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08 Mayo

Un día triste para la ciencia: La ejecución de Lavoisier

Por Bernardo Herradón

Alrededor de las 5 de la tarde del jueves 8 de mayo de 1794, Antoine-Laurent Lavoisier fue ejecutado por decapitación durante la Revolución Francesa.

¿Su delito? Haber sido recaudador de impuestos de la Ferme Générale, una organización semi-feudal, que por concesión real, se encargaba de gestionar el cobro de los impuestos en Francia. Aunque Lavoisier colaboró con el gobierno revolucionario al comienzo de esta época encargándose de gestionar actividades científica y educativas, durante el periodo del Reino del Terror (septiembre de 1793) todos los concesionarios de la Ferme Générale fueron detenidos y condenados a muerte.

Aunque muchos colegas científicos intentaron salvar su vida, no se tuvo éxito. Su amigo el matemático Lagrange dijo “Un segundo bastó para separar su cabeza del cuerpo, pasarán siglos para que una cabeza como aquella vuelva a ser llevada sobre los hombros de un hombre de ciencias”.

La labor científica de Lavoisier fue impresionante. Ayudado por su esposa, Marie-Anne Pierrete Paulze (1758-1836), realizó experimentos que constituyen un hito para la Química y marcan el comienzo de la Química moderna.

Aunque Priestly y Scheele descubrieron el oxígeno, no reconocieron su importancia en Química, por lo que hay que considerar a Lavoisier como su verdadero descubridor, ya que fue quien explicó su comportamiento en las reacciones químicas; identificando su papel en procesos tan variados como la combustión, la respiración y la fermentación, que caracterizó como procesos comunes. Fue el primero en dar su nombre al oxígeno, inspirándose en las palabras griegas oxys, “ácido”, y “genos” producción. En su opinión, el oxígeno engendraba la acidez, aunque luego con el descubrimiento del ácido clorhídrico se demostraría que estaba equivocado.

A diferencia de sus antecesores, Lavoisier midió con total exactitud los cambios de peso que se producían en las reacciones químicas. Así logró explicar lo que ocurría cuando se calentaban los metales, demostrando que en realidad el metal se unía al oxígeno del aire, oxidándose. 

Su alcance sobrepasa el del descubrimiento del oxígeno ya que consigue eliminar, de una vez por todas, la teoría del flogisto. Más importante es que introduce el concepto de medida, ya que utilizó constantemente la balanza. Con la balanza, demostró que si se tienen en cuenta todas las sustancias que forman parte en las reacciones químicas, no se produce un cambio de peso, lo que le condujo a su célebre ley de la conservación de la masa que sirvió de piedra angular a la química del siglo XIX. 

Además, elaboró un sistema lógico de nomenclatura, dejando atrás los farragosos nombres utilizados por los alquimistas. 

En definitiva, un gigante de la ciencia que por desgracia no pudo completar su obra científica.