Alucinación o realidad, ¿acaso hay diferencia?

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La mente humana es curiosa y siempre tiende a buscar una explicación lógica a lo que sucede a su alrededor, aunque a veces parezca imposible. Acontecimientos que antes se consideraban mágicos o demoníacos han podido ser resueltos por la ciencia, como por ejemplo los terremotos que según ciertas culturas se asociaban con la ira divina. Sin embargo, quedan muchos misterios por resolver, como las historias de personas que dicen haber levitado o aseguran haber visto al demonio.

TEXTO POR ANNA MOLINET
ILUSTRADO POR DANIEL GARCÍA
ARTÍCULOS
NEUROCIENCIAS | OBE
10 de Abril de 2017

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La historia de la humanidad está repleta de acontecimientos paranormales o místicos. Algunos de ellos, como las apariciones de la virgen, han servido a las religiones para respaldar sus creencias. Por otro lado, los avistamientos de extraterrestres u ovnis han propiciado toda una generación de teorías sobre conspiraciones intergalácticas y gubernamentales. De todas estas experiencias, la más frecuente aunque tal vez menos conocida, es el denominado Out-of-Body Experience (OBE) —que se traduce como «experiencia extrasensorial»— experimentado por casi todas las personas al menos una vez en la vida.

El OBE es un episodio subjetivo breve en el cual la persona se percibe a sí misma desde fuera de su cuerpo (llamado desencarnación o disembodiment, en inglés), y a menudo se acompaña por la sensación de ver el cuerpo desde una perspectiva elevada (llamado autoscopia). En algunas ocasiones, el individuo que experimenta un OBE solo siente que se desprende de su cuerpo pero no percibe un segundo cuerpo tendido en la cama ni lo observa desde una perspectiva elevada.

Esta experiencia ha sido catalogada por algunas religiones como un viaje astral, en que el alma sale del cuerpo y por ese motivo se ve uno desde una perspectiva elevada.

Sin embargo, buceando en el conocimiento de la mente, la ciencia puede explicar este fenómeno, eliminando así el componente místico o divino de las teorías sobre viajes astrales. Varias investigaciones durante el siglo pasado coincidieron en que los OBE se producían en situaciones extremas, como por ejemplo en experiencias cercanas a la muerte, en momentos de extenuación física o durante una operación quirúrgica. Sin embargo, de manera menos frecuente, algunas personas lo experimentaban en periodos cercanos al sueño e incluso algunos individuos aseguran ser capaces de inducirse voluntariamente OBE. El hecho de que muchas de las personas que experimentaban situaciones cercanas a la muerte sufrieran un OBE contribuyó a alimentar el argumento divino: la religión explicaba que se trataba del alma liberándose del cuerpo inerte.

El OBE es un episodio subjetivo breve en el cual la persona se percibe a sí misma desde fuera de su cuerpo, y a menudo se acompaña por la sensación de ver el cuerpo desde una perspectiva elevada.

No fue hasta principios de siglo cuando las primeras teorías aparecieron, en parte gracias al desarrollo de técnicas de neuroimagen que permitían escanear el cerebro de manera inocua y poder evaluar qué partes cerebrales se activaban y desactivaban según lo que experimentara el sujeto. Después de varios estudios, los científicos observaron que los OBE estaban relacionados con la activación de la intersección temporo-parietal, e incluso consiguieron inducir OBE en sujetos voluntarios a través de la electroestimulación de dicha área.

Intersección temporo-parietal. Créditos: Anna Molinet

Según numerosos estudios neuropsicológicos, la intersección temporo-parietal está relacionada con la propiocepción (reconocimiento de uno mismo), hecho que apoya la teoría de que los OBE se generen por una activación de dicha área. En un estudio publicado en el New England Journal of Medicine se pudo ver en alta definición las áreas concretas dentro de la intersección temporo-parietal que se activaban: el giro angular-supramarginal y el giro-sulco superior temporal, ambos solo activados en el hemisferio derecho. Dichas áreas se han relacionado dentro de la propiocepción con la orientación en el espacio, y se cree que pueden estar enlazadas con la sensación de desencarnación en que falla la propiocepción espacial y se percibe la sensación de estar flotando.

