La creciente complejidad de las cadenas de distribución de productos en el mundo provoca que en muchos casos sea difícil la trazabilidad (su seguimiento). En particular, en el caso de los alimentos es determinante poder localizar de forma precisa y lo más rápido posible su origen, así como hasta dónde llegaron en el caso de contaminación, para su retirada.
Un equipo de científicos de la Escuela Médica de Harvard, en Boston, y del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) ha diseñado un nuevo procedimiento de trazabilidad de diferentes tipos de productos mediante el uso de esporas de bacterias inactivas con códigos de ADN insertados.
Los investigadores encapsularon secuencias cortas de ADN, que funcionan como códigos de barras biológicos, dentro del código genético de las esporas de bacterias inactivas. Las bacterias usadas fueron Bacillus subtilis, presente en el suelo de cualquier lugar y que soporta con facilidad condiciones extremas, y la levadura Saccharomyces cerevisiae. En su proceso de reproducción generan esporas que permiten su supervivencia en condiciones extremas, de forma similar a las semillas.
Estas esporas se rociaron en objetos y superficies en un punto de origen, como un huerto o planta de fabricación, comprobándose que fueron inocuas para el producto, además de permanecer durante varios meses y ser detectables.
En superficies como arena, tierra o madera se pudieron detectar los microorganismos durante meses, incluso después de haber estado expuestos a viento y lluvia. El experimento también se probó en la superficie de una alfombra, en la que se detectaron las esporas después de haber barrido o pasado la aspiradora. En el caso de cultivos, las esporas con códigos de barras permitieron localizar la planta de procedencia y persistieron después del lavado y la cocción.
En el proceso de experimentación se comprobó que las secuencias cortas de ADN insertadas en la esporas eran biológicamente inertes para estás: sin capacidad para modificarlas o provocar su crecimiento o propagación en la naturaleza. Para ello se utilizaron más de un billón de esporas modificadas que confirmaron que no se formaban colonias de bacterias.
En la investigación, que ha sido publicada en la revista Science, se describe la forma de leer los códigos de barras. Sería una herramienta económica basada en CRISPR que puede detectar la presencia de una secuencia genética específica rápidamente y con alta sensibilidad. Según los investigadores, este sistema resuelve los desafíos clave en la procedencia de productos: persistencia en el medioambiente, escalabilidad, decodificación rápida y fácil y biocontención.
La técnica desarrollada permite medir la temperatura superficial y hasta cientos de micras por debajo de forma remota, en materiales que son semitransparentes en cámaras térmicas.