Conan Doyle y el caso de Mr. Edalji

Portada móvil

«El resultado de mi investigación me ha mostrado una cadena de circunstancias que parecen tan extraordinarias que están más allá de la invención de un escritor de ficción».
Arthur Conan Doyle sobre el caso Edalji

TEXTO POR JULIÁN ROYUELA
ILUSTRADO POR JUANMA BUAH!
ARTÍCULOS
LÓGICA | REALIDAD | RELATO
27 de Abril de 2017

Tiempo medio de lectura (minutos)

Sí, el protagonista de esta historia de misterio es Arthur Conan Doyle y no Sherlock Holmes. Y es que algunas veces si bien la realidad no supera a la ficción al menos la iguala.

El padre del detective más famoso de todos los tiempos tuvo que emplear la lógica deductiva que hizo celebre a su personaje en algunas ocasiones que, por cierto, nada tenían que ver con sus novelas y en donde no estaba en juego el aplauso del público sino la vida de personas acusadas de ciertos delitos.

Arthur Conan Doyle by Walter Benington. 1914. Wikimedia.
Arthur Conan Doyle by Walter Benington. 1914. Wikimedia.

Prólogo

Aunque la vida del escritor estuvo plagada de hechos, anécdotas y vivencias —cada una de las cuales podría por sí sola dar pie, como mínimo, a un artículo e incluso de alguno de ellos se han escrito libros y realizado películas—, en este caso nos centraremos únicamente en un suceso, completamente real y cuya investigación publicó el propio Arthur Conan Doyle en The Daily Telegraph a mediados de enero del año 1907.

Los hechos

En Great Wyrley, un pequeño pueblo del condado de Staffordshire, ubicado en el centro de Inglaterra, comenzaron a sucederse una serie de siniestros hechos nocturnos: varios animales (vacas, caballos y ovejas) aparecían a la luz del día desangrados con una incisión larga, no muy profunda, en el estomago que les habría supuesto una muerte lenta y dolorosa. Ni qué decir tiene que en una comunidad ganadera como aquella los hechos constituían una circunstancia doblemente preocupante.

¿El culpable?

El hijo del párroco local de origen hindú, George Edalji, abogado de profesión, fue acusado de las matanzas y condenado por maltrato animal a siete años de trabajos forzados. Tenía veintisiete años y corría el año 1903. 

Foto 2. George Edalji. Ficha policial.
George Edalji. Ficha policial. Fuente.

El detonante

En una zanja cercana al domicilio de los Edalji se encontró un poni acuchillado hasta su desangramiento. Este hecho, junto con unos anónimos verificados por un experto grafólogo, y otras pruebas circunstanciales fueron consideradas suficientes para su condena, a pesar de que el párroco aseguró que su hijo dormía tranquilamente la noche de los hechos y de que, con Edalji encarcelado, continuaron las matanzas de animales. 

Los antecedentes

La vida del párroco y sus hijos no fue demasiado plácida desde su llegada a Great Wyrley. Se trataba de un clérigo hindú convertido al cristianismo, de nombre impronunciable (Shapurji Edalji), tez oscura y ascendencia parsi, en una aldea de la Inglaterra profunda y que, encima, en ocasiones prestaba la sala parroquial para reuniones políticas de ideas liberales, despertando así la animadversión de los políticos locales.

Hacia el año 1888 (George tenía tan solo doce años) comenzaron a llegar anónimos insultantes a la vicaría por los que fue juzgada la sirvienta doméstica del párroco, cuyo abogado en el juicio declaró no ser más que una simple broma. El hecho es que tras este incidente no llegaron más anónimos hasta pasados cuatro años. En 1892, comenzaron a llegar nuevamente y con inusitada virulencia, no solo al vicario y no solo en el pueblo: vecinos de aldeas cercanas también recibieron anónimos injuriosos y macabros contra la familia Edalji.

Como muestra de la virulencia de los anónimos, se reproduce a continuación extractos de uno de ellos: 

«I swear by God that I will murder George Edalji soon. The only thing that I care about in this world is revenge, revenge, revenge, sweet revenge, I long for, then I shall be happy in hell».

«Every day, every hour, my hatred is growing against George Edalji».

«Do you thing, you Pharisee, that because you are a parson God will absolve you from your iniquities?».

«May the Lord strike me dead if I don't murder George Edalji».

«Juro por Dios que voy a matar a George Edalji pronto. Lo único que me importa en este mundo es la venganza, venganza, venganza, la dulce venganza, la anhelo, entonces seré feliz en el infierno».

«Cada día, cada hora, mi odio crece contra George Edalji».

«¿Te parece, fariseo, que por ser párroco, Dios te absolverá de tus iniquidades?».

«Que el Señor me mate si no asesino a George Edalji».