De ese modo, se encontró una explicación para la primera parte del OBE: la desencarnación o sensación de salir de tu cuerpo. Para poder dar respuesta a la segunda parte del OBE, la autoscopia, los expertos consideraron la experiencia como un tipo de parálisis del sueño. Este acontecimiento, también relativamente frecuente dentro de la población, produce la sensación de estar despierto pero sin poder mover los músculos, y se presenta como una situación de estrés y angustia para el sujeto. Este fenómeno se debe a que durante la fase REM, la fase en que soñamos, el cerebro hace una desconexión con los músculos para que así no nos movamos con las acciones del sueño. La parálisis del sueño ocurre cuando nos despertamos del sueño REM de una manera asincronizada: recuperamos la consciencia pero no el tono muscular, de modo que no nos podemos mover. Además, en algunas ocasiones, el cerebro aún está soñando y esto provoca que estemos despiertos pero a la vez tengamos alucinaciones oníricas creadas por nuestro cerebro y las detectemos como reales.

Por ese motivo, un OBE se considera una clase de parálisis del sueño en que tenemos la alucinación de que estamos elevados y vemos a un cuerpo tendido en la cama, y, por otro lado, la activación anormal de la intersección temporo-parietal nos confunde con el reconocimiento doble de nosotros mismos en el espacio. 

La parálisis del sueño, aparte de poder dar explicación a los OBE, también es la justificación más probable de los avistamientos de ovnis, las levitaciones, las apariciones marianas y los sucesos paranormales en general. Durante la parálisis del sueño, la persona lo vive como un suceso totalmente real, ya que se encuentra despierta, pero a la vez el cerebro está añadiendo alucinaciones y provoca que estas parezcan muy reales, ya que no solo son percepciones visuales, sino también sonoras o táctiles. El hecho que sean creaciones del mismo cerebro explica por qué siempre los ovnis o las vírgenes son iguales, y es que teniendo en cuenta que es el cerebro el que los crea, este proyecta lo que esperaríamos ver.

La parálisis del sueño, aparte de poder dar explicación a los OBE, también es la justificación más probable de los avistamientos de ovnis, las levitaciones, las apariciones marianas y los sucesos paranormales en general.

La capacidad que tiene la mente humana para engañarnos con lo que vemos es increíble, fascinante y escalofriante a la vez. Si reflexionamos acerca del tema da mucho qué pensar. Teniendo en cuenta que todo lo que conocemos o experimentamos depende de nuestros sentidos, realmente no vemos el mundo tal y como es, sino tal y como lo interpreta nuestro cerebro. En el fondo, nuestra realidad es un conjunto de inputs cerebrales integrados a partir de lo que captan nuestros sentidos, pero ¿qué pasa cuando estos nos engañan o no funcionan correctamente? Es imposible diferenciar qué parte es producto de nuestra interpretación del entorno y qué parte es producto de nuestra imaginación.

Aunque ¿acaso esto importa? Nunca podremos ver la realidad porque siempre tendremos el filtro subjetivo de nuestros sentidos, así que quizás podríamos considerar que todo lo que vemos y sentimos son realmente alucinaciones creadas por nuestro cerebro.

Bibliografía

 —Blanke O, Mohr C. 2004. Out-of-body experience, heautoscopy, and autoscopic hallucination of neurological origin. Implications for neurocognitive mechanisms of corporeal awareness and self consciousness. Brain Research Reviews 50: 184– 199.
—De Ridder D, Van Laere K, Dupont P, et al. 2007. Visualizing Out-of-Body Experience in the Brain. New England Journal of Medicine 357:1829-33.

 

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