Ayer, 29 de agosto de 2016 fallecía a los 83 años uno de los actores cómicos más destacados de la década de los 70. 

El debut en la gran pantalla de Wilder fue con Bonnie y Clyde (1967) de Arthur Penn. Después hizo de Leo Bloom en Los productores (Mel Brooks, 1968), de Willy Wonka en Un mundo de fantasía (Mel Stuart, 1971) y del doctor Friederich Frankenstein en El jovencito Frankenstein (Mel Brooks, 1974). 

Otros títulos destacados en los que fue protagonista son El expreso de Chicago (Arthur Hiller ,1976), Locos de remate (1981), No me chilles que no te veo (Arthur Hiller, 1989) y No me mientas que te creo (Maurice Phillips, 1991), títulos estos últimos en los que compartió protagonismo con otro maestro de la comedia: Richard Pryor.

A pesar de sus grandes papeles en distintas películas, para muchos de nosotros es y siempre será Friederich Frankenstein: 

Su papel como científico en esta parodia del cine de terror es desternillante y su influencia en nosotros es notable. De hecho, en el segundo número de la revista Principia en el artículo «Científicos de película», el autor Alfredo Manteca nos relata la visión hollywoodiense sobre la figura del científico. A este texto le acompaña una infografía inspirada en esta película El jovencito Frankenstein. 

Y es que esta obra maestra de la comedia, absolutamente inspiradora, nos dejó frases inolvidables como «¡Mi abuelo solo hacia caca!» o «¡Soy un científico, no un filósofo! ¡Hay más probabilidades de dar vida a este escalpelo que de arreglar un sistema nervioso roto!». El Dr. Frankenstein, o como diría su protagonista Fronkosti, nos ha dejado. 

Te echaremos de menos, Gene Wilder.