El estudio de los aligátores da pistas sobre el oído de los dinosaurios
Dos científicos han estudiado el sistema auditivo de los aligátores y han comprobado que comparten la misma estrategia que las aves para formar mapas neuronales del sonido. Esta similitud es probable que la hayan heredado de su ancestro común: los primeros arcosaurios, quienes precedieron a los dinosaurios.
Inconscientemente, cuando escuchamos un ruido, sabemos de dónde proviene aproximadamente. Nuestros cerebros, tanto el de los humanos como el del resto de los animales, son capaces de calcular el retraso de tiempo con el que el sonido llega a ambos oídos, lo que se conoce como diferencia de tiempo interaural. Ya dependiendo de cada animal, la señal se procesa de manera diferente.
Un estudio publicado este lunes 18 de marzo en Journal of Neuroscience revela que los aligátores americanos (Alligator mississippiensis) procesan el sonido a nivel cerebral de la misma manera que las aves. El equipo de científicos estaba formado por una profesora de Biología de la Universidad de Maryland, en los Estados Unidos, y un catedrático en Zoología de la Universidad Técnica de Múnich, en Alemania.
Para llevar a cabo esta investigación, anestesiaron a cuarenta aligátores americanos, les colocaron unos auriculares y analizaron la respuesta en el núcleo laminar, que es donde coinciden y se procesan las señales de ambos oídos. Los resultados obtenidos les hicieron ver a sus autores que quizás esta estrategia no tenía que ver con el tamaño del cráneo —como se creía antes—, sino que se le podía dar otro enfoque: el de las relaciones evolutivas.
Aves y aligátores comparten un ancestro común: los primeros arcosaurios. Surgieron hace dos cientos cincuenta millones de años y se dividieron en dos grupos claramente diferenciados: el clado al que pertenecían los ancestros de los cocodrilos y el de los dinosaurios y pterosaurios. Y de los dinosaurios que sobrevivieron a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno se originaron las aves. Así que es posible que la estrategia para procesar la diferencia de tiempo interaural ya la tuvieran sus antepasados de hace millones de años y se haya conservado hasta día de hoy en aves y reptiles. En mamíferos, de momento, no se han encontrado estas similitudes.
Los estudios de biología comparativa como estos pueden ayudarnos a entender cómo funcionamos, cómo lo hacían nuestros antepasados extintos y cómo se ha desarrollado la evolución de las especies.
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