Rita

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«El cuerpo se me arruga, es inevitable, pero no el cerebro. Mantén tu cerebro ilusionado, activo, hazlo funcionar y nunca degenerará». Rita Levi-Montalcini.

TEXTO POR NATALIA MÉNDEZ MERINO
ILUSTRADO POR PAOLA VECCHI
ARTÍCULOS | MUJERES DE CIENCIA
MUJERES DE CIENCIA | RITA LEVI-MONTALCINI
27 de Marzo de 2017

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Un día de primavera, hace más de cien años, el 22 de abril de 1909, nacía en el seno de una familia sefardí asentada en Turín una niña a la que sus padres llamarían Rita. Ellos aún no lo sabían, pero Rita sería una de las científicas más brillantes e inspiradoras de todos los tiempos; no solo por su investigación sino también por su ideología, muy avanzada para la época que le tocó vivir, y por su incansable lucha en favor de los derechos humanos. Feminista convencida, declararía a la edad de cien años que ya cuando era una adolescente había decidido que nunca se casaría porque no quería tener que obedecer a ningún hombre.

Rita no llegó sola a este mundo, nació junto a su hermana gemela Paola, siendo las hijas menores de una familia numerosa. Probablemente, Rita creció en un ambiente familiar que estimuló su desarrollo intelectual, ya que su madre, Adele Montalcini era artista y su padre Adamo Levi, era ingeniero. Sin embargo, sería este el que guiado por los principios de la época la animaría a olvidarse de los estudios y convertirse en una buena ama de casa y esposa. Por suerte, Rita ignoró totalmente las sugerencias paternas y tras trabajar en una panadería para costearse la universidad, se matriculó con tan solo veintiún años en la Facultad de Medicina de Turín, estudiando desde los primeros años de universidad el sistema nervioso. Seis años después se graduaría con la máxima calificación summa cum laude, y empezaría a trabajar con el prestigioso histólogo italiano Giuseppe Levi.

Rita sería una de las científicas más brillantes e inspiradoras de todos los tiempos; no solo por su investigación sino también por su ideología, muy avanzada para la época que le tocó vivir, y por su incansable lucha en favor de los derechos humanos.

Sin embargo, la incipiente y prometedora carrera de Rita se vio obstaculizada en 1936, cuando Benito Mussolini publicó el Manifesto per la Difesa della Razza con el que se prohibía a los judíos acceder a una carrera académica o profesional. Con los años venideros y el estallido en 1939 de la Segunda Guerra Mundial, Rita se vio obligada a abandonar Turín, a exiliarse en Bélgica primero y a instalarse en Florencia después, para trabajar en el laboratorio clandestino que montó en su propia casa, donde continuaría con sus investigaciones estudiando el crecimiento de las fibras nerviosas. Nada pudo disuadir a Rita de seguir haciendo aquello en lo que creía, ni el fascismo, ni la guerra, ni el exilio.

En 1947, y tras un breve paso por Turín, viajó a Estados Unidos para trabajar en la Universidad Washington de San Luis (Misuri), donde permaneció treinta años. Durante este periodo colaboraría con Stanley Cohen y juntos descubrirían la existencia del factor de crecimiento nervioso (FCN), una molécula clave en el desarrollo, diferenciación, crecimiento y supervivencia de las neuronas durante el desarrollo embrionario y la vida adulta de los organismos vertebrados. Por este descubrimiento ambos recibieron en 1986 el premio Lasker de Investigación Médica Básica y el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Rita pasaría así a formar parte del reducido grupo de mujeres que han ganado un Premio Nobel en una disciplina científica, junto a Marie Curie, Rosalyn Yalow, Gerty Cori, Barbara McClintock o Maria Goeppert Mayer, entre otras.

Durante estos años, Rita compaginaría su carrera en Estados Unidos con la fundación en 1962 de una unidad de investigación en Roma y la dirección del Instituto de Biología Celular del Consejo Nacional Italiano de Investigación. Cargo del que se jubilaría en 1979, convirtiéndose en profesora invitada de ese mismo instituto. En 2002, a la edad de noventa y tres años, fundaría el European Brain Research Institute, ante la necesidad de que existiese en su país natal un centro que fomentase y promoviese la investigación en materia de neurología.

Rita pasaría así a formar parte del reducido grupo de mujeres que han ganado un Premio Nobel en una disciplina científica, junto a Marie Curie, Rosalyn Yalow o Maria Goeppert Mayer, entre otras.

Sin embargo, y a pesar de su abrumadora carrera, de sus extraordinarios hallazgos y de su vasta contribución al desarrollo de la ciencia, Rita Levi-Montalcini fue mucho más que una investigadora brillante. No se puede entender su figura sin conocer su faceta filantrópica y su defensa de los derechos humanos. En 1992, constituyó con su hermana Paola la fundación que aún hoy lleva su nombre y que inicialmente se dedicó a promover el estudio y el trabajo entre los más jóvenes, y que se centraría más tarde en facilitar el acceso de las niñas y mujeres africanas a una educación de calidad, elemento esencial, según Rita, para el desarrollo económico, social y cultural.

Rita Levi-Montalcini fue mucho más que una investigadora brillante. No se puede entender su figura sin conocer su faceta filantrópica y su defensa de los derechos humanos.

A estos proyectos dedicaría la última parte de su vida, hasta el 30 de diciembre de 2012, día en el que falleció a la edad de ciento tres años. Casi un siglo dedicado a la ciencia, a la reflexión, a la lucha incansable por los derechos humanos y a dejarnos un legado de incalculable valor que ha inspirado a miles de personas y que siempre seguirá vivo, porque tal y como ella misma dijo «La muerte es lo natural, llegará un día, pero no matará lo que hice. Solo acabará con mi cuerpo».

Referencias

Rita Levi-Montalcini, una vida dedicada a la ciencia y a la humanidad. Revista Eubacteria (2010) N O 24 / 1. Revista Universitaria de divulgación científica.
Fondaziones ONLUS Rita Levi-Montalcini. Página web de la fundación.
Rita Levi-Montalcini. Biografías y vidas. La enciclopedia biográfica en línea.
Rita Levi-Montalcini. Wikipedia

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