Hielo, oscuridad y sedimentos: la vida del fondo del glaciar

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No soy geólogo, ni geógrafo… y microbiólogo por los pelos, pero aquí me encuentro después de una de las experiencias más increíbles de mi vida, mi primer trabajo de campo propiamente dicho.

TEXTO POR MARIO TOUBES RODRIGO
ARTÍCULOS
GEOLOGÍA | MICROBIOLOGÍA
18 de Mayo de 2015

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Trabajo en el proyecto “Geomicrobiología del hielo basal en Svínafellsjökull”, cuyo interés se centra en la relación entre los microorganismos y el ambiente que les rodea, en este caso básicamente roca y agua congelada (que viene a ser algo muy parecido a la roca también) y concretamente al denominado “hielo basal”. Y aquí surge la primera pregunta: ¿qué es el hielo basal?

Comparación entre hielo glacial (izquierda) o “facies glacial” y un tipo de hielo basal (derecha) “facies dispersa”.

El hielo basal podemos definirlo como el hielo que se origina en la capa inferior de los glaciares en contacto con el lecho rocoso. El origen de este tipo de hielo es diferente al hielo glacial más conocido (azul y que dan ganas de picar en cubitos para añadir al whisky). Este hielo glacial se produce por la acumulación de sucesivas capas de nieve, que va comprimiendo a las anteriormente depositadas, lo cual expulsa gran parte del aire originalmente contenido entre los copos de nieve, generándose hielo a partir de esta. Este proceso se conoce como firnificación.

En cambio, el hielo basal -como ya hemos mencionado- se produce por un proceso que conlleva contacto con el lecho rocoso. No hay un solo proceso que lo provoque sino una amalgama de ellos, entre los que está la regelación, que se produce por la fusión de parte del hielo por la fricción con ciertos obstáculos y que luego se recongela para generar nuevo hielo; o el superenfriamento, en el que el agua puede permanecer por debajo de los 0oC debido a la presión que hay en la parte inferior de ciertos glaciares. Estas transformaciones van a conferir al hielo basal una serie de signaturas que lo van a hacer distinguible del hielo glacial como son la riqueza en sedimento, la baja concentración o ausencia de burbujas (que además en caso de aparecer van a estar deformadas) y cristales de pequeño tamaño.

La riqueza en el sedimento hace que este ambiente sea más atractivo para los microorganismos que otros tipos de hielo. Ciertos microbios tienen la capacidad de utilizar minerales para obtener energía, al igual que las plantas y las algas tienen la capacidad de utilizar el Sol para general energía en la fotosíntesis. En este caso, hablaremos de quimiosíntesis, el mecanismo encargado de impulsar este ecosistema carente de luz. Simplificando podríamos señalar que se trata de auténticas bacterias comepiedras.

Cantidad de mierda por unidad de superficie que puedes acumular haciendo muestreo de hielo basal.
Cantidad de mierda por unidad de superficie que puedes acumular haciendo muestreo de hielo basal.

Pero para poder buscar esta clase de microorganismos primero necesitamos encontrar las muestras adecuadas. Llegados a este punto podríamos preguntarnos: ¿cómo es la vida en el glaciar de hielo basal para un geomicrobiólogo? Podemos resumirla en dos palabras: sucia y agotadora, pero no por ello menos apasionante. En primer lugar, para conseguir las muestras es necesario reconocer el terreno, buscando los puntos en los que el hielo basal está expuesto, como podemos observar en la siguiente imagen.

Hielo basal, “facies estratificadas” expuestas. Nótese el uso de piolet como escala. Y sí, estaba nevando, mucho.
Hielo basal, “facies estratificadas” expuestas. Nótese el uso de piolet como escala. Y sí, estaba nevando, mucho.

Una vez encontrado es hora de ponerse manos a la obra. ¿Veis ese instrumento en la imagen anterior? Es un piolet o “ice axe” en inglés, que suena como más épico. Pues gracias a él podemos eliminar la capa superior de hielo, a base de fuerza bruta (que permite quemar mala leche y estrés, además de calorías). Una vez hecho esto es hora de ponerse finos, y utilizando un cincel esterilizado (flameándolo con alcohol) removemos los fragmentos que nos interesan.

Perfilando con un cincel esterilizado la muestra de hielo a guardar.
Perfilando con un cincel esterilizado la muestra de hielo a guardar.

Una vez que tenemos el fragmento que queremos analizar lo introducimos en una bolsa estéril para preservar la pureza de la muestra y evitar que microorganismos que no estaban en ella aparezcan en los resultados. Esa bolsa se mete, a su vez en otra bolsa y en ocasiones en una tercera, con el fin de evitar pinchazos, que puede tener efectos desastrosos: riesgo de que se produzca una contaminación cruzada entre las muestras, pero también de que tú mismo acabes completamente empapado en agua recién fundida y rica en sedimento (básicamente, el riesgo de acabar cubierto de barro muy frío en ambiente ya frío de por sí).

El siguiente paso como geomicrobiólogo, es obtener el ADN de los microorganismos que habitan el glaciar. Para ello hay una serie de reactivos que producen la ruptura de las células y la recuperación del ADN gracias a que precipitan otra clase de moléculas para finalmente filtrarlo y conservarlo. A partir de aquí, puedes hacer con él lo que sea necesario. Esto normalmente se hace en un laboratorio, pero en el caso del trabajo de campo, es posible que el más cercano esté a cientos de kilómetros, así que toca improvisar un laboratorio en el alojamiento donde estés, ya sea en el salón o en la cocina.

Laboratorio improvisado.
Laboratorio improvisado.

Además, siempre puedes llevar de vuelta algunas muestras, de tal forma que se pueden hacer otra clase de estudios posteriores, como puede ser el análisis químico del sedimento o siembras en placa de agar con diferentes medios, obteniendo colonias de los microbios que habitan en el glaciar.

Pero como no todo va a ser trabajar, también podemos disfrutar de maravillosas y únicas vistas.

En la portada del artículo, imagen de “mi” glaciar, Svínafellsjökull.

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