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27 Julio

El corazón verde de Jeanne Baret

Por Carlos Prego

«Los nombres son memoria. Hasta 2011 yo era una planta que disfrutaba de una existencia plácida y anónima entre Perú y Ecuador. Con mis raíces absorbía agua y minerales y con mis hojas captaba luz. Una vida rutinaria, pero tranquila. Hace siete años un investigador me descubrió y me llamó Solanum baretiae. Desde entonces, que diría la poetisa —ser planta no está reñido con leer—, «vivo sin vivir en mí». Día y noche rumio los recuerdos de quien tomo el nombre: Jeanne Baret».

Así comienza el relato de Carlos Prego, ilustrado por Sandra Fiz, sobre Jeanne Baret (27 de julio de 1740-5 de agosto de 1807), botánica pionera, la primera científica que completó una vuelta al mundo... ¡vestida de hombre!publicado en Principia Magazine T4E1.

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Jeanne Baret en Principia Magazine T4E1. Texto de Carlos Prego · Ilustración de Sandra Fiz

 

 

En 1766, cuando Baret tenía veintiséis años, el rey Luis XVI ordenó a Philibert Commerson, amante de Jeanne, que se uniese a la expedición que comandaría Louis-Antonie de Bougainville. Commerson era el botánico real y la corona quería que los buques regresasen con las bodegas rebosantes de nuevas especies.

La decisión del monarca fue un mazazo para la pareja. Commerson deseaba que Baret participase con él en la travesía, pues, además de su amante, era la botánica más brillante que conocía: la había contratado en 1762 como institutriz y en solo cuatro años se había convertido en una científica consumada. Sin embargo, una norma de 1689 prohibía a las mujeres embarcarse en los buques de la Marine Royale.

Para burlar el veto los amantes trazaron un plan. Baret ya no sería Jeanne, sino Jean… Jean Baré. Tampoco sería una joven campesina de La Comelle. Su nueva identidad era la de un marinero que se había enrolado en el navío L´Etoile para servir como asistente a Commerson. Con el fin de no levantar sospechas, Philibert y Baret incluso embarcaron en puertos distintos.

Por desgracia, Commerson enfermó en Sudamérica y Jeanne se vio obligada a asumir el grueso del trabajo sin ayuda. De las cerca de 3000 nuevas especies que reunió la pareja buena parte fueron recolectadas por Baret. A la delicada salud de Commerson se sumó la suspicacia de la tripulación. Aún a pesar de sus esfuerzos por disimular, Jeanne no era Jean y el roce con los marineros arruinó su personaje.

Su voz era clara, no áspera como la del resto de la tripulación. Por muchas semanas que pasasen la barba no despuntaba en sus mejillas. Y lo más extraño: nadie, nunca, jamás, había visto a Jean hacer sus necesidades o cambiarse de ropa. Incluso los nativos de las regiones en las que desembarcaban se olían algo. Los marineros sospecharon. Bougainville sospechó. Y, finalmente, el embuste saltó por los aires.

Baret reconoció quién era en 1768 y la pareja tuvo que quedarse en Isla Mauricio. Commerson murió allí en 1773, con cuarenta y cinco años. Poco después Baret se casaba con un oficial con el que pudo regresar a Francia, donde Luis XVI le concedió una pensión.

Entre su muerte, en 1807, y la publicación del libro de Ridley, en 2010, casi nada se había escrito sobre ella. Había sido una botánica pionera, la primera científica que completó una vuelta al mundo… ¡Y durante más de dos siglos su nombre había acumulado polvo!

Había información sobre Bougainville, de quien toma su nombre una planta que la expedición —o, lo más probable, Jeanne— encontró en Brasil. En recuerdo de Commerson se bautizaron otras muchas plantas: las del género Commersonia, pero nada sobre Jeanne Baret, hasta la actualidad, donde se ha comenzado a publicar acerca del enorme trabajo que realizó esta gran científica, aventurera y pionera de la botánica a la que no debemos olvidar.