El profesor que no creía que el hombre había llegado a la luna

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Este texto corresponde al primer premio del III concurso científico-literario dirigido a estudiantes de 3º y 4º de ESO y de Bachillerato, basado en la novela El viento de la luna de Antonio Muñoz Molina organizado por la Escuela de Máster y Doctorado de la Universidad de La Rioja.
Desde aquí puedes acceder al tercer y segundo premio —respectivamente— El árbol de la vida, de Josué Yarhui, y Ahogado en blanco, de Manuel Padín.

TEXTO POR LAURA FERNÁNDEZ
ILUSTRADO POR ANGYLALA
ARTÍCULOS
CONCURSO LITERARIO | CONSPIRACIÓN | VIAJE A LA LUNA
21 de Agosto de 2016

Tiempo medio de lectura (minutos)

9 de noviembre de 2015, segundo mes del curso de 4o ESO, lunes. La nueva semana se avecina como otra cualquiera. 7:15 AM, el despertador suena cuando todavía parece que estamos a mitad de la noche, volvemos a la rutina, lo apago somnolienta. Arrastrando los pies y con los ojos semicerrados me levanto de la cama para abrir la persiana y descubrir cómo amanece el nuevo día. Las farolas siguen encendidas para alumbrar las calles que todavía siguen en penumbra, al este se puede ver como tímidamente el sol va asomando poquito a poco e inunda alguna de las calles de la ciudad de Logroño, mientras la luna palidece poco a poco. Otro nuevo día del largo y pesado otoño.

Primera clase de la mañana, Física y Química. Física junto a matemáticas siempre ha sido mi materia favorita. Constantino es nuestro profesor de ciencias y desde luego no es la mejor opción para despertarse del todo, pero aquella mañana iba a ocurrir algo que seguramente no olvidaríamos en muchos años.

Constantino es de mediana edad, alto, delgado y tiene cara de profesor de instituto (ceño fruncido, mirada penetrante, calvicie pronunciada y nariz aguileña). Va vestido de profesor de instituto (pantalón vaquero, jersey azul marino de pico y camisa de cuadros). Estoy segura que cuando era pequeño todo el mundo le decía «tú de mayor serás profesor de instituto».

Las prominentes ojeras delatan una personalidad un tanto huraña, un humor agrio y de vez en cuando con explosiones coléricas. No se sabe si tiene problemas de sueño, está enfadado con el mundo o como muchas veces él mismo sugiere está desperdiciando su talento enseñando ecuaciones y la tabla periódica en un instituto de provincias. «Yo estudié física y matemáticas en una de las universidades más prestigiosas del país». Nunca, nunca sonríe y tan solo se alegra cuando mis compañeros de la clase alaban a su equipo favorito, hasta que se da cuenta que lo hacen para perder tiempo en clase y entonces nos quedamos castigados sin recreo.

Hoy nos toca empezar nuevo tema, las ondas gravitacionales, todo transcurre con normalidad hasta que de repente suelta la bomba, sin venir a cuento se arranca con que «EL HOMBRE NUNCA JAMÁS LLEGÓ A LA LUNA Y QUE SOLAMENTE LOS TONTOS PUEDEN CREERSE SEMEJANTE MEMEZ». Así, sin despeinarse ni un solo pelo de la calva.

Los alumnos nos mirábamos unos a otros incrédulos ante lo que acababa de decir. Sin duda era la noticia más impactante en clase desde que a Doña Asunción, la profesora de segundo de primaria, se le escapó que el Ratoncito Pérez no existía.

Pero Constantino no se quedó ahí, afirmaba tajante que el viaje a la luna había sido un burdo montaje de los americanos para hacernos creer en su superioridad tecnológica. Según nuestro profesor, todo había sido una farsa. Habían rodado una película donde unos actores simulaban la llegada a la luna en medio de paisaje lunar. Según Constantino, había infinidad de pruebas de que era un fraude. «Por ejemplo, si se miraba con detenimiento la grabación de la llegada del hombre a la luna podía observarse con innegable claridad que la bandera de los estados la sacudía el viento, cuando hasta los más ignorantes saben que en la luna no hay viento».

