Los suelos del permafrost septentrional emiten más dióxido de carbono del esperado
A causa del calentamiento global los suelos congelados de permafrost se derriten, lo que genera un aumento de la actividad orgánica y provoca una mayor emisión de dióxido de carbono de la esperada.
El permafrost es la capa de subsuelo que permanece congelada en las regiones de climas muy fríos durante todo el año. En particular, los investigadores se han fijado en una zona de Alaska con un clima subártico y ecosistema de tundra, con unas temperaturas medias anuales de -1 °C, donde el permafrost se está derritiendo debido al cambio climático. Las medidas en estos suelos arrojan una pérdida de carbono de un 5 % por año, durante el periodo de cinco años en el que se han realizado las medidas. Lo cual supone unas pérdidas muy altas para lo esperado. Según las estimaciones a partir de las medidas realizadas, entre un 5% -15 % del carbono total almacenado en el permafrost será emitido a la atmósfera como gases de efecto invernadero a finales de este siglo, si se mantiene el actual escenario de calentamiento global.
La investigación publicada en la revista Nature Geoscience explica las dificultades en las mediciones de forma directa en la pérdida de carbono en el suelo, ya que la cantidad de carbono varía en el tiempo y en las diferentes capas que constituyen el suelo, u horizontes, al derretirse el permafrost. De ahí que los investigadores hayan buscado alternativas: como referencia para las medidas del carbono presente han utilizado el componente mineral relativamente estable en el suelo que no cambia en los diferentes horizontes ni en el tiempo.
Uno de los procesos, por ejemplo, que dificulta la medida del carbono es el colapso del suelo. Al aumentar la temperatura, el permafrost se derrite desencadenando una subida de la temperatura del suelo y del proceso de descomposición por parte de los microorganismos que se encuentran en zonas cercanas a la superficie. Esto conduce a que el suelo pierda estabilidad, ya que el grosor de la capa superficial aumenta por la actividad de los microorganismos, pero en el horizonte inmediatamente inferior hay huecos. Al incrementarse el peso de la capa superficial, cae ocupando el espacio que antes ocupaba el hielo, provocando una compactación del suelo y modificando la distribución de los horizontes presentes.
Los suelos que poseen permafrost en las zonas árticas cubren solo el 15% del total de suelos de la Tierra, pero almacenan más del 30% del carbono total que se encuentra en las zonas superficiales en forma de materia orgánica. Con el calentamiento inducido por los humanos y la descongelación del permafrost, esta vasta reserva de carbono presente en el permafrost y previamente estabilizada por las bajas temperaturas llega a ser vulnerable a la descomposición microbiana. Lo cual puede reforzar el cambio climático expulsando a la atmósfera cantidades significativas de dióxido de carbono.
Fuente: C. Plaza et al. 2019. Direct observation of permafrost degradation and rapid soil carbon loss in tundra. Nature Geoscience
Realizado un recuento de las poblaciones microbianas del giro del pacífico sur, zona de difícil acceso por su localización geográfica. Hallándose muy bajas poblaciones y adaptaciones de los organismos debido a la alta radiación solar de la zona y a escasez de nutrientes.
La datación y reconstrucción de los cráneos fósiles encontrados en una cueva griega en los años setenta, permite datar la presencia de humanos fuera de África hace 210 000 años. Lo cual implicaría la salida del Homo sapiens de África antes de lo que se sabía hasta ahora.
A causa del calentamiento global los suelos congelados de permafrost se derriten, lo que genera un aumento de la actividad orgánica y provoca una mayor emisión de dióxido de carbono de la esperada.
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