Un nuevo estudio demuestra que las abejas tienen la capacidad de comprender operaciones aritméticas como la adición y la sustracción a partir de figuras de colores, asociando un tono a la suma y otro a la resta.
Las matemáticas son el lenguaje del universo y, por lo visto, su comprensión no solo está al alcance de las mentes humanas. La habilidad de contar se ha demostrado en varias especies del reino animal, como los chimpancés, orangutanes, palomas, arañas y, recientemente, en abejas productoras de miel, tal como publicaba Science Advances este miércoles 6 de febrero.
Estos insectos fueron entrenados en un laberinto con forma de i griega. La entrada está decorada por una figura compuesta por dos cuadrados azules. Azul, el color que los científicos de este estudio han querido asociar al concepto de la suma. La abeja avanza y se encuentra con una bifurcación. ¿Qué camino debería tomar? En el de la izquierda se aprecian tres cuadrados azules, mientras que en el de la derecha tan solo uno, de la misma tonalidad. Si el individuo ha sido entrenado varias veces —en total se les entrenaron entre cuatro y siete horas, más de cien pruebas—, sus neuronas habrán hecho sinapsis y habrán asociado el color azul como suma, puesto que tras el camino de los tres cuadrados recibirían una recompensa dulce, agradable, mientras que si siguiesen el de un cuadrado esta sería amarga. Con el amarillo las recompensas serían al revés, puesto que se pretendía asociar este color a la resta.
Créditos: ScienceMag
El reducido cerebro de las abejas melíferas de tan solo un millón de neuronas —tan solo, porque el de los humanos se compone por unas cien mil millones— ha tenido que resolver estos problemas aritméticos empleando la memoria a largo plazo —acordarse de que el azul significa suma y el amarillo resta— y la memoria a corto plazo, puesto que se iba modificando el laberinto para que las abejas se enfrentasen a una nueva situación en cada prueba. Los resultados del estudio muestran que estos insectos escogían el camino correcto entre un sesenta y tres y un setenta y dos por ciento de las veces.
Únicamente se utilizaron catorce abejas, pero, a pesar de ser un número bastante pequeño, los datos obtenidos de este ensayo son bastante asombrosos. Que un cerebro tan pequeño pueda resolver problemas matemáticos sencillos podría plantear un enfoque más simple a la hora de desarrollar tecnología de aprendizaje automático o inteligencia artificial.
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