Según Constantino «otra prueba irrefutable de la falsedad de la llegada del hombre a la luna es que en las fotos tomadas aparece un fondo totalmente negro, no se ven las estrellas ¿Qué pasa, que desde la luna no se ven las estrellas?» Vaya, para resumir que durante casi 50 años los americanos nos habían tomado el pelo como a IGNORANTES, PARDILLOS O LELOS.

Justo en el momento en que Constantino más entusiasmado estaba explicando todas las razones por las que él creía que el viaje a la luna había sido un fraude tocó el timbre de cambio de clase. Salvados por la campana. Las dos horas siguientes, inglés y lengua no pude concentrarme en las clases, en mi cabeza seguían resonando las explicaciones que Constantino nos había dado la hora anterior.

Por fin llegó la hora del recreo, un pequeño grupo nos juntamos para hablar de lo más interesante que ha sucedido durante la mañana. Aquel día el grupo era enorme, hasta los futboleros renunciaron al partillo para dar su opinión sobre lo sucedido en la clase de física y química.

—Yo: ¿Por qué creéis que habrá dicho eso? ¿Será que se le ha ido la olla?
—Carla: Yo creo que de pequeño a lo mejor le hacían bulling y ahora tiene la necesidad de inventar historias raras para llamar la atención.

A Carla siempre se le ocurren cosas muy raras para explicar el comportamiento de las personas y es que Carla de mayor quiere ser psicóloga.

—Lucas: Jajaja claro porque de pequeño se reían de él porque decía que quería ser astronauta, luego no le cogieron y por eso dice que es mentira que el hombre ha llegado a la luna.
—Ana: O sencillamente porque es idiota. (A lo que todos reímos al unísono).

2:20 pm – Las clases terminan por hoy.

De vuelta a casa seguía pensando en lo que a primera hora nos había dicho el lunático de nuestro profesor de física y química. La verdad es que no dejaba de dar vueltas al tema.

Al llegar a casa ya estaba todo preparado para comer.

Cuando ya estábamos todos sentados en la mesa les conté la conversación de Constantino. Mis padres me dijeron que no podía ser que hubiera dicho eso.

—Mamá: Nadie en su sano juicio podría afirmar tal cosa y mucho menos un profesor de física.
—Papá: Si los tontos volaran no veríamos la luz del sol. Tu profesor él solo ocuparía un gran espacio.

Mi hermano, que había sido alumno suyo, se echó a reír. Dijo en un tono un tanto misterioso que Constantino era un tanto especial y que decía a veces cosas bastante raras.

El caso es que aquella tarde en lugar de los deberes me puse a investigar sobre la llegada del hombre a la luna

Resulta que rebuscando un poco por internet encontré muchas páginas que hablaban sobre este tema, con afirmaciones muy parecidas a las que Constantino nos había contado esa mañana. ¡Parece que nuestro profesor tenía razón!

Las teorías de la conspiración afirman que los alunizajes del programa Apolo entre 1969 y 1972 jamás ocurrieron y que fueron falsificados por la NASA. Las dos pruebas más famosas de que el hombre nunca llegó nunca a la luna son las mismas que nos había contado nuestro profesor. En la luna no hay atmósfera y por tanto no puede haber viento. ¡Y sin embargo en la retrasmisión de la llegada del hombre a la luna puede observarse con claridad cómo el viento mueve la bandera de los Estados Unidos! Por otra parte, en las fotos desde la luna... ¡Efectivamente no se ven las estrellas!

Viendo en internet aquellas viejas grabaciones y fotos podía imaginar cómo nuestro profesor, seguramente un niño de ocho o nueve años en aquella época, se habría sentido aquel día. Les pregunté a mis padres si ellos habían visto la llegada del hombre a la luna.

