El Doppelgänger

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Al principio, construíamos mitos para explicar una realidad que no entendíamos. Pero con el paso de los años, la ciencia ha ido explicando todos aquellos fenómenos naturales —de las experiencias extracorpóreas al Doppelgänger— hasta llegar a la última frontera: el cerebro.

TEXTO POR PABLO BARRECHEGUREN
ILUSTRADO POR ANGYLALA
ARTÍCULOS
NEUROCIENCIAS
8 de Enero de 2018

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De hecho, gran parte de los monstruos, mitos y espíritus que en la actualidad tenemos presentes —y en los cuales algunos todavía creen—se pueden explicar gracias a la neurociencia. Esto es algo reciente porque hasta las últimas décadas era muy complicado estudiar con el rigor adecuado fenómenos tales como las experiencias extracorpóreas, ver luces o incluso verte a ti mismo y creer que estás viendo un doble que te está suplantando. Y del mismo modo que ahora podemos ir hacia adelante desmitificándolas, también podemos viajar hacia atrás para rastrear sus orígenes históricos y mitológicos. Por ejemplo, la experiencia de ver al doble de uno mismo tiene el nombre de una criatura escurridiza: el Doppelgänger.

En alemán, este nombre significa «doble andante» y es una figura que se puede rastrear desde la literatura moderna hasta la mitología centro-europea. El Doppelgänger podía ser desde una aparición fantasmagórica de uno mismo a un suplantador de la propia identidad, y se le solía considerar un mal augurio. Pero ¿qué es realmente un Doppelgänger?

Se trata de una experiencia autoscópica. Su traducción del griego viene a significar «mirándose a uno mismo», y son aquellas experiencias en las cuales una persona se ve a sí misma sin la ayuda de ningún espejo u elemento similar. Estas experiencias se suelen clasificar en tres grupos principales: alucinaciones autoscópicas, heautoscopia y experiencias extracorpóreas.

La experiencia de ver al doble de uno mismo tiene el nombre de una criatura escurridiza: el Doppelgänger.

Las dos primeras son bastante similares: en las alucinaciones autoscópicas el paciente ve frente a sí mismo, y normalmente en el campo izquierdo de su visión, su propia cara como si la estuviera observando en un espejo (aunque esta imagen no siempre es el rostro del paciente con todos los colores o con su apariencia en el momento que ve la imagen). Las alucinaciones autoscópicas solo muestran el rostro o, como mucho, parte del torso, de un modo especular; mientras que en la heautoscopia el paciente se ve a sí mismo completamente e incluso realizando acciones. Es importante destacar que en ambas experiencias el paciente sabe dónde está él y reconoce la alucinación como algo externo. Esta es la gran diferencia con las experiencias extracorpóreas, donde el paciente cree que se está viendo a sí mismo desde fuera de su propio cuerpo cuando en realidad es todo una alucinación. Aparte de estas formas principales, también entraría dentro del grupo de experiencias autoscópicas sentir presencias a nuestro alrededor o en nuestro interior, e incluso existe una autoscopia negativa en la que el paciente no se ve reflejado en los espejos, al estilo vampiro.

Las alucinaciones autoscópicas solo muestran el rostro o, como mucho, parte del torso, de un modo especular; mientras que en la heautoscopia el paciente se ve a sí mismo completamente e incluso realizando acciones.

Dentro de todas estas alucinaciones, el Doppelgänger sería un ejemplo de alucinación heautoscópica. En ella, los pacientes ven una imagen completa de sí mismos, que puede ser en color o no, ya sea estática o realizando acciones. Lo interesante es que las heautoscopias son un punto intermedio entre las experiencias extracorpóreas y las alucinaciones autoscópicas, donde parte de la identidad del paciente se proyecta hacia la imagen y parte se pierde dentro del propio cuerpo. Esto contribuye a que el paciente se sienta identificado con la imagen y crea que esta es una suplantación o se vea como él mismo en un futuro, etc. Si a esto le sumamos que junto con la alucinación es posible que se produzcan mareos, pérdida de equilibrio... Ya tenemos todos los elementos para crear un personaje mitológico cuya presencia es un signo de mal augurio.

Pero lo importante es que por muchas historias que inventemos, la ciencia continúa avanzando. Y aunque todavía es un campo bajo estudio, ya estamos empezando a comprender las bases neurobiológicas de las experiencias autoscópicas. Como muchos de estos casos aparecen en personas con lesiones debidas a ataques epilépticos, pacientes psiquiátricos, personas con migrañas e incluso con algún tipo de tumor cerebral, al tratar estos pacientes hemos podido ir localizando dónde se encuentran las lesiones que provocan las alucinaciones e incluso se han llegado a reproducir artificialmente estas visiones. Un claro ejemplo son los diferentes estudios donde se estimulan partes del cerebro durante pruebas diagnósticas. En uno de ellos, para encontrar el punto concreto donde el paciente tenía el foco epiléptico, este está consciente y va hablando tranquilamente con el médico mientras que, sin que él sepa cuando, se le van estimulando partes del cerebro mediante unos electrodos implantados con anterioridad. Durante esta tarea diagnóstica, dos pacientes vieron su propia cara enfrente, alucinación autoscópica, cuando se activaron los electrodos en zonas concretas.

El Doppelgänger sería un ejemplo de alucinación heautoscópica. En ella, los pacientes ven una imagen completa de sí mismos, que puede ser en color o no, ya sea estática o realizando acciones.

Gracias a todo este trabajo ahora sabemos que los distintos tipos de alucinaciones autoscópicas tienen en parte distintos orígenes neuronales. Por ejemplo, se ha visto que la heautoscopia presenta alteraciones en el córtex insular posterior, y como esta es una zona cerebral implicada en integrar distintas señales sensoriales, al estar alterado nuestro procesamiento sensorial se pueden producir este tipo de alucinaciones.

Sin embargo, debido al poco tiempo que llevan utilizándose estas técnicas y la baja frecuencia de estas alucinaciones, los estudios clínicos actuales son limitados, así que es recomendable esperar un poco más de tiempo para definir completamente las partes involucradas, ya que de momento estas varían parcialmente según el tipo de alucinación y lesión concreta. Mientras tanto, lo que ya podemos ir haciendo es desterrar toda esa mitología de viajes astrales o apariciones que todavía hoy perviven en forma de un misticismo que simplemente camufla un mero, aunque complejo, proceso neurológico. 

Referencias

—Anzellotti, F., Onofrj, V., Maruotti, V., Ricciardi, L., Franciotti, R., Bonanni, L., Thomas, Marco,A., Onofrj, M. (2011). Autoscopic phenomena: case report and review of literature. Behavioral and Brain Functions, 7(1), 2.
—Heydrich, L., & Blanke, O. (2013). Distinct illusory own-body perceptions caused by damage to posterior insula and extrastriate cortex. Brain, 136(3), 790–803.
—Jonas, J., Maillard, L., Frismand, S., Colnat-Coulbois, S., Vespignani, H., Rossion, B., & Vignal, J. P. (2014). Self-face hallucination evoked by electrical stimulation of the human brain. Neurology, 83(4), 336–338.

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