Al mismo tiempo, la comunidad sufría una serie de bromas pesadas cuyo objetivo no era otro que propiciar una animadversión aún mayor contra los Edalji y de cuyos actos se responsabilizó al hijo mayor de la familia, George. Estos hechos se prolongaron durante más de tres años. El propio señor Edalji publicó varios de los anónimos en periódicos locales por si alguien podía ayudar a encontrar al autor de los mismos.

El culpable de las misivas nunca fue descubierto, si bien por el contenido de las cartas, se tenía la seguridad de que era un miembro cercano de la comunidad, e incluso se llegó a especular sobre una posible venganza de la sirvienta despedida y humillada cuatro años antes. 

Las pruebas

La noche de autos varios testigos vieron a George volver a la vicaría, donde vivía con su padre, alrededor de las 9:30 horas. Después de la cena se retiró a la habitación que compartía con su padre, de sueño ligero. La casa estaba cerrada a cal y canto debido a los anónimos, y las calles más cercanas estaban vigiladas por la policía —más de veinte agentes que ya lo tenían en el punto de mira—,  y sin embargo, tras una noche tormentosa, de lluvia salvaje, con las primeras luces del alba se descubría el poni acuchillado en una zanja. Y aun así, en plena noche, George Edalji consiguió salir, eludiendo la vigilancia paterna y policial, acuchillar al poni y volver a casa para introducirse de nuevo en la cama sin ser descubierto.

Por la mañana, mientras el joven abogado comenzaba su jornada de trabajo en Birmingham, la policía allanaba la vicaría en busca de pruebas. Requisaron su ropa y unas hojas de afeitar húmedas con manchas cobrizas que desde el principio se establecieron como el arma homicida. Doce hombres peinaron el pequeño jardín en busca de más pruebas, pero no se encontró nada.

De la ropa requisada se extrajeron, principalmente, unos pantalones, unas botas manchadas de barro y una capa, antigua, manchada y tan gastada que ni siquiera formaba parte del vestuario del abogado, a decir de la policía y curiosamente también húmeda con unas manchas blanquecinas que la policía interpretó como de saliva animal. Otras pequeñas manchas en los puños también dieron lugar a controversia.

El inspector Campbell dijo haber visto crines de caballo en la capa, curiosamente y de entre los testigos presentes que comprobaron el atuendo, nadie más los vio.

El Dr. Butter (se desconoce si el tal doctor lo era en medicina o veterinaria) en un análisis posterior recoge de la misma veintinueve crines cuyo origen indudable es el poni acuchillado.

En los alrededores del suceso, el inspector Campbell localiza la huella del talón de una bota que parece coincidir con la incautada en casa del sospechoso

Como consecuencia de todo lo anterior, George Edalji es detenido en el despacho en el que trabajaba en Birmingham y sometido a juicio tras el que es condenado a siete años de trabajos forzados. Es liberado después del tercero sin causa ni explicación.

Mr. Edalji

Tras la liberación, y deseoso de limpiar su nombre (había sido excarcelado pero no exonerado por lo que seguía siendo culpable y no podía desempeñar su oficio), el Sr. Edalji se pone en contacto con sir Arthur Conan Doyle a través de una carta, en la que le relata la historia. El escritor se interesa por lo que piensa es un caso claro de racismo y ensañamiento con la familia Edalji y toma cartas en el asunto e inicia una investigación.

Desmontando las pruebas

Las conclusiones de las investigaciones del señor Doyle junto con algunas matizaciones que en el juicio pasaron desapercibidas son las siguientes:

—Las manchas rojizas de las cuchillas de afeitar incautadas resultaron, tras el pertinente examen químico, ser simplemente óxido y además no podían producir el tipo de cortes por los que murieron desangrados los animales.

—Las manchas blanquecinas de la capa, supuesta saliva de caballo, tras el pertinente examen resultó ser almidón, aunque se desconoce su procedencia.

—En el juicio se demostró que durante el traslado de pruebas un trozo de piel cortado al poni y la capa, viajaban juntos en la misma bolsa con lo que la transferencia de las 29 crines quedaba bajo sospecha.

—La capa, a decir del inspector Campbell, estaba húmeda, ni empapada ni chorreando después de una noche de lluvia como atestiguan los registros de la época.

—Cuando el inspector, durante el registro de la casa, dice haber visto las crines de caballo no las recoge y guarda en un sobre o similar, como debería haberse hecho para no perderlos durante el traslado sino que guarda la capa para su examen.

—Esta prueba tan importante para la acusación —la capa— desaparece durante más de doce horas y reaparece en manos del veterinario de la acusación.

