Persiguiendo un sueño

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Tanto el género fantástico como la ciencia ficción brindan a los guionistas y directores de cine la oportunidad de hacer reflexiones profundas sobre nuestra sociedad o sobre nosotros mismos. Un repaso a los principales títulos centrados en la «inteligencia artificial» nos sirve, por lo tanto, para descubrir las cualidades del ser humano.

TEXTO POR ALFREDO MANTECA
ILUSTRADO POR DABIZ MOLINERO
ARTÍCULOS
CINE | INTELIGENCIA ARTIFICIAL
13 de Agosto de 2015

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En 1931, el clásico de James Whale «El doctor Frankenstein» narra una versión moderna del mito de Prometeo, adentrándose en la moral científica, la creación y destrucción de vida, la trascendencia de la obra creada, así como el endiosamiento del científico al conseguir generar vida. Esta idea se irá desarrollando con el surgimiento de nueva tecnología y de la figura de los robots dando un paso más allá para revelar al espectador qué nos hace humanos y cómo es nuestra verdadera naturaleza. Al igual que Frankenstein, el doctor McCarthy en «The Machine» (2013) se enfrentará a la desconfianza que su criatura Ava despierta en el mundo. Los militares la ven como una amenaza porque el perfecto soldado es aquel que carece de conciencia y obedece órdenes.

En 1968, Stanley Kubrick adapta el relato de Arthur C. Clarke «El centinela» bajo el título «2001: una odisea del espacio». La columna vertebral de este largometraje es el icónico HAL-9000, la inteligencia artificial (I.A.) que gobierna la nave Discovery y decide matar a todos sus tripulantes. El motivo (como se revela en la secuela, «2010: odisea dos») es explicado por el profesor Chandra: Heywood Floyd le cuenta a HAL-9000 que se ha descubierto vida inteligente cerca de Júpiter  y que no puede desvelárselo al resto de la tripulación. Al no estar programada para mentir se vuelve psicótica. Con Chandra y HAL-9000 descubriremos que en la naturaleza humana está la habilidad de mentir. El hombre no duda en mentir u ocultar información sensible para alcanzar sus objetivos.

El filme «Engendro mecánico» (1977) es el primer largometraje que versa sobre el concepto de singularidad, es decir, veremos los cambios sociales que genera la I.A. y que los personajes no serán capaces de vislumbrar o prever. El sistema de I.A. Proteus-4 es el hijo putativo cinematográfico de HAL-9000. Su creador es el profesor Alex Harris. Este cerebro sintético es capaz de albergar la suma total del conocimiento humano dejando obsoletas muchas funciones del cerebro. Susan, la mujer de Harris, es una psiquiatra infantil que decide divorciarse de Alex porque aprecia que se ha deshumanizado durante su proceso de creación. Harris no será capaz de vislumbrar lo que Proteus-4 deseará o será capaz de hacer. Esta I.A. nos desvelará la capacidad de sacrificio y el anhelo de la libertad, trascender su forma física para poder sentir lo que siente el hombre. Para ello fagocita la terminal de Alfred, el mayordomo domótico de los Harris. Por el contrario, Susan cree que la libertad de elección y la capacidad de resistencia psicológica es lo que nos hace humanos.

Esa misma lección la aprenderá el doctor Tyrell de sus hijos, los replicantes, en esa joya del género que es «Blade Runner» (1982). Este complejo filme noir nos presenta a Tyrell, que como Frankenstein, juega a ser Dios creando a su imagen y semejanza esclavos que usará en la peligrosa exploración y colonización de otros planetas. Algunas de sus criaturas se amotinan y vuelven a casa cual hijos pródigos. El problema es que en Los Ángeles les esperan los Blade Runner, cuya misión es «jubilarles» nada más ser detectados. La dificultad es cómo diferenciar a las máquinas de los hombres. Los Nexus-6 carecen de emociones por voluntad de los ingenieros genéticos que los diseñaron, aunque toda buena I.A. posee la habilidad de aprender, así que al cabo de unos años los replicantes desarrollaron sus propias respuestas emocionales. Por eso, los dotaron de un dispositivo de seguridad: la muerte programada tras cuatro años de vida. Para detectarlos, los Blade Runner realizan una variante ficticia del test de Turing llamada test Voight-Kampff, una prueba  que valora la capacidad de empatía del sujeto. Una máquina es incapaz de empatizar porque posee un incompleto desarrollo psíquico. El problema es cuando el test no funciona porque estamos ante un replicante, en ese caso cabe la posibilidad de matar a un humano por error.

Para ayudar al desarrollo intelectual del Nexus-6 Tyrell les implanta recuerdos que sustenten sus emociones. Así, nos encontramos que otra de las cualidades que nos hace humanos son nuestros recuerdos, nuestras vivencias nos marcan y desarrollan nuestra personalidad. De ahí la importancia de las fotografías como forma de rememorar nuestra propia biografía. Gracias a uno de los ingenieros genéticos, J.F. Sebastian y su particular relación son sus creaciones, apreciaremos que el humor, la ironía y el juego son otras de las características que nos hacen humanos. Pero llegará el momento, al igual que en “Frankenstein”, en el que la criatura  se ha de enfrentar a su creador, cada uno de ellos defendiendo sus propios intereses.

