si la competencia es mayor. Por último, existen en todo el mundo «paquetes» de condiciones ecológicas parecidas.

Con esto quieren mostrar que una especie adaptada a un ambiente rico y diverso puede convertirse en invasora si llega a un ambiente pobre y homogéneo, con unas características ecológicas parecidas a su ambiente de origen.

Pongamos los ejemplos del canal Erie y del canal de Suez. El canal Erie conectó en 1825 el río Hudson y los Grandes Lagos, en el estado de Nueva York (Estados Unidos). Ambos lugares tienen unos ecosistemas parecidos, de manera que el número de especies que han pasado de uno a otro es más o menos el mismo.

Una especie adaptada a un ambiente rico y diverso puede convertirse en invasora si llega a un ambiente pobre y homogéneo, con unas características ecológicas parecidas a su ambiente de origen

Por otro lado, el canal de Suez conectó en 1869 el mar Mediterráneo con el mar Rojo. En este caso, el mar Rojo, históricamente conectado con la muy diversa región indopacífica, ha transferido muchas más especies al Mediterráneo, no al revés, ya que el Mediterráneo es un mar más joven y menos diverso. Así encontramos que muchas de las especies invasoras de nuestro mar provienen del mar Rojo.

De esta manera, Fridley y Sax consideran que para que una especie pueda ser invasora depende de lo adaptada que esté a su hábitat original y del hábitat nuevo al que llegue. Esto podría significar que hay algunas zonas más proclives a generar invasores y otras más propensas a padecerlos. Casi podríamos decir que se generan dinastías de invasores y de invadidos.

En este sentido, una de las invasiones más espectaculares de la historia del planeta se podría simplificar como la lucha entre dos dinastías: la de los mamíferos de América del Norte y los de América del Sur. Ambos subcontinentes estuvieron separados durante la mayor parte de su historia, permitiendo la evolución separada de los mamíferos que allí vivían (con la excepción de los murciélagos que pudieron cruzar de una zona a otra).

En términos generales, en el norte prosperaron los placentarios y en el sur una mezcla de marsupiales y placentarios. Aparte de esto, los ecosistemas eran muy parecidos, con especies que ocupaban los mismos nichos ecológicos: caballos en el norte y litopternos en el sur, rinocerontes e hipopótamos en el norte y toxodontes en el sur, tigres dientes de sable placentario en el norte y tigres dientes de sable marsupial en el sur y así sucesivamente.

Una de las invasiones más espectaculares de la historia del planeta se podría simplificar como la lucha entre dos dinastías: la de los mamíferos de América del Norte y los de América del Sur

Hace dos millones y medio de años (o incluso trece según estudios más recientes), ambas tierras se tocaron por fin al formarse el istmo de Panamá. Los mamíferos del norte pasaron al sur y los del sur al norte, de manera más o menos proporcional, través del istmo de Panamá.

Con el tiempo, los mamíferos placentarios septentrionales prosperaron en América del Sur, sustituyendo a los marsupiales hasta el punto que actualmente solo quedan tres familias de marsupiales en todo el continente americano: las zarigüeyas (que se encuentran tanto en Norteamérica como en Sudamérica), las ratas-zarigüeya y el monito del monte.

Junto a estos marsupiales (que suman unas cien especies) también sobrevivieron algunos de los mamíferos placentarios que habitaban esa zona: monos, perezosos, osos hormigueros y armadillos (de hecho, una especie de este último grupo consiguió expandir su territorio por el sur de Estados Unidos). Todos los demás habitantes del sur, desaparecieron.

Teniendo en cuenta que los mamíferos marsupiales también desaparecieron de África, Europa y Asia (donde también estuvieron presentes),  es lógico preguntarse qué fue lo que hizo que los placentarios desplazaran de esta forma a los marsupiales.

Quizá la «Hipótesis del Desequilibrio Evolutivo» dé algunas pistas, si se pudiera demostrar que  los mamíferos placentarios eran más eficaces compitiendo por los recursos en las condiciones ecológicas del momento. Pero la cuestión es que para entender a las especies invasoras y las invasiones actuales se debería de unir la visión ecológica con la evolutiva, así como revisar la historia de nuestro planeta para conocer mejor las invasiones pasadas.

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