—¡Por supuesto, lo recuerdo mejor que lo que he hecho esta mañana!, me dijo mi padre. Todos los que éramos niños en aquella época estábamos fascinados por las imágenes de aquella televisión en blanco y negro y recordamos con emoción cuando el módulo lunar del Apolo 11, el Eagle, aterrizó y un hombre llamado Neil Armstrong pisó la luna por primera vez en la historia.
—En esa época no todas las familias tenían televisión y cuando ocurría un acontecimiento importante, y aquel sin duda lo era, nos reuníamos en casa de un vecino o un amigo con televisión para verlo todos juntos, dijo mi madre. Toda la familia, los abuelos y los tíos estábamos reunidos cuando Neil Armstrong pisó la luna y pronuncio la famosa frase: «Un pequeño paso para el hombre, un enorme salto para la humanidad». Unas palabras que todo el mundo conoce y que a nadie de los que los presenciamos en directo se nos olvidarán.

Después de la cena seguí leyendo un poco más sobre la llegada del hombre a la luna. El Apolo 11, el cohete con el que se llegó a la luna, fue una misión espacial tripulada por Estados Unidos cuyo objetivo era lograr que un ser humano llegara a la Luna. La misión despegó el 16 de julio de 1969, llegó a la superficie de la Luna el 20 de julio... cuando de repente rebuscando sobre las conspiraciones y las leyendas urbanas del tema encontré una página que se titulaba “IGNORANTES, PARDILLOS Y LELOS” una especie de alarma sonó en mi interior. ¡Eras las mismas palabras que había utilizado nuestro profesor en clase! Este articulo estaba publicado por un tal Constantino Pérez. ¡Nuestro profesor! Me metí en la página pensando que explicaba lo mismo que nos había dicho en clase, pero ... ¡Sorpresa, sorpresa! Constantino, desmontaba todas las afirmaciones que los conspiradores decían. Los ignorantes, pardillos y lelos eran los que defendían que el hombre no había llegado a la luna. Sobre lo de la bandera que mecía el viento y las fotos sin estrellas decía «que ambos hechos tienen explicaciones científicas muy razonables. La Luna no tiene atmósfera, y por tanto existe un vacío alrededor de ella, como en el espacio exterior en general. En el vacío al no haber aire ni elementos en movimiento no puede haber fuerzas que generen el movimiento de un trozo de tela o plástico como es el de la bandera. En el vacío, cuando se agita un trozo de tela, la propia fuerza hace que aparezcan ondulaciones en la misma, que además se van propagando por la superficie de la misma y perdiendo fuerza. La explicación de las fotos sin estrellas es que la foto está tomada con una exposición rápida, y simplemente no tienen tiempo para que estas se queden registradas sobre la película. No tiene nada que ver con que el cielo sea negro o que haya ausencia de aire, es simplemente una cuestión de tiempo de exposición».

Entonces lo vi claro ¡Todo había sido un engaño urdido por nuestro profesor! En realidad, había sido una estratagema para picar nuestra curiosidad, una especie de vacuna contra los ignorantes que hay en el mundo. Lo que había querido y parece que había conseguido es que nosotros fuésemos capaces por nosotros mismos de defendernos de la cantidad de charlatanes, embaucadores y engañabobos que hay en el mundo.

Inmediatamente mandé por wasap la noticia al grupo de clase. A escondidas de los padres estuvimos mandándonos mensajes hasta altas horas de la noche.

3:12- Agotada del wasap me voy a la cama con una sonrisa.

El día siguiente a primera hora teníamos lengua, la profesora no pudo venir, estaba enferma, así que mis compañeros y yo seguimos con el tema de la llegada del hombre a la luna. A la hora siguiente volvíamos a tener clase con Constantino, así que decidimos prepararle una sorpresa. Con letras gigantes pusimos en la pizarra: «IGNORANTES, PARDILLOS Y LELOS» y cuando entró le dimos un gran aplauso. No lo tengo claro, porque fue tan solo una fracción de segundo, pero creo que en ese momento Constantino sonrió.

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