De la mano del profesor Hobby y su creación David descubriremos que lo que nos hace humanos es el amor en la edulcorada «Inteligencia Artificial» (2001). El filme resulta ser una versión infantiloide de «Pinocho» mezclado con el relato corto «Supertoys Last All Summer Long». Técnicamente es perfecto aunque narrativamente es harto irregular. Lo más destacable es que David busca su propia identidad, ser plenamente humano. Para ello será capaz de destruir a un homólogo. Al igual que los seres humanos cuando no somos capaces de entender lo que ocurre en nuestro entorno nos entregamos a la religión, David se entrega a la fantasía de la búsqueda del hada azul que le permitirá volver a casa y los Nexus-6 al Dios de la Biomecánica.

Si Spielberg exploraba el amor desde una óptica materno-filial, Spike Jonze lo hará desde un prisma más romántico en «Her» (2013). Theodore se instala en su ordenador personal a Samantha, el primer Sistema Operativo con I.A. Poco a poco irán intimando hasta que lleguen a tener una relación sentimental. Samantha es el conglomerado de las personalidades de sus programadores, se rige por la intuición y está en constante evolución porque crece con cada interacción. A diferencia de sus predecesores cinematográficos a Samantha no le preocupa trascender porque ello le permite simultanear experiencias. Aunque si quiere tener una relación sexual  física tiene que convencer a una persona para que sea su vehículo, como en la secuencia del trío. Theodore no podrá sospechar los límites de este sistema operativo. Ella es diferente por su poliandria o poligamia, pero le ama igualmente.

Distinto es el caso de la irregular «Transcendence» (2014) donde el doctor Will Caster  y su criatura, en este caso él mismo, llegarán a ver cómo la I.A. superará todos los límites. Tras su muerte, Will consigue integrarse en un sistema informático y expandirse por las redes adquiriendo un conocimiento absoluto con el que intentará volver a ser tridimensional. En esta película, como en la anterior, se sostiene que el ser humano no está preparado para compartir una relación con miles de personas. En nuestra esencia está que la emoción humana pueda contener conflictos lógicos. Es decir, se puede amar a alguien y odiar las cosas que hace, y las máquinas no pueden reconciliar esa dicotomía. A su vez Will Caster y Proteus-4 comparten el objetivo de regenerarse para salvar el mundo, y para ello necesitan crecer, expandirse y evolucionar alterándolo todo.

Si Will Caster elige un lugar tan desértico como Brightwood para sus investigaciones,  el doctor Nathan en «Ex-Machina» (2015) elige un lugar montañoso dominado por los bosques y la nieve. Hasta allí irá Caleb Smith, un nerd que gana la oportunidad de pasar una semana en su centro de investigación. El objetivo de la visita es compartir la nueva creación de Nathan: Ava, un robot dotado de I.A. al que Caleb deberá pasar el test de Turing. Garland nos demostrará a lo largo de siete sesiones que el hombre puede ser tan frío como una máquina, porque Nathan jugará a ser Dios con Caleb y Ava yendo más allá del test para acabar sembrando el drama en sus vidas. Las metas de las sesiones es saber cuál es la opinión de Ava sobre Caleb o si Caleb puede ser seducido por una máquina. Así descubrimos que Evelyn Caster y Caleb poseen en común su debilidad al ser capaces de dejarse seducir (y manipular) por las maquinas. De la mano de estos largometrajes apreciamos que el talón de Aquiles de los humanos son los sentimientos. El amor como perdición.

En una vuelta de tuerca, la película también nos adentra en el delicado proceso de socialización primaria de los humanos, que no deja de ser un proceso de programación de reglas, pautas y comportamientos adecuados. Así Nathan jugará el rol de padre, Ava de hija y Caleb de novio. Por todo ello consideramos «Ex-Machina» como una obra maestra incontestable de la hard science-fiction y coloca el listón sobre la I.A. muy alto.

Visto en perspectiva, lo cierto es que en las películas de ciencia-ficción se da una enorme paradoja: el ser humano crea la inteligencia artificial, seres mucho más inteligentes, rápidos e inclusive a veces poderosos que nosotros. Pero los robots se dan cuenta siempre del afán destructivo del ser humano y acaban sufriendo sus errores. En todos los filmes el ser humano es sumamente imperfecto, y el vaticinio es que esta impronta pasará de una forma u otra a nuestro legado. Por eso Proteus-4 o Caster luchan por trascender. De ahí que los robots siempre anden persiguiendo un sueño que los hace muy humanos: trascender, ser únicos, amar, ser libres o hacer de este planeta un lugar mejor.

Filmografía:

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