Una mirada a la tecnología

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Si en estos tiempos hay un elemento estrella en el mundo de la educación este es el uso de la tecnología en cualquiera de sus formas. Ordenadores, impresoras 3d, tablets y pizarras digitales son algunos de los elementos que van ganando su sitio día a día entre el material educativo, que junto al catálogo de asignaturas tecnológicas como la programación o la robótica son utilizados como punta de lanza a la hora de mostrar la excelencia educativa de los centros.

TEXTO POR JAVIER DÍAZ-ROMERAL
ARTÍCULOS
HISTORIA | PROGRAMACIÓN | ROBÓTICA | TECNOLOGÍA
24 de Febrero de 2017

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Aunque todas estas disciplinas parecen mucho más nuevas y atractivas que las matemáticas o la física no hay que olvidar que surgen como aplicación de estas y que su comienzo, aunque mucho más reciente en comparación, ya va teniendo una historia propia que merece la pena conocer. Y eso trataremos de contar a través de esta serie de artículos.

El germen de la programación informática 

En cuanto a la programación, comenzaremos hablando de una mujer pionera: Ada Lovelace. Nació en 1815, hace poco más de dos siglos, y desde su infancia mostró interés por las matemáticas, lo que le llevó a conocer al ingeniero Charles Babbage, que trabajaba en la Máquina Analítica: una máquina programable mediante tarjetas perforadas capaz de realizar cálculos matemáticos.

Al poco tiempo, el conocimiento de Ada sobre esta máquina terminó siendo superior al de Babbage, dejando este hecho patente cuando tradujo del italiano al inglés una transcripción de una conferencia de Babbage en la Universidad de Turing. Añadió casi el triple de contenido a la traducción y entre sus páginas incluyó la codificación de un programa para calcular los números de la serie de Bernoulli, demostrando que a partir de las primitivas funciones disponibles en la Máquina Analítica se podían codificar otras más complejas para obtener resultados más óptimos. Por esto se conoce a Ada Lovelace como la primera programadora de la historia.

Primeros autómatas

En el caso de la robótica —término acuñado por el bioquímico y escritor de ciencia ficción Isaac Asimov— como ciencia que estudia a los robots y de la que el propio Asimov escribiría grandes obras que recomendamos encarecidamente, su comienzo es mucho más antiguo.

El matemático Herón de Alejandría ya en el siglo I diseñó cajas de engranajes y sencillos autómatas accionados mediante vapor. Este matemático fue el autor de Autómata, el primer libro de robótica del que se tiene constancia.

Con posterioridad, y ya en el siglo XV, el gran maestro renacentista Leonardo da Vinci también diseñó un robot en forma de caballero medieval que, por desgracia, nunca llegó a construir.

Y más recientemente, un 24 de febrero —tal día como hoy—, de 1709 nacía en Francia Jacques de Vaucanson. De origen humilde, estuvo a punto de ordenarse religioso hasta que su pasión por los mecanismos y engranajes le sedujeron para convertirse en relojero. Además, tuvo a bien adquirir conocimientos de anatomía lo que junto con su interés por las máquinas le llevó a ser ingeniero e inventor de autómatas.

Diseñó un pato mecánico, considerado como su obra maestra, de tamaño real asentado sobre una gran base que ocultaba la maquinaria que daba vida al autómata, capaz de mover las alas, beber agua, comer grano y lo que puede parecer más increíble, realizar la digestión de los granos que hubiera comido y defecar. Además, la carcasa del pato estaba perforada de manera que podía verse su interior durante el proceso, para maravilla de los espectadores. Pero aunque este autómata pudiera pasar el Test del pato —mucho menos exigente que el test de Turing— aunque parezca un pato, nade como un pato y grazne como un pato, no es un pato. A pesar de que en su momento se vendiera la digestión como un proceso químico, realmente se trataba de un truco ya que guardaba en un compartimento secreto un compuesto parecido a las heces de un pato con el que completaba la ilusión.

Esquema del Pato de Vaucanson. Créditos: Bettman/Corbis.

El propio Voltaire dijo de Vaucanson que rivalizaba con Prometeo tratando de robar el fuego de los dioses en su búsqueda para dar la vida. Entre sus obras también hay que destacar que Vaucanson construyó dos autómatas humanoides músicos contando cada uno de ellos con un repertorio propio de canciones —superior al de Enrique Iglesias—. Desafortunadamente, ninguna de ellas ha llegado a nuestros días ya que estos dos autómatas fueron destruidos en la revolución francesa y el pato desapareció cuando se incendió el museo en el que se encontraba en Cracovia en Polonia. Lástima, nos hemos perdido un dúo con Pitbull con un potencial digno de ser arrasado por un meteorito de tamaño medio.

A pesar del trabajo de ingeniería que requería tanto el diseño como la fabricación de este tipo de robots, no pasaron de ser meros entretenimientos que visitar en un museo. Muchos trataron de imitar el comportamiento tanto humano como animal y prestaron especial detalle a la hora de la fabricación, lo que hace que además merecezcan ser considerados como obras de arte.  

Incluso Vaucanson se terminó aburriendo de sus creaciones y se deshizo de ellas, aunque su ingenio no acabó ahí. Durante años trabajó para el gobierno francés y creó el primer telar totalmente automático en 1745 e incluso trató de incluir el uso de tarjetas perforadas en su utilización. A pesar de ser nombrado miembro de la Academia Francesa de Ciencias y tener ideas revolucionarias, lamentablemente la mayoría fueron ignoradas en su época. Como ejemplo de la injusticia que se cometió con la obra de Vaucanson, más de medio siglo después, Joseph Marie Jacquard revolucionó la industria textil con un telar programable mediante tarjetas perforadas.

Y hasta aquí una breve introducción a los primeros pasos de la tecnología. En próximas entregas trataremos de ahondar en la historia que ha conducido hasta la tecnología que hoy en día nos hace la vida más fácil y que ha llegado a nosotros sin que sepamos muy bien como.

Para saber más

Vaucanson´s Digesting Duck - Atlas Obscura
Historical Robots - How Stuff Works
El pato y el telar - Ojos curiosos
Ada Lovelace Day - Principia
Ada Lovelace Day - Finding Ada

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