Seda de mar. Tejiendo los últimos recuerdos

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Entre el mar y sus batientes olas, bajo la ondeante superficie que cubre más de tres cuartas partes de la superficie de la Tierra se esconde una biodiversidad inmensa. Miríada de organismos pueblan el mar, cuna de la vida y germen de la evolución. Hoy, uno de sus habitantes más bellos y carismáticos se encuentra en una situación de peligro crítico de extinción.

TEXTO POR MAITE VÁZQUEZ LUIS , JOSE Mª MARMANEU PALERO
ILUSTRADO POR MARINA GUIU
ARTÍCULOS
BIODIVERSIDAD | BIOLOGÍA MARINA
12 de Abril de 2018

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Hace más de 2000 años que los antiguos pueblos costeros, civilizaciones mediterráneas como la fenicia, la griega o la romana, supieron explotar las riquezas que el Mare Nostrum ofrecía. Colorantes, como la púrpura de Tiro extraída de la caracola Murex brandaris o cañaílla, como se la conoce popularmente; la sal, tan importante en la antigüedad para la conservación de los alimentos; el coral, de incalculable valor y usado como moneda de cambio. O simplemente la pesca, alimento de todo un conjunto de civilizaciones que crecieron en torno al mar.

El mar Mediterráneo ha sido desde siempre un paraíso repleto de vida, pero las consecuencias del ritmo de vida moderno han hecho que pierda, casi por completo, uno de sus mayores encantos: un ser reposado pero impactante, que destaca entre todos por su majestuosidad y templanza. Hablamos de la nacra, un molusco bivalvo, el mayor de las aguas mediterráneas y el segundo del mundo, cuyo nombre científico es Pinna nobilis.

Esta especie ha sido desde hace mucho tiempo un emblema de nuestras aguas, pero no siempre se ha respetado su bienestar. Diferentes factores como la pesca furtiva, que aprovecha la concha como trofeo decorativo, u otras presiones vinculadas con acciones antrópicas: pesca de arrastre, contaminación de las aguas, pérdida de hábitat por la construcción de obras de protección de las playas o de zonas portuarias e impactos vinculados al ocio y turismo, sobre todo por el anclaje de embarcaciones, llevaron a los expertos a catalogar la especie en 1992 en estado Vulnerable. A raíz de esta protección y de la creación de espacios marinos protegidos, la nacra poco a poco se había ido recuperando en muchos puntos del territorio nacional, pero la inesperada y repentina aparición de una nueva amenaza, ha conseguido romper el breve equilibrio en el que se encontraba a una velocidad de vértigo.

Ejemplar adulto de nacra en su medio natural sobre Posidonia oceanica. Maite Vázquez Luis/COB-IEO

Recientemente, en noviembre de 2017, gracias a la opinión promovida por el grupo de expertos de este molusco a nivel nacional y coordinado por el Centro Oceanográfico de Baleares Instituto Español de Oceanografía (COB-IEO), la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad ha aprobado la recatalogación de la nacra a En Peligro de extinción en situación crítica. El motivo que ha propiciado este cambio es un parásito, un protozoo (Haplosporidium) que afecta al sistema digestivo de la nacra causándole a la postre la muerte.

Esta especie ha sido desde hace mucho tiempo un emblema de nuestras aguas, pero no siempre se ha respetado su bienestar.

Hasta el verano de 2016, la especie, endémica del mar Mediterráneo, era habitual por las costas de nuestro país, sobre todo presentaba una distribución amplia y generosa en áreas marinas protegidas. Era posible incluso disfrutar de grandes ejemplares, en torno a 1,2 metros de longitud, y con una longevidad de hasta 50 años. Cataluña, Comunidad Valenciana, Islas Baleares, Región de Murcia y Andalucía albergaban poblaciones con densidades más o menos estables y bien definidas de nacra. Su distribución espacial media se estimaba de uno a cuatro ejemplares por cada 100 m2, llegando a darse casos concretos, como el de la isla de Cabrera (Baleares), con más de 37 individuos/100 m2, densidades de las más elevadas de todo el Mediterráneo.

Recientemente la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad ha aprobado la recatalogación de la nacra a En Peligro de extinción en situación crítica.

En el aciago devenir de este impresionante bivalvo, se estima que más del 90% de sus poblaciones han desaparecido en gran parte del Mediterráneo español desde que en otoño de 2016 comenzara la proliferación del parásito. Según un reciente estudio publicado en julio 2017 en la revista Frontiers in Marine Science, en apenas seis meses el impacto en la Comunidad Valenciana, Murcia, Andalucía y Baleares fue de casi el 100%, no salvándose ni siquiera en las cristalinas aguas de Ibiza, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999, ni el Parque Nacional de Cabrera donde se contaba con cientos de miles de individuos. Algunos de los primeros casos se detectaron en Ibiza y Formentera el 28 de septiembre (2016), 4 y 5 de octubre en Almería, la Isla de Tabarca (Alicante) el 17 de octubre, de ahí se extendió a Calpe y Torrevieja (Alicante) el día 19 y 20 respectivamente, Águilas (Murcia) el 22 y así sucesivamente hasta que en febrero de 2017 la enfermedad había asolado a la práctica totalidad de las nacras.

