El asesino de anfibios

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Durante las últimas décadas los anfibios han experimentado un declive generalizado de sus poblaciones a escala global. Numerosas especies de ranas, sapos y salamandras han desaparecido antes siquiera de que se llegase a identificar al causante de sus problemas. Estas desapariciones han ocurrido incluso en áreas remotas con gran estado de conservación, lo que constituyó durante mucho tiempo un quebradero de cabeza para científicos y conservacionistas.

TEXTO POR GERMÁN ORIZAOLA
ILUSTRADO POR LUIS ARMAND VILLALBA
ARTÍCULOS
ANFIBIOS | BIOLOGÍA | ECOSISTEMAS | EXTINCIÓN
24 de Octubre de 2016

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Costa Rica. Reserva Biológica del Bosque Nuboso de Monteverde, 1989. El sapo dorado de Monteverde (Incilius periglenes), especie endémica de la reserva y famoso por su intenso color amarillo es observado por última vez. Su desaparición se une a otras ocurridas en Centroamérica y Australia en las décadas precedentes. Se especula con factores asociados al cambio climático como posible causa de las desapariciones, pero la causa real que ha podido llevar a estas especies a la extinción es un misterio. 

Pocos años después de la desaparición del sapo dorado, Karen Lips, estudiante de doctorado de la Universidad de Miami, inicia sus investigaciones sobre ecología de anfibios en la cercana Reserva de La Tablas. La zona es un paraíso para los anfibios por su abundancia y diversidad, tanto que identificar y anotar los anfibios observados en un trayecto de quinientos metros es una tarea que lleva un día entero. Durante las Navidades de 1992, Karen Lips se marcha a Estados Unidos y a su vuelta a Las Tablas en 1993 la mayoría de anfibios ha desaparecido. Una vez más, la causa de la desaparición de una comunidad de anfibios tan diversa y numerosa de una zona remota, protegida y alejada de toda actividad humana es un misterio.

Panamá. Reserva Forestal Fortuna, 1994. Después de lo ocurrido en Las Tablas, Karen Lips desplaza su zona de investigación a esta reserva, cercana a la frontera con Costa Rica. A su llegada la zona es, una vez más, un paraíso para los anfibios, pero poco tiempo después, en una visita a la zona en diciembre de 1996, se encuentra con un espectáculo devastador: numerosos individuos moribundos o muertos donde antes prosperaba una sana y diversa comunidad de anfibios. Algunos de esos ejemplares son enviados al Dr. David Green, patólogo del Departamento de Sanidad Animal de Estados Unidos para su estudio, que determina que todos presentan un tipo desconocido de infección en la piel. Por primera vez, se sospecha cuál puede ser el causante de esas misteriosas desapariciones de anfibios, aunque las observaciones son muy preliminares. El periódico New York Times publica una entrevista con Karen Lips sobre estas muertes de anfibios en Centroamérica y en el que se incluye una foto de la piel de uno de los individuos afectados. Curiosamente, esta será la clave para desenmascarar definitivamente al causante de los problemas.

Epidermis de un anfibio infectado por Bd durante la llegada del hongo a El Cope, Panamá, 2004. Las células redondeadas pertenecen a Bd, mientras que las células más irregulares de color verde grisáceo son parte de la piel del anfibio. Foto: Forrest Brem.

Epidermis de un anfibio infectado por Bd durante la llegada del hongo a El Cope, Panamá, 2004. Las células redondeadas pertenecen a Bd, mientras que las células más irregulares de color verde grisáceo son parte de la piel del anfibio. Foto: Forrest Brem.

Anfibios, moribundos o muertos donde antes prosperaba una sana y diversa comunidad de anfibios, todos presentan un tipo desconocido de infección en la piel.

Epidermis de un anfibio infectado por Bd durante la llegada del hongo a El Cope, Panamá, 2004. Las células redondeadas pertenecen a Bd, mientras que las células más irregulares son parte de la piel del anfibio. Foto: Forrest Brem.

Epidermis de un anfibio infectado por Bd durante la llegada del hongo a El Cope, Panamá, 2004. Las células redondeadas pertenecen a Bd, mientras que las células más irregulares son parte de la piel del anfibio. Foto: Forrest Brem.

