#EfeméridesPrincipia

04 Noviembre

James Young Simpson y el parto sin dolor

Por Silvia Mielgo Gallego

4 de noviembre de 1847. James Young Simpson experimentó las propiedades anestésicas del cloroformo en humanos.

James Young Simpson nació en una pequeña aldea escocesa y en una humilde familia que regentaba la panadería del pequeño pueblo. Acudió a la Universidad de Edimburgo y tras un rápido ascenso en la escala académica médica fue nombrado profesor de medicina y obstetricia a los veintiocho años. Mejoró el diseño de los fórceps obstétricos que en círculos médicos se conocen como "fórceps de Simpson".

Escultura de James Young Simpson. Créditos: Silvia Mielgo Gallego

Desde que presenció la práctica de la cirugía sin anestesia, Simpson estaba realmente preocupado por el sufrimiento de los pacientes y empezó a investigar para poder mitigar y aliviar aquel extremo dolor físico. Por aquel entonces, los cirujanos habían empezado a usar éter como anestésico, él lo probó y tras ver que aquella sustancia no era perfecta para la ginecología empezó a buscar alternativas. Junto a otros dos médicos colegas, George Keith y James Matthew Duncan experimentó en ellos mismos, en familiares y amigos con diversos anestésicos.

Efectos del cloroformo. Créditos: Wellcome collection.

 

El 4 de noviembre de 1847, los tres médicos quedaron en casa de Simpson para inhalar cloroformo que les dejó en un estado inconsciente hasta la mañana siguiente. A partir de ese momento, Simpson lo empezó a usar en algunas cirugías menores y en varios partos con excelentes resultados. Sus investigaciones no estuvieron exentas de críticas y controversia, ya que en aquella sociedad, que seguía siendo profundamente religiosa, estaba realmente mal visto emplear cualquier técnica para aliviar el dolor en parturientas. El reconocimiento oficial de su uso se hizo en 1853, cuando el médico John Snow administró cloroformo a la reina Victoria durante el nacimiento del príncipe Leopoldo. Poco a poco, el uso del cloroformo como anestésico se extendió por el resto del mundo. La utilización del cloroformo en partos, que inhibía el dolor pero no eliminaba las contracciones, convirtió los traumáticos nacimientos en procesos indoloros para las mujeres, objetivo que como ginecólogo Simpson había estado anhelando toda su carrera.