Quiénes eran de verdad los cíclopes

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Los cíclopes están entre los monstruos más famosos que hayan salido de la fantasía de los antiguos griegos. Eran gigantes caracterizados por una fuerza espantosa y por un solo y enorme ojo en el centro de la frente. Todas las leyendas tienen un fondo de verdad, así que es natural preguntarse qué inspiró a los griegos para que imaginasen semejantes criaturas. La respuesta es sorprendente, y quizás aún más interesante del mismo mito.

TEXTO POR GIULIO NIGRO
ILUSTRADO POR BELÉN MORENO
ARTÍCULOS
ANTROPOLOGÍA | BIOLOGÍA | MITOLOGÍA
31 de Octubre de 2019

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Algunas leyendas cuentan que los cíclopes vivían en las cuevas más profundas de Sicilia y de otras islas cercanas. Se decía que eran los ayudantes del dios del fuego, Éfeso, el herrero de los dioses, para el que fabricaban instrumentos en una infernal bodega escondida en el volcán Etna. En otros cuentos se describe a los cíclopes como pastores solteros y brutos, además que implacables devoradores de hombres. El cíclope más famoso de todos es sin duda Polifemo, uno de los principales antagonistas de Ulises en La Odisea. Después de capturar a Ulises y a sus compañeros, el gigante los encierra en su cueva y empieza a devorarlos uno tras uno. Pero Ulises, con su astucia, consigue engañar al monstruo: después de emborracharle y dormirle, le ciega con un palo ardiente para luego escapar.

La Odisea solo es un cuento, obviamente, pero Polifemo y los otros cíclopes existieron de verdad en Sicilia, hace muchísimo tiempo, antes de la llegada de los griegos. Y no eran horribles gigantes, sino criaturas totalmente distintas.

Polifemo

Hace cientos de miles de años, en el Pleistoceno, Europa era muy distinta a como la vemos ahora. En lugar de bosques había sabanas parecidas a las africanas donde vagaban leones, rinocerontes, hienas e hipopótamos. También había elefantes y mamuts. En aquella época hubo varias glaciaciones, durante las cuales el nivel del mar bajaba. Los animales aprovechaban los puentes de tierra que se habían formado para alcanzar las islas del Mediterráneo. Luego, cuando las temperaturas volvían a subir y los glaciares se hundían, el nivel del mar subía, separando a esos animales de los que se habían quedado en el continente.  

El ambiente de las islas tiene efectos bastante raros sobre los animales que las colonizan. Algunas especies de gran tamaño empiezan a volverse más pequeñas con el paso de las generaciones, porque los recursos son más escasos que en el continente y no les conviene tener un cuerpo grande para alimentar. A muchas especies pequeñas le pasa al revés: en las islas hay menos depredadores, así que se pueden permitir volverse más grandes y lentas y así su tamaño crece. Estos dos fenómenos se llaman nanismo y gigantismo insular, respectivamente.

No es una regla que vale para todas las especies, y también influye el ambiente especifico de cada isla, pero es cierto que actualmente en muchas islas del mundo se encuentran versiones enanas de animales que en el continente son grandes y versiones gigantes de otros que en el continente son pequeños. Y en el pasado este fenómeno produjo especies asombrosas. Si pudiéramos volver atrás en el tiempo y dar un paseo por las islas del Mediterráneo prehistórico, nos encontraríamos animales parecidos a los de un cuento de hadas. Ratas y conejos gigantes, ciervos grandes como perros, y ,sobre todo, elefantes y mamuts enanos que no superaban el metro de altura.

El ambiente de las islas tiene efectos bastante raros sobre los animales que las colonizan.

Una especie de elefante enano vivió también en la Sicilia prehistórica. A estos paquidermos les gustaba visitar las cuevas de la isla en busca de sales minerales y, a veces, morían dentro de esas. En cierto momento, esas criaturas se extinguieron, probablemente por la escasez de comida, la competencia con otros herbívoros mejor adaptados a aquel ambiente, y puede que también por la caza de los primeros humanos que colonizaron la isla. Pero sus huesos se quedaron conservados en las cuevas. Fue solo en el siglo XX que los paleontólogos exploraron las cuevas y encontraron los huesos de aquellos seres tan extraños. El elefante enano fue bautizado con el nombre científico de Palaeoloxodon falconeri. Los huesos de estos animales se pueden admirar hoy en varios museos de Italia, como por ejemplo el museo arqueológico de Siracusa en Sicilia o el Museo de Historia Natural de Verona. Si observamos el cráneo de estos animales tan extraordinarios, nos podemos dar cuenta enseguida de que se parece mucho a el de un hombre gigante con un agujero enorme en el centro de la frente. Este agujero es el canal para la trompa, pero a los ojos de alguien ajeno a la zoología podría bien parecer una órbita ocular.

También los antiguos griegos habían vivido en Sicilia, y sin dudas conocían bien las cuevas y los huesos que contenían. Y, muy probablemente, esos enormes cráneos les habían impresionado, despertando su imaginación. Así fue como una criatura pacifica como el elefante enano dio vida al terrible Polifemo.

Fuentes: R. Palombo. Endemic Elephants of Mediterranean Islands: knowledge, problems and perspectives. The World of Elephants. International Congress. Rome 2001.

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