WALL-E

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Un robot solitario en medio de un planeta desolado. Una visita inesperada desde el espacio. Una aventura como nunca. Una nueva esperanza para un futuro que vuelve a ser posible. La película de WALL-E se podría resumir de esta manera, aunque sus mensajes son mucho más profundos que esto. Sin duda, es una película que, si bien algunos la tachan de infantil, tiene enseñanzas para todos los públicos, desde los más pequeños hasta los más grandes.

TEXTO POR LAURA GÓMEZ CUESTA
ILUSTRADO POR MANUEL CARNERERO
ARTÍCULOS
CINE | MEDIOAMBIENTE
14 de Marzo de 2024

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En muchas ocasiones las películas de animación pasan desapercibidas o se les resta importancia porque son consideradas como «películas para niños». Son películas demasiado infantiles, con mensajes muy obvios y trillados con los que aquellos más mayores no resuenan tanto. Además, para algunos, la animación puede ser un formato demasiado llamativo, que hace que no se ponga el peso en aquello que se pretende enseñar. No obstante, esta clase de películas pueden ser interesantes y, si se presta atención, siempre se puede aprender algo. Un ejemplo de película de animación que pasa inadvertida debido a su formato pero que contiene un importante mensaje, significativo para todos los públicos, es la película de WALL-E.

Esta película, publicada en 2008 por Walt Disney Pictures y Pixar Animation Studios y dirigida por Andrew Stanton, es una película que presenta una premisa bastante original. La película tiene lugar en un futuro lejano y se centra en un robot llamado WALL-E, encargado de compactar la basura que está por las calles en cubos que sean más manejables. Él parece ser el único habitante de la Tierra, pues los humanos ya no viven ahí. Un día, aparece una nave con una sola tripulante, una robot llamada EVA, cuya misión es encontrar formas de vida vegetales (es decir, plantas), que hayan podido crecer en el ambiente tan inhóspito en el que el planeta se sume ahora. Al encontrar una planta y cumplir su misión, EVA vuelve a la nave nodriza Axioma de la provino en un principio, pero no cuenta con que WALL-E la sigue. Se descubre que es en Axioma donde los humanos han estado viviendo durante siglos, esperando a que robots como EVA pudieran dar con una señal que indicase que, al haber vida en la Tierra, fuera seguro volver al planeta y que este fuera habitado de nuevo por los humanos.

Todo esto tiene cierto paralelismo con nuestra realidad actual, en la que se favorece un mundo cada vez más consumista, sin importar el impacto que se genera en el medio ambiente.

Esta película cuenta con una serie de rasgos característicos que son interesantes. Para empezar, aproximadamente la primera mitad de la película transcurre sin apenas diálogo (ya que WALL-E no habla en sí, sino que tan solo es capaz de soltar unas cuantas palabras), simulando el estilo de las películas mudas que fueron tan famosas hace varias décadas. Esto consigue remarcar el mensaje de la película y hace que llegue a casi todos, sin importar el país de procedencia o la lengua que se hable. Esta película también resalta por el mensaje principal que deja entrever, sobre todo porque está señalado de manera muy directa: es importante que nos mantengamos conectados a la naturaleza o, de lo contrario, el escenario que se nos presenta en la película podría llegar a ser algo más que ficción en un futuro.

En la película, los humanos han dejado la Tierra debido a que les era imposible seguir viviendo allí, entre los montones de residuos generados por el consumismo desenfrenado y la atmósfera repleta de gases resultado de un alto grado de contaminación. Se decide construir naves gigantes en las que albergar a la población para que, pasado un tiempo, y se descubra que la Tierra es capaz de volver a sustentar vida, los humanos puedan retornar. Sin embargo, vivir en una nave durante generaciones tiene sus efectos: los humanos se han convertido en seres obesos, completamente desapegados de su origen y de un contexto natural, que solo hacen caso a sus impulsos más básicos, como comer, dormir o entretenerse sin mirar más allá de una pantalla. Debido a que todo es proveído por los dirigentes de la nave y sus robots de última tecnología, nadie se cuestiona nada, nadie anhela que cambie nada y todos se conforman porque no se preocupan por conocer otro estilo de vida diferente al que tienen. Es decir, se produce una sociedad degenerada y simplificada que parece despojar a los humanos de lo que les caracteriza: su propia humanidad.

«Yo no quiero sobrevivir... ¡Quiero vivir!».

Todo esto tiene cierto paralelismo con nuestra realidad actual, en la que se favorece un mundo cada vez más consumista, sin importar el impacto que se genera en el medio ambiente. También tiene cierta relación con el tema candente de la inteligencia artificial, donde ya estamos empezando a observar que, sin ningún tipo de control, nos dejamos llevar por ella y no somos capaces de discernir con claridad qué es real y qué es falso. Esto puede conducir a la construcción de una realidad más separada del mundo real en el que vivimos, haciendo que, a nuestros ojos, este parezca insignificante.

Sin embargo, no todo es malo en esta película. Aunque las perspectivas comiencen siendo negativas, lúgubres e incluso tristes, lo cierto es que esto cambia y termina derivando en algo esperanzador. Aunque al principio los humanos ya no habitan en la Tierra debido a sus deplorables condiciones, las cuales han sido generadas por la acción (e inacción al mismo tiempo) humana, al final de la película se observa que nace una esperanza de poder renacer y erigir un nuevo mundo, una nueva sociedad con otros valores, más respetuosos con el medio natural. El cambio se subraya con la frase que el capitán de Axioma dice: «Yo no quiero sobrevivir... ¡Quiero vivir!». La humanidad vuelve a aprender desde cero y se reconecta con la naturaleza. Aunque pensemos que la palabra evolución es sinónimo de más (más dinero, más consumo, más poder), no siempre es así. Este es un claro ejemplo de que la evolución puede ser menos: menos consumismo, menos descontrol, menos frialdad ante lo que sucede alrededor. A cambio, la sociedad evoluciona a una sociedad más respetuosa, más consciente y armoniosa con el medio en el que vive y del que vive.

Es curioso que un simple robot sea capaz de remover conciencias, devolviendo aquello que se creía perdido, oxidado: la posibilidad de cambiar y volver a tener esa humanidad que se había dejado atrás.

En definitiva, WALL-E es una película fácil de ver, interesante para todos los públicos y que presenta unas enseñanzas que pueden ser de utilidad para todas las personas. Es curioso que un simple robot con una tecnología antigua en comparación con otros robots más modernos sea una de las fuerzas que, en esta película, haga frente a todo lo que estaba establecido y sea capaz de remover conciencias, devolviendo aquello que se creía perdido, oxidado: la posibilidad de cambiar y volver a tener esa humanidad que se había dejado atrás.

Si lo que buscas es una película que, a la par de graciosa, poética y entretenida, sea didáctica y transmita un mensaje medioambiental y social importante, WALL-E es una buena elección.

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