Atelopus varius, encontrado muerto después de la llegada de Bd a El Cope, Panamá, 2004. Foto: Forrest Brem.
Atelopus varius, encontrado muerto después de la llegada de Bd a El Cope, Panamá, 2004. Foto: Forrest Brem.
Strabomantis bufoniformis, encontrado muerto después de la llegada de Bd a El Cope, Panamá, 2004. Foto: Forrest Brem.

Strabomantis bufoniformis, encontrado muerto después de la llegada de Bd a El Cope, Panamá, 2004. Foto: Forrest Brem.

Australia. Desde la década de los años 70, Keith McDonald miembro del Departamento de Medio Ambiente y Patrimonio de la región de Queensland, viene observando declives y desapariciones de anfibios en su zona de trabajo. En 1993, cuando las desapariciones empiezan a ocurrir cerca de la última población conocida de la rana de torrente Taudactylus acutirostris, contacta con Rick Speare, patólogo y epidemiólogo de la Universidad James Cook. Tan pronto como empiezan a trabajar en la zona comienzan a aparecer anfibios enfermos o muertos. Tres meses más tarde la población de rana de torrente ha desaparecido. Lee Berger, veterinaria especializada en fauna salvaje, se une al equipo y después de numerosos análisis en busca de virus, bacterias y parásitos que pudieran estar detrás del problema, lo único destacable que encuentra en esas ranas es la presencia de unos organismos microscópicos desconocidos en la epidermis de los individuos afectados. Es en ese momento cuando los investigadores australianos ven la fotografía publicada por el New York Times y se dan cuenta de que guarda gran parecido con las lesiones que ellos observan en la piel de anfibios afectados por la misteriosa enfermedad en Australia. Ambos equipos, junto con especialistas del Zoo Nacional de Estados Unidos, donde también han muerto algunos de los anfibios allí mantenidos, se ponen en contacto y comienzan a trabajar juntos, intercambian muestras y experiencias, y el causante de la desaparición de anfibios es finalmente identificado. Se trata de un hongo acuático del grupo de los quitridios al que se denomina Batrachochytrium dendrobatidis (Bd). De esta manera, no solo se detecta al organismo causante de las desapariciones de anfibios sino que por primera vez se tiene constancia de que estamos frente a un problema de escala global.

El causante de la desaparición de anfibios es hongo acuático del grupo de los quitridios al que se denomina Batrachochytrium dendrobatidis (Bd).

En la actualidad, se sabe que el hongo Bd infecta las células situadas en las capas superficiales de la epidermis de los anfibios, ricas en queratina, generando la enfermedad conocida como quitridiomicosis. Según la infección avanza, la epidermis se vuelve más gruesa y empieza a desprenderse, lo que es fatal para los anfibios ya que su equilibrio osmótico depende de la absorción de sales a través de la piel. La alteración de los niveles de sales en sangre a consecuencia de los daños de la piel provoca, finalmente, que los individuos mueran a consecuencia de una parada cardiaca.

Karen Lips muestreando anfibios en el  Rio Guabal, El Cope Panama. Foto: Karen Lips.

Karen Lips muestreando anfibios en el  Rio Guabal, El Cope Panama. Foto: Karen Lips(@kwren88).

Desde su descubrimiento, Bd ha sido identificado como el responsable del declive poblacional de anfibios en todos los continentes habitados por este grupo, habiendo afectado ya a unas quinientas especies y provocado la extinción de más de doscientas. En Europa, el primer caso de quitridiomicosis fue detectado en las Lagunas de Peñalara (Sierra de Guadarrama) en donde el sapo partero (Alytes obstetricans) pasó de ser una de las especies más abundantes de la zona a prácticamente extinguirse en dos años. Durante 1998-1999, cientos de individuos recién metamorfoseados fueron encontrados muertos o  moribundos en las distintas charcas y lagunas. A principios del verano de 1999, la especie había desaparecido de cerca del 90% de las localidades conocidas.

Bd ha afectado ya a unas quinientas especies y provocado la extinción de más de doscientas.