—Y en palabras literales del escritor «…ahora llegamos a la farsa de las huellas». El escenario del suceso estaba situado a las afueras de una gran mina de carbón y fue pisoteado por cientos de mineros de camino al trabajo durante más de seis horas, que aguijoneados por el morbo y la curiosidad, observaban los quehaceres policiales y sin embargo, ocho horas después, alrededor de las cuatro de la tarde, el inspector Campbell encuentra la huella de un talón. No se tomaron fotografías, no se consultó con ningún experto. Ni siquiera se mencionó como prueba a los magistrados en los preliminares del juicio a pesar de que posteriormente se presentaría como una prueba contundente de la presencia de Edalji en las cercanías del animal asesinado.

—En marzo de 1904, un hombre, llamado Farrington fue condenado por herir a algunas ovejas. Nunca se hizo ningún intento de hallar una relación entre este hombre y Edalji, que se encontraba cumpliendo condena.

—La supuesta carta en la que George Edalji admite haber enviado anónimos y ser el autor de las bromas pesadas fue examinada por un experto grafólogo que ya había cometido errores anteriormente que habían conducido a injustas condenas.

—Uno de los amenazantes anónimos recibido en la vicaría a nombre del párroco, el 17 de marzo de 1893, decía: «Antes de que acabe el año, tu hijo estará en el cementerio o habrá caído en desgracia para toda la vida», más adelante, en la misma carta «¿Acaso crees que no podemos copiar la escritura de tu chico?».

—El barro encontrado en pantalones y botas —de color marrón oscuro— no correspondía con el de la zona donde se encontró al poni, una mezcla de arcilla y arena de color anaranjada.

Primera publicación de las investigaciones de Conan Doyle sobre el caso Edalji. The Daily Telegraph. 11 de enero de 1907.
Primera publicación de las investigaciones de Conan Doyle sobre el caso Edalji. The Daily Telegraph. 11 de enero de 1907.

El desenlace 

Conan Doyle comienza su publicación, primero en el Daily Telegraph, posteriormente en el New York Times y finalmente en el Washington Post de esta forma:

«La primera visión que tuve de George Edalji bastó para convencerme de la extrema improbabilidad de ser culpable del crimen por el que fue condenado y para sugerirme al menos algunas de las razones que le habían llevado a ser sospechoso. Había venido a mi hotel para nuestra cita, pero me había retrasado y él esperaba leyendo el periódico. Reconocí a mi hombre por su rostro oscuro así que me paré y lo observé. Sostenía el papel cerca de sus ojos y más bien hacia los lados, demostrando no solo un alto grado de miopía, sino un marcado astigmatismo. La idea de un hombre recorriendo los campos por la noche y asaltando el ganado mientras evitaba a la policía era ridícula para cualquiera que pueda imaginar lo que el mundo parece a los ojos de un miope con ocho dioptrías —el valor exacto de la miopía del Sr. Edalji, según el Sr. Kenneth Scott de Manchester— ... Allí, en un solo defecto físico, estaba la certeza moral de su inocencia, y la razón por la que debía convertirse en el chivo expiatorio.

Antes de verlo, había leído la considerable literatura que me había sido enviada sobre su caso. Después de verlo leí aún más, vi o escribí a cualquiera que pudiera de alguna manera arrojar luz sobre el asunto, y finalmente visité Wyrley en un fértil día de trabajo sobre el terreno. El resultado de toda mi investigación me ha mostrado una cadena de circunstancias que parecen tan extraordinarias que están más allá de la invención del escritor de ficción. Siempre, en mis preguntas, he conservado en mi mente la suprema necesidad de seguir la verdad en lugar de cualquier teoría preconcebida y siempre estuve dispuesto a examinar cualquier punto contra el acusado con tanto cuidado como si lo hiciera a favor de su inocencia, pero he sentido por fin que era un insulto a mi inteligencia oponerse por más tiempo ante la certeza de que se había producido un error de justicia inconcebible».

De la aguda miopía de Edalji apenas se hizo mención en el juicio.

Con todos los datos de la investigación, Conan Doyle preparó un informe y lo presentó en el ministerio, donde el caso fue estudiado de nuevo por una comisión parlamentaria.

Con el final de la primavera de 1907 llegó la absolución de George Edalji. Aun así, no se le indemnizó debidamente por el tiempo que pasó encarcelado, pero al menos pudo volver a ejercer su profesión.

La comisión que revisó el caso Edalji llegó a la conclusión de que la investigación no se llevó a cabo con objeto de encontrar al culpable sino de encontrar las pruebas suficientes para inculpar a George Edalji, al que ya se tenía sin duda alguna como autor de los hechos.

La dificultad para revocar la condena de Edalji sirvió para demostrar que era necesario un mejor y más eficaz mecanismo para revisar los veredictos inciertos o erróneos y fue un factor clave en la creación de un tribunal de apelación para Inglaterra en 1907.

Nota del autor: el artículo ha sido elaborado a partir del relato del caso que el propio sir Arthur Conan Doyle publicó en los periódicos antes mencionados cuyas transcripciones han sido obtenidas de la siguiente dirección del proyecto Gutenberg en Australia.

Deja tu comentario!