Un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford ha logrado hacer que la piel de ratones vivos se vuelva transparente utilizando un tinte alimentario común llamado tartrazina (FD&C Amarillo #5). Este tinte, ampliamente utilizado en productos alimenticios y cosméticos, se aplicó sobre la piel de los ratones, permitiendo a los científicos observar directamente sus órganos internos, como los vasos sanguíneos del cerebro y los movimientos del tracto digestivo. Este descubrimiento abre nuevas posibilidades para la investigación biomédica, permitiendo el estudio de funciones corporales sin necesidad de procedimientos invasivos.
La técnica funciona reduciendo la dispersión de la luz en la piel del ratón, lo que la vuelve transparente momentáneamente. Esta transparencia es reversible y se disipa una vez que el tinte es metabolizado y eliminado por el cuerpo. Los científicos creen que esta innovación permitirá mejorar los estudios de imagen óptica en biología y facilitará investigaciones sobre enfermedades, como los trastornos digestivos y vasculares, de manera menos invasiva.
A pesar de su éxito en ratones, los investigadores aún no han probado este método en humanos, debido a la mayor complejidad de la piel humana, que es diez veces más gruesa. Sin embargo, los resultados son prometedores y podrían revolucionar la investigación médica al proporcionar una forma más accesible y económica de visualizar tejidos vivos sin necesidad de tecnologías costosas.
Este avance ha sido publicado recientemente en la revista Science, y los expertos ya lo consideran un hito que podría transformar la investigación biológica y médica en los próximos años
Un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford ha logrado hacer que la piel de ratones vivos se vuelva transparente utilizando un tinte alimentario común llamado tartrazina (FD&C Amarillo #5). Este tinte, ampliamente utilizado en productos alimenticios y cosméticos, se aplicó sobre la piel de los ratones, permitiendo a los científicos observar directamente sus órganos internos, como los vasos sanguíneos del cerebro y los movimientos del tracto digestivo. Este descubrimiento abre nuevas posibilidades para la investigación biomédica, permitiendo el estudio de funciones corporales sin necesidad de procedimientos invasivos.
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