Qué niño no ha soñado con tener una casa en un árbol… un refugio apartado del mundo al que llegar en bicicleta, trepar por unos tablones atados al tronco y reunirse con sus amigos para pasar la tarde imaginando historias y aventuras.
Quizás ese fuera uno de los sueños de la niñez del diseñador kazajo Aibek Almassov, que llegado el momento se puso manos a la obra y no se limitó a imaginar una simple cabaña en un árbol a la que se tuviera que subir por medio de una precaria escalera o estuviera limitada en espacio, sino que aprovecharía un árbol robusto y bien establecido como eje central de su diseño y aprovecharía toda su grandeza.
Tree in the house —árbol en la casa, como se llama el proyecto en inglés— es el prototipo de una construcción de aspecto futurista que se integra en la naturaleza sin que sea necesario destruir el entorno para su construcción. Se trata de un cilindro de cristal que cubriendo la altura del abeto da protección a todos los pisos de la construcción, que pueden variar en número dependiendo de la altura del árbol y se accede a ellos por una escalera de caracol que rodea toda la estructura. Cada planta está construida como un disco con una gran sección central por la que pasa el abeto, de tal manera que siempre tendremos contacto directo con él. Contacto directo con la naturaleza en nuestra propia casa.
Este proyecto es todo un ejemplo de arquitectura sostenible. La estructura de cristal del cilindro estará cubierta por paneles fotovoltaicos transparentes con los que poder aprovechar la energía solar y producir la electricidad que se necesite para la iluminación y el equipamiento de la casa. Además, desde el tejado se podrá recoger agua de lluvia para potabilizarla. Al tratarse de una estructura autosuficiente, se reduce significativamente el impacto sobre el medio ambiente.
Almassov considera su moderna casa en el árbol como una zona común, ese refugio donde poder acudir para huir del ruido y ajetreo de la gran ciudad y poder conectar con la naturaleza, posiblemente consciente de que de otra forma colonizaríamos los bosques de la misma forma que hemos colonizado las ciudades y entonces perdería todo su encanto.
Aunque por el momento se trata solo de un concepto, el proyecto ya ha despertado la curiosidad de varios inversores y está previsto que comiencen a construirlo en breve en Kazajistán, país de origen de Almassov.
Sin ninguna duda, todo un proyecto arquitectónico para reconciliarnos con la naturaleza, algo de lo que estaría orgulloso el mismísimo Hundertwasser.
—A. Masow Architects.
—Solar energy that doesn't block the view. Science Daily.
—Tubular glass house. Dezeen.
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