Ciencia forense: de la teoría a la práctica

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En el Londres del siglo XIX, en plena época victoriana tardía, una serie de acontecimientos dejaron a la sociedad británica asustada y confusa. Eran tiempos de industrialización y progreso que hicieron de la capital la ciudad más grande del imperio británico (y del mundo). Y junto con ello, nacieron los suburbios donde reinaban barrios abarrotados de gente, condiciones insalubres y proliferación de burdeles. Las crónicas de la época hablan de lo poco segura que era Londres debido al gran número de ladrones, niños carteristas y bandas callejeras.

TEXTO POR TERESA PONS
ILUSTRADO POR ANDREA GIL
ARTÍCULOS
ANTROPOLOGÍA
11 de Mayo de 2015

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No debió ser una época fácil, sobre todo en la zona de “East End” de Londres, área conocida por sus notables “slums” habitados por gentes de clase obrera, nativos ingleses o bien, inmigrantes llegados de diferentes partes de Europa. En estas condiciones de gran pobreza, acontecieron unos eventos atroces: al menos cinco casos de mujeres muertas y mutiladas se asociaron a un asesino en serie, Jack el Destripador.

Mucho ha llovido desde los casos de “Whitechapel” de 1888 y hoy en día, aunque todavía haya casos por resolver, la ciencia forense ha avanzado a pasos de gigante y el tal Jack se lo pensaría dos veces antes de cometer semejantes atrocidades en la actualidad. Prueba de ello son las iniciativas que cualquier aficionado o experto en la materia puede disfrutar: fascinantes series de TV tales como “CSI”, “Bones” o la increíble doctora Jan Garavaglia en “Dra. G. Médica Forense”. También hay interesantísimos libros que enseñan a hacer experimentos forenses caseros (ver referencias) y un largo etcétera. Asimismo, no hay que olvidar esas charlas y congresos en las que se juntan profesionales del sector para exponer y debatir nuevos hallazgos que puedan beneficiar en el estudio forense y la sociedad como última favorecida.

Tuve la oportunidad de participar en el 2º Congreso Internacional en Ciencias Forenses y Comportamiento Criminal que se celebró el pasado mayo en Portugal y que fue organizado por el “Instituto Superior de Ciências da Saúde Egas Moniz”, ISCSEM. En él se dieron cita algunos de los expertos de gran renombre internacional en las más diversas y cautivadoras áreas con las que la ciencia forense cuenta hoy en día.

Tal es el caso del Dr. Dallas Mildenhall experto neozelandés en palinología a nivel mundial. Mildenhall expuso el problema de la falsificación de medicamentos aportando escalofriantes datos tales como que dicho fenómeno representa del 15 al 20% de los fármacos comercializados, llegando a ser del 100% en algunas áreas. Respecto a los fármacos antimaláricos, el 53% de estos en el sur este de Asia son falsos. No supone una tarea fácil descubrir su origen y cuáles son las rutas de comercio o entrada. Por ello, un enfoque interdisciplinar que cuente con el estudio de diversas áreas como el del polen (palinología), de los compuestos químicos, de blisters, e incluso de folletos es lo que recopila la “Operación Júpiter”. Esta nació originalmente como programa dirigido por la Interpol para estudiar la falsificación de mercancía en Sudamérica y que, gracias a los recursos disponibles, se pudo expandir en el análisis de medicamentos falsos. Con certeza, una tarea para nada fácil.

Un campo de lo más atractivo en el estudio forense es la antropología, ciencia que aplicada a esta rama estudia restos humanos aplicando técnicas en arqueología, paleopatología e incluso osteología para reconstruir qué sucedió durante la muerte de cierto individuo o grupo de personas. La Dra. Gillian Fowler, experta en antropología forense de la Universidad de Lincoln (Reino Unido) y con una amplia experiencia en exhumaciones de fosas comunes en Guatemala y Afganistán, habló de la importancia de establecer el perfil biológico para identificar cuerpos asignables a personas desparecidas. La actividad del experto antropólogo también engloba la creación del perfil de la víctima por medio de entrevistas a familiares así como de establecer una versión de los hechos lo que a veces supone un difícil hito dadas las circunstancias en que se engloben los mismos. Fowler también hizo hincapié en la importancia que el trabajo de antropólogo supone a nivel individual, para la comunidad así como también como refuerzo del sistema legal de cada nación. Sin lugar a dudas, un trabajo extraordinario.

El estudio de los residuos de disparos con arma de fuego (también conocidos como “gunshot residues”) son de especial interés ya que permiten esclarecer si un arma se ha disparado o quién ha estado en contacto con ella. La gran experta en este tema es la Dra. Suzanne Bell del departamento de química de la Universidad de Virginia Occidental en Estados Unidos. La Dra. Bell contó cómo el estudio de los componentes del cebador del arma (en inglés conocido como primer) son el blanco para el desarrollo de métodos de obtención de residuos o restos de las manos para identificar si se ha disparado con el arma, “entre las 12 y 24 horas” tal y como ella afirma. Todo un reto.

Además de los campos citados para el estudio de la ciencia forense, existen otros importantes como la entomología o la genética, que pueden contribuir en la resolución de casos y por ende, contribuir en la justicia y seguridad ciudadana. 

Referencias:

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