Museo de Historia Natural de Viena

Por Javier Frontiñán Rubio

Ilustrado por Juanma Buah!

Viena es majestuosidad, arte, inspiración, literatura, grandes jardines y palacios, música clásica, historia, El beso de Klimt o la Venus de Willendorf. Sin duda, es una de las ciudades más impresionantes del mundo, y hay que destacar que Viena también es ciencia.

Durante los siglos XVIII y XIX apareció un movimiento auspiciado por filántropos, emperadores y reyes que apoyaron grandes expediciones y magníficas colecciones científicas, movimiento que dio lugar a los museos de historia natural más importantes del mundo. Uno de ellos es el Museo de Historia Natural de Viena o Naturhistorisches Museum Wien (NHMW). Con un espacio de más de 8500 m2 de exposiciones que albergan más de 20 millones de objetos, aunque no todos se encuentran a la vista del público, como es natural. El gran edificio que alberga el museo ya es un monumento en sí. Se trata de un gran palacio cuya apertura tuvo lugar 1889 y solo su decoración y ornamentación merecen una visita. Se encuentra enclavado en la plaza de María Teresa, justo enfrente de su hermano gemelo, el Museo de Historia del Arte, acompañando ambos al Museumquartier, un gran complejo cultural. Dentro de Viena, el museo se encuentra en la Ringstraße, la avenida de circunvalación que rodea el centro de la ciudad, muy cerca del Palacio Hofburg, uno de los monumentos más visitados de la ciudad imperial.

Es un museo con una gran historia, ya que tiene su origen en 1750, de la mano de Francisco I Esteban de Lorena, marido de la emperatriz María Teresa y gran amante de la naturaleza. Fue el quien adquirió la colección de Johann Ritter von Baillou, que cuenta con más de 30 000 objetos, instalándose dicha colección en las dependencias del Hofburg. Durante las siguientes décadas, la colección se fue ampliando significativamente gracias a diferentes expediciones naturalistas como la de Nicolaus Joseph Jacquin en 1755 o la de Johann Natterer a mediados del siglo XIX.

Dentro del museo, en la primera planta encontramos una inmensa colección de minerales y gemas procedentes de todo el mundo. Cualquier amante de la mineralogía puede dedicar horas a estas salas, ya que se encuentran auténticas joyas. Tras varias salas dedicadas a minerales, se pasa a la exposición de meteoritos más grande del mundo, con más de 1100 muestras de rocas procedentes de lugares muy muy lejanos.

Imagen de una de las salas de exposición dedicada a minerales y gemas.

La otra mitad de la primera planta del museo está ocupada por la exposición centrada en la historia de la tierra y del ser humano. Destaca la gran variedad de fósiles que se pueden encontrar, toda clase de ammonites, trilobites y grandes restos de dinosaurios como el esqueleto de un Diplodocus o muestras del cráneo de un Triceratops.

Las siguientes salas están dedicadas a la historia de la humanidad, donde se encuentran auténticas joyas que te transportan varios miles de años en el tiempo. De todas ellas, destaca la Venus de Willendorf, una de las muestras de arte más antigua encontrada hasta el momento. Esta escultura antropomorfa, con 29 500 años de antigüedad, fue hallada cerca de la localidad austriaca de Willendorf, hace más de un siglo, en 1908 por el arqueólogo austríaco Josef Szombathy. A todo visitante sorprende el pequeño tamaño de esta escultura, de tan solo 10,5 centímetros de alto, igualmente su imagen es muy impactante. Se encuentra en una pequeña sala llamada Gabinete de la venus, donde está acompañada por la estatuilla Streatzing, con más de 36 000 años de antigüedad. Sin duda, una de las obras más representativas del arte paleolítico.

El gabinete de la venus. Fuente: Museo

Además, en esta primera planta podemos encontrar un planetario digital con una bóveda interior de unos 8,5 metros de diámetro donde todos los días se realizan varios pases sobre vida submarina, astronomía, el mundo prehistórico…, poniendo de manifiesto la vocación educativa que tiene este museo.

Destaca la Venus de Willendorf, una de las muestras de arte más antigua encontrada hasta el momento.

La segunda planta está dedicada al mundo animal, aunque la primera sala presenta una pequeña colección de microscopios antiguos, que personalmente me encantó. Además, en esa misma sala se pueden utilizar algunos de estos aparatos con muestras reales. Aunque lo más destacado de esta segunda planta es la asombrosa cantidad de ejemplares de taxidermia. Esta colección cuenta con ejemplares de más de 200 años de antigüedad, con muestras de animales extintos o en grave peligro de extinción. Se pueden encontrar, por ejemplo, restos del extinto dodo, entre otros. Todo amante del reino animal puede estar disfrutando durante horas de estas muestras. Personalmente, me fascinó la gran colección de lepidópteros.

La movilidad por el museo es muy sencilla, con carteles indicativos en alemán e inglés. Se echa en falta el inglés en algunos carteles identificativos de minerales o animales y en carteles explicativos, aunque el museo dispone de audioguías en varios idiomas. Además, cuenta con una gran cafetería y espacios donde puedes llevar tu propia comida pudiendo estar todo el día dentro del museo. Otro punto a destacar es el gran programa de actividades para los más pequeños, de hecho ofrece unos bonos anuales realmente asequibles, lo que hace que esté lleno de vieneses durante todo el año.

Asombrosa cantidad de ejemplares de taxidermia. Esta colección cuenta con ejemplares de más de 200 años de antigüedad, con muestras de animales extintos o en grave peligro de extinción.

Viena requiere una visita de varios días, sin duda alguna hay que perderse por sus callejuelas y pararse en sus cafés, además de visitar sus grandes palacios y parques. Pero la riqueza científica de la ciudad también es muy variada. Además del mencionado museo, se puede hacer una visita a la Universidad de Viena, por la que han pasado grandes genios como Schroedinger o Konrad Lorenz, entre otros. Además, recomiendo la visita al Museo Josephinum, donde se encuentran las colecciones de la Universidad Médica de Viena. Se trata de un pequeño museo de no más de seis salas, pero con una gran riqueza. En él se pueden contemplar modelos anatómicos con más de 200 años, con un gran nivel de detalle y que son, sin duda, auténticas joyas. Incluye instrumental médico de todo tipo y exposiciones itinerantes. Este museo es otro ejemplo más de la gran riqueza de esta ciudad. Si vas a visitar Viena, no olvides anotar estos maravillosos lugares en tu itinerario.

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