La teoría más aceptada sobre la aparición y dispersión de esta enfermedad postula que la variante más agresiva de Bd, conocida como Bd-GPL (del inglés Global Pandemic Lineage), apareció recientemente en muchas de las áreas afectadas y se extendió como consecuencia del comercio global de anfibios para su uso en laboratorio, como alimento o como mascotas. Los estudios más recientes apuntan a Brasil como el posible lugar de origen de la pandemia de Bd. El comercio del sapo africano Xenopus laevis para la realización de pruebas de embarazo, común hasta los años 70 (la orina de mujeres embarazadas inyectada de manera subcutánea en X. laevis induce la puesta en esta especie en las veinticiatro horas siguientes), o el de la rana toro americana (Rana catesbeiana) para su consumo, se han considerado como los principales sospechosos del movimiento de Bd hacia nuevas localidades.

Bd se extendió como consecuencia del comercio global de anfibios para su uso en laboratorio, como alimento o como mascotas.

La amplia dispersión de Bd, así como su enorme impacto en las poblaciones de numerosos anfibios hace que este hongo sea considerado como la especie exótica causante del mayor número de extinciones de vertebrados en el planeta, por delante de clásicos como ratas, gatos o cabras. Se han probado diferentes actuaciones para frenar el impacto de Bd en los anfibios, desde el desarrollo de inmunización en laboratorio, hasta el tratamiento con bacterias probióticas que impiden el desarrollo del hongo, pero su eficacia hasta ahora es muy limitada y la pesadilla para los anfibios continúa.

Además, lo malo de las pesadillas es que suelen repetirse.

Holanda. Desde 2008, se venía observando un importante declive poblacional en las escasas localidades ocupadas por la salamandra europea (Salamandra salamandra) en el país. En 2012, investigadores de la Universidad de Gante (Bélgica), liderados por An Martel, localizan individuos con lesiones en la piel similares a las producidas por Bd, si bien este hongo no había afectado previamente a esta especie. En unos meses el 99.99% de la población había desaparecido.

Análisis histologicos y genéticos identificaron rápidamente al causante de esta crisis: un nuevo tipo de hongo quitridio, Batrachochytrium salamandrivorans, (Bsal), el devorador de salamandras. Este hongo presenta un nicho ecológico diferente a Bd, siendo capaz de sobrevivir en temperaturas mucho más bajas, generando también unas tasas de mortalidad aún más elevadas en los individuos infectados. En este caso solo los tritones y salamandras parecen susceptibles a este hongo, que se caracteriza por producir severas erosiones en la piel que causan la muerte de los individuos infectados en el plazo de unas dos semanas. Su origen es más claro que el de Bd: Asia. Todos los estudios apuntan al comercio de salamandras desde Asia para su uso como mascotas como la vía de entrada de Bsal en Europa. Las salamandras asiáticas son portadoras del hongo, pero no sufren ningún daño, es decir son simples vectores de la enfermedad. Bsal ha sido detectado ya en la naturaleza en Holanda, Bélgica y Alemania, además de en ejemplares cautivos en Inglaterra. En Estados Unidos, donde viven un tercio de todas las especies de salamandras conocidas en el mundo, se ha prohibido la importación de estos animales, así como su movimiento entre diferentes Estados. 

Plethodon jordani, Parque Nacional Great Smoky Mountains, Estados Unidos,  Julio 2011. Está es una de las zonas con mayor diversidad de salamandras del planeta, y donde más se teme la llegada de Bsal. Foto: Nick Caruso.

Plethodon jordani, Parque Nacional Great Smoky Mountains, Estados Unidos,  Julio 2011. Está es una de las zonas con mayor diversidad de salamandras del planeta, y donde más se teme la llegada de Bsal. Foto: Nick Caruso(@PlethodoNick).

El drama actual que están experimentando los anfibios pone de relieve la enorme fragilidad de muchos ecosistemas en un escenario de intenso cambio ambiental y de generalización de movimientos de organismos a lo largo del planeta. Los anfibios aparecen como los nuevos canarios en la mina de carbón del cambio global, susceptibles a la alteración ambiental y a la aparición de enfermedades emergentes. Su declive debería ser entendido como una señal de alarma del colapso de muchos sistemas naturales y una indicación clara para el resto de seres vivos del deterioro acelerado del planeta que habitamos. 

Los anfibios aparecen como los nuevos canarios en la mina de carbón del cambio global, susceptibles a la alteración ambiental y a la aparición de enfermedades emergentes.

Referencias

Amphibiaweb: an overview of chytidiomycosis.
Bsal Task Force.
RAVON Bsal.
SOS Anfibios Guadarrama.

 

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