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23 Septiembre

El gigante helado: el descubrimiento de Neptuno

Por Quique Royuela

El descubrimiento de Neptuno en 1846 fue un hito en la historia de la ciencia. Este evento demostró que el universo es un lugar lleno de misterios y que la curiosidad humana, combinada con el método científico, es la clave para desvelarlos. Neptuno, con su belleza y complejidad, sigue siendo un objeto de estudio fascinante para los astrónomos de todo el mundo.

A mediados del siglo XIX, los astrónomos se enfrentaban a un enigma cósmico: las irregularidades en la órbita de Urano. Este gigante de hielo parecía desafiar las leyes de la gravitación universal, realizando un movimiento que no concordaba con los cálculos matemáticos. Ante esta anomalía, dos mentes brillantes, el francés Urbain Le Verrier y el británico John Couch Adams, propusieron una audaz hipótesis: la existencia de un planeta aún desconocido, cuya fuerza gravitacional estaba perturbando la órbita de Urano.

Neptuno
Neptuno. Créditos: NASA

Tanto Le Verrier como Adams, de manera independiente, se dedicaron a realizar complejos cálculos matemáticos para determinar la posición exacta en el cielo donde debería encontrarse este hipotético planeta. Utilizando las leyes de la mecánica celeste, especialmente la ley de la gravitación universal de Newton, ambos astrónomos modelaron el sistema solar y calcularon las perturbaciones que un planeta adicional causaría en la órbita de Urano.

Le Verrier, en particular, realizó cálculos extremadamente detallados y precisos. Sus resultados fueron enviados al Observatorio de Berlín, donde el astrónomo Johann Gottfried Galle, junto a su asistente Heinrich Louis d'Arrest, se dispuso a verificar la predicción.

La noche del 23 de septiembre de 1846, Galle y d'Arrest apuntaron sus telescopios hacia la región del cielo indicada por Le Verrier. Y allí, a tan solo un grado de la posición predicha, encontraron un pequeño punto de luz azul verdoso que no aparecía en ningún catálogo estelar. Habían descubierto Neptuno.

Este hallazgo fue un triunfo sin precedentes para la astronomía. La predicción matemática de un planeta y su posterior confirmación observacional consolidaba la validez de la ley de la gravitación universal de Newton y demostraba el poder de la razón y el método científico para desvelar los misterios del cosmos.

Neptuno, el octavo planeta del Sistema Solar, es un mundo gélido y ventoso. Su atmósfera, compuesta principalmente de hidrógeno, helio y metano, le confiere un característico color azul. Vientos supersónicos barren su superficie, generando tormentas gigantescas como la Gran Mancha Oscura. El interior de Neptuno es un misterio, pero se cree que está compuesto por un núcleo rocoso rodeado por una gruesa capa de hielo y una envoltura gaseosa.

El descubrimiento de Neptuno marcó un antes y un después en la historia de la astronomía. Demostró que el sistema solar era más complejo y dinámico de lo que se había pensado hasta entonces. Además, abrió nuevas preguntas sobre la formación y evolución de los planetas y estimuló la búsqueda de otros mundos más allá de Neptuno.

Algunas de las implicaciones de este descubrimiento fueron consolidación de la mecánica celeste, ya que el descubrimiento de Neptuno reafirmó la validez de las leyes de Newton y demostró el poder de la matemática para predecir fenómenos astronómicos. Por otro lado, supuso el nacimiento de la planetología, una rama de la astronomía dedicada al estudio de los planetas y sus sistemas. Por último, y no por ello menos importante, inspiró la búsqueda de exoplanetas, planetas más allá del Sistema Solar, lo que culminó en el descubrimiento de miles de exoplanetas en las últimas décadas.

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