Perdidos en la inmensidad cósmica

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Cumplir 25 años en órbita, y seguir funcionando, es algo que muy pocas misiones espaciales han conseguido. Pero todavía es más difícil seguir asombrando -no solo a los científicos-, sino al público en general, con la belleza y la singularidad de unas imágenes que sirven para recordarnos lo insignificantemente pequeños que somos en el Universo. Toda una lección de humildad cósmica.

TEXTO POR NAHÚM MÉNDEZ
ILUSTRADO POR PAOLA VECCHI
ARTÍCULOS
ASTRONOMÍA | HUBBLE
16 de Febrero de 2015

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Observad la siguiente imagen obtenida por el telescopio Hubble. ¿Qué veis ?Si tu respuesta es: estrellas. Estáis en lo cierto. En la imagen se pueden observar unos 100 millones de estrellas y se necesitaron la friolera de 394 horas de exposición (unos 16 días) para poder crearla. Todo ello mientras gira alrededor de nuestro planeta a 28.000 kilómetros por hora. Imagínate tomando una foto de noche desde un coche en marcha y evitar que salga movida.

Pero no solo se ven estrellas en la imagen, sino que aparecen cúmulos de estrellas, nubes de gas y polvo. Pero ¿Y si te digo que esas estrellas no forman parte de nuestra galaxia sino de otra?

Imagen estrellas sueltas-recorte.
Imagen estrellas sueltas-recorte. Fuente: NASA/STSCI.

Las galaxias son conjuntos de estrellas, planetas, polvo, gas y materia oscura que se encuentran vinculados por la fuerza de la gravedad. Las hay de todos los tamaños, desde unos pocos miles de estrellas hasta billones de ellas, con formas irregulares, elípticas y espirales.

La galaxia a la que hacen referencia las imágenes anteriores es a la de Andrómeda, una galaxia grande, que contiene aproximadamente un billón de estrellas (sí, un uno seguido de doce ceros) con un diámetro de doscientos veinte mil años luz (a ver quién es el listo que equipara este tamaño con campos de fútbol), de los que en la imagen vemos sesenta y un mil. Además, es el objeto astronómico más lejano perceptible a simple vista desde un lugar relativamente oscuro.

Nuestro Sistema Solar se encuentra en la Vía Láctea, una galaxia que contiene entre doscientos y cuatrocientos mil millones de estrellas. Tiene una forma de espiral barrada y nosotros nos encontramos en uno de sus brazos, el conocido como Brazo de Orión, que mide 10.000 años luz de longitud y 3.500 de ancho.

Las galaxias son conjuntos de estrellas, planetas, polvo, gas y materia oscura que se encuentran vinculados por la fuerza de la gravedad

Hagamos una breve parada para reflexionar sobre la escala. Un año luz es la distancia que recorre la luz en un año. En el vacío, la luz se mueve a una velocidad aproximada de 300.000 kilómetros por segundo. A esta velocidad llegaríamos en poco más de un segundo a la Luna, que se encuentra a una distancia media de 380.000 kilómetros. A Marte tardaríamos entre 4 y 24 minutos, dependiendo de nuestra posición relativa. Las señales de radio de la Voyager 1, la sonda espacial que más lejos se encuentra ahora mismo de nuestro planeta, tardan algo más de 36 horas en llegarnos desde que son emitidas.

Pero volvamos a la imagen de las estrellas. Esos puntitos tan bien definidos en la imagen se encuentran a una distancia de dos millones y medio de años luz. Eso quiere decir que cuando la luz de esas estrellas salió hacia nosotros, el género Homo, al cual pertenece la especie humana, comenzaba su andadura y nuestro planeta entraba en el periodo de glaciaciones cuaternarias que todavía hoy no ha concluido.

A nuestra escala humana, la velocidad de la luz es tremendamente rápida, pero a las distancias que le impone la escala cósmica, incluso la luz parece ser lenta.

Nuestra galaxia y la de Andrómeda se acercan a una velocidad a unos 110 kilómetros por segundo, de tal manera que –aproximadamente– en unos 3750 millones de años colisionaremos. Pero no os preocupéis: la distancia entre las estrellas es tan grande que resulta prácticamente imposible que haya choques entre estas, aunque ya ni siquiera seguiremos en el mismo brazo espiral, sino que lo más probable es que acabemos cerca del centro galáctico o expulsados de la galaxia.

Cuando esto suceda, la vida en nuestro planeta no será posible. Al menos tal y como la conocemos hasta ahora, puesto que el incremento en el brillo del Sol habrá calentado tanto la superficie de la Tierra que el agua líquida no podrá existir, creando un efecto similar al que hoy día observamos en Venus.

Sin duda, toda una imagen que invita a la reflexión sobre cuál es nuestro lugar en el Cosmos y lo desconcertante que resulta pensar que a pesar de ver tan lejos, seguimos estando aparentemente solos.

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