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26 Agosto

Anton van Leeuwenhoek, el descubridor del universo minúsculo

Por Quique Royuela

El 26 de agosto de 1723 muere el científico alemán Anton van Leeuwenhoek.

En un texto escrito por él mismo el 12 de junio de 1716 afirma que detrás de todo su trabajo jamás buscó el elogio ni la notoriedad, sino disfrutar con lo que hacía y demostrar que su conocimiento e inteligencia era superior al de otros.

Anton van Leeuwenhoek fue un científico inusual, sin formación académica superior, al que le gustaba plasmar sus descubrimientos por escrito para que cualquiera con interés (y con conocimientos pues no eran textos para el disfrute de la mayoría) pudiese estar informado. 

Pese a carecer de estudios superiores, consiguió algunos de los descubrimientos más importantes de la historia de la ciencia con tesón, habilidad, una mente liberada del dogma científico imperante en el siglo XVIII y, sobre todas las cosas, una curiosidad ilimitada.

Sus observaciones con el microscopio, así como las mejoras técnicas que aportó para este instrumento, le elevaron al olimpo de los gigantes de la ciencia en general y de la microbiología en particular. Quizá inspirado por la Micrographia —una auténtica obra maestra desde el punto de vista científico y artístico— de Robert Hooke, comenzó a dedicar su tiempo a construir microscopios sencillos (el microscopio había sido inventado a finales del siglo XVI por Zacharias Janssen), a pulir lentes y a hacer sus primeras observaciones.

Parte del libro Micrographia de Robert Hooke
Parte del libro Micrographia de Robert Hooke
Parte del libro Micrographia de Robert Hooke
Parte del libro Micrographia de Robert Hooke

Con toda probabilidad fue la primera persona en observar lo que denominó animálculos: bacterias, protozoos, algas y otros microorganismos y orgánulos celulares. Con su habilidad natural para pulir las lentes y el uso de la iluminación, junto a su aguja vista, abrió todo un mundo minúsculo al universo de la ciencia y dejó un legado que otros científicos brillantes, como Huygens, supieron aprovechar. Tan solo le faltó cierta habilidad para dibujar sus observaciones, por lo que contrató a un ilustrador que lo hiciera por él y así poder acompañar los escritos de sus observaciones con dibujos.

Mantuvo correspondencia con la Royal Society de Londres con los que compartía sus observaciones y descripciones minuciosas y claras del algas como Spirogyra,

Protistas ciliados como Vorticella o los animálculos que observó al poner bajo su atenta mirada y los aumentos del microscopio su propia placa dental, descubriendo «curiosos animalillos que presentaban movimientos rápidos». Acababa de observar por primera vez las bacterias que viven entre nuestros dientes.

También puso bajo su escrutadora mirada tejidos animales, vegetales y minerales, descubriendo foraminíferos microscópicos, a los que llamaba «pequeños berberechos», nematodos , rotíferos y otras curiosas criaturas por primera vez observadas. 

Sin ninguna duda, Anton van Leeuwenhoek es otro de los gigantes de la ciencia que en Principia hemos homenajeado incluyendo entre los 20 científicos más relevantes de la historia incluyéndolo en nuestro juego «Ciencia a pares», al igual que hicimos con Michael Faraday.

Anton van Leeuwenhoek en el juego «Ciencia a pares»
Anton van Leeuwenhoek en el juego «Ciencia a pares»

Para saber más sobre van Leeuwenhoek y la microscopía: 

Ojos para lo infinitesimal.
Ojos para lo infinitesimal II: la doma de la luz.
Ojos para lo infinitesimal III: gotas de sabiduría.
Ojos para lo infinitesimal IV: pintando la vida.