Imagen de ejemplares de nacra muertos en una parcela de seguimiento demográfico en el Parque Nacional de Cabrera. Maite Vázquez Luis/COB-IEO

Es más, la preocupante pandemia que hasta hace poco parecía no afectar a las poblaciones de las aguas catalanas, donde se albergaba la esperanza de mantener un reservorio de poblaciones sanas y estables lejos de la influencia del parásito, ha comenzado a extenderse desde l’Atmella de Mar en septiembre 2017 hasta las Islas Medas en diciembre de 2017. Por si fuera poco, y para desgracia de la comunidad europea, la confirmación de la intratable expansión del parásito por el Mediterráneo ha llegado hasta Italia y Francia, donde recientemente han sido observados casos de muertes (Ischia, Sicilia y Córcega).

Se estima que más del 90% de sus poblaciones han desaparecido en gran parte del Mediterráneo español.

Retirado del medio un ejemplar muerto para su estudio. Maite Vázquez Luis/COB-IEO

La nacra suele estar vinculada a Posidonia oceanica, la planta marina de la cual depende en gran medida para instalarse y el hábitat natural del molusco, ya que la nacra requiere de un sustrato arenoso donde enterrarse parcialmente y, además, que exista alguna estructura dura y estable donde anclar los filamentos de su biso. A tal efecto, hay que insistir en que la posidonia es una planta, no un alga, y por lo tanto presenta raíces, tallos y hojas. Son en este caso sus tallos, los rizomas, los que sirven de punto de fijación para la nacra. En lugares concretos como el de las Islas Columbretes (Castellón), donde la planta marina predominante es Cymodocea nodosa, la presencia de la nacra se reduce, ya que, aunque posible, el agarre es menos efectivo que con Posidonia oceanica.

Además del anclaje, las praderas de posidonia actúan también como una importante barrera de protección frente al hidrodinamismo del mar, mitigando la fuerza que las corrientes y el oleaje ejercen sobre la nacra. También, la profundidad a la que se conforman estas praderas constituye el nivel idóneo de instalación de la nacra, ya que se sitúan en un punto intermedio, ni demasiado superficial, evitando así los estragos del oleaje, ni muy profundo, donde la ausencia de luz limitaría la cantidad de producción de alimento.

Como organismo filtrador, es decir, que se alimenta de partículas en suspensión, la nacra es un excelente bioindicador de la calidad del agua, vinculando su presencia a aguas limpias y con escasa contaminación. Además, gracias a sus valvas, que proporcionan la posibilidad de un sustrato duro en un ambiente predominantemente blando, las nacras actúan como hábitat de innumerables organismos epibiontes (que viven encima de otro ser vivo). Algunos estudios citan más de 120 especies de organismos diferentes en una sola nacra, lo que demuestra su importancia ecológica, donde en algunos casos llega a constituir una verdadera comunidad animal actuando como un centro de agregación de especies y generadora de biodiversidad.

Individuo de nacra sobre el cual se pueden observar algunos organismos epibiontes. Maite Vázquez Luis/COB-IEO

Otro aspecto de gran importancia histórica y tradicional de la nacra lo constituye su biso, ese conjunto de hasta 30 000 filamentos que el animal utiliza para anclarse al sustrato. Estos filamentos eran empleados desde la antigüedad por egipcios y romanos como fibras para la confección de diferentes tejidos. Gracias a su ligereza y suavidad se le confirió el nombre de seda de mar y con ella se elaboraban desde guantes, telas, vestidos y hasta la envoltura de algunas momias del antiguo Egipto. Por fortuna, hoy en día estas prácticas están casi extinguidas, ya que la elaboración de un solo kilo de seda de mar necesita de la muerte de unas 4000 nacras.

La nacra es un excelente bioindicador de la calidad del agua, vinculando su presencia a aguas limpias y con escasa contaminación.

Tejido realizado con el biso de la nacra, seda de mar. Museo del Biso, Cerdeña. Toni Font

Todas estas cifras y datos hacen que la situación se considere realmente alarmante dada la situación tan crítica en la que se encuentra la especie. Como medida, la nueva catalogación de la especie por el gobierno nacional ha hecho efectiva la llegada de recursos, los cuales han sido destinados al rescate de algunas de las nacras aún no afectadas por la pandemia. Hasta la fecha se han extraído un total de 215 individuos que han sido transportados a diferentes centros de acuicultura ex situ. Tal vez en ellos y en los escasos supervivientes que hay localizados se encuentre la salvación de una especie cuya extinción esperemos podamos estar a tiempo de revertir.

Referencias

— Vázquez-Luis M, March D, Alvarez E, Alvarez-Berastegui D, Deudero S (2014). Spatial distribution modelling of the endangered bivalve Pinna nobilis in a Marine Protected Area. Mediterranean Marine Science, 15/3, 626-634.
— Vázquez-Luis et al. (2017). S.O.S. Pinna nobilis: A mass mortality event in western mediterranean sea. Frontiers in Marine Science 4: 220.
Noticiario de la Sociedad Española de Malacología (SEM) (2017a). 67, 36-39.
— Cosentino, A.y Giacobbe, S. (2008). Aspects of epizoobiontic mollusc assemblages on Pinna shells. II. Does the Mediterranean P. nobilis represent an isle of biodiversity? Cah. Biol. Mar. 49: 161-173.
— Jiménez Gutiérrez, S. V. (2012). Especies marinas de alto valor ecológico en Nueva Tabarca: Posidonia oceanica y Pinna nobilis. Canelobre, 60: 320-333.
Noticiario de la Sociedad Española de Malacología (SEM) (2017b). 68, 58-61.
— Guallart, J. y Templado, J. (2012). Pinna nobilis. En: VV.AA., Bases ecológicas preliminares para la conservación de las especies de interés comunitario en España: Invertebrados. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Madrid. 81 pp.

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