Principia

Su nombre es Bajadasaurus pronuspinax, un saurópodo que habitó en la Patagonia argentina durante el Cretácico inferior. No fueron sus padres, sino los paleontólogos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), de la Universidad Maimónides y de otras instituciones que descubrieron sus fósiles en el 2013 quienes lo apodaron así: «Bajada» por la localización de sus restos, en la Bajada Colorada; «saurus» por lagarto en griego; «pronus» del latín, que hace referencia a una inclinación hacia delante; y «spinax», espina en griego. Y el nombre le viene que ni pintado, puesto que es un lagarto —un poco grandecito, de unos nueve metros de longitud— hallado en la Bajada Colorada y con espinas inclinadas hacia delante que le salen de las vértebras cervicales.

Los autores de este estudio, publicado este lunes 4 de febrero en Scientific Reports, discuten entre las diferentes funciones que podían ejercer estas espinas. Entre las hipótesis que se barajan encontramos la regulación de la temperatura corporal, como atractivo sexual, de sostén de unas jorobas carnosas para almacenar sus reservas, o —la que destacan los investigadores en el propio título de su trabajo— como sistema de defensa pasivo. Añaden que posiblemente estas espinas —demasiado largas, finas y puntiagudas— hubiesen estado resguardadas por una cubierta de queratina, como los cuernos de cabras, antílopes y demás mamíferos. De no poseer esta protección, se hubiesen roto al primer golpe.

Del esqueleto de este animal tan solo se han recuperado el ochenta por ciento del cráneo, las primeras vértebras del cuello y una de la parte media. Tan solo un capítulo de una novela que promete ser espectacular. Aun así, no podemos negar que los datos recabados a partir de estos restos nos revelan una especie única y asombrosa del exótico mundo habitado por los dinosaurios.

Fuente: Nature