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Desde Principia rendimos este pequeño homenaje a la memoria de Oliver Sacks, neurólogo y gran divulgador que ha fallecido hoy, 30 de agosto de 2015.

TEXTO POR QUIQUE ROYUELA
ARTÍCULOS
BIOGRAFÍA
30 de Agosto de 2015

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Este diálogo entre Leonard Lowe (Robert De Niro) y el doctor Malcom Sayer (Robin Williams) en la película «Despertares» marca el inicio de una peculiar relación entre médico y paciente, entre salud y medicina, entre sueño y vida, letargo y despertar.

Hoy, 30 de agosto de 2015, ha fallecido Oliver Sacks, médico neurólogo, amante de la química y escritor de libros de éxito basados en su experiencia. Una persona que dedicó gran parte de su vida, no solo a la medicina, sino también a la cultura y a la divulgación.

Nunca es fácil escribir sobre alguien tan conocido, sobre todo porque poco hay que no se haya dicho ya. Sin embargo, no hay mejor tributo a su legado que dedicarle unas palabras y recordar lo que nos dejó.

A estas alturas todos sabemos ya (aunque muchos quizá no lo conocían) que nació en Londres en 1933, se licenció en medicina en la Universidad de Oxford y que desde 1965 dedicó su carrera profesional a la neurología en la ciudad de Nueva York, donde daba clases en la Escuela de Medicina. Trabajó en el Hospital Beth Abraham del Bronx con pacientes aquejados de encefalitis letárgica, una patología cerebral que los sumía en un estado permanente de adormecimiento. Fue su experiencia clínica con el fármaco L-dopa en el tratamiento de estos pacientes lo que plasmó en el libro Despertares, una novela –no exenta de polémica- que fue llevada con éxito a la gran pantalla por el director estadounidense Penny Marshall y de la que se extrae el diálogo inicial de este artículo. Asimismo, resulta inevitable acordarse hoy del también fallecido Robin Williams, quien encarnó el personaje basado en el propio Oliver Sacks en este film.

Sus libros han contribuido notablemente a una labor de divulgación científica que, sin lugar a dudas, estuvo entre sus principales objetivos. Siempre trató de mostrar al gran público su labor como neurólogo y las consecuencias de enfermedades como el Alzheimer, la esquizofrenia o el autismo. Fruto de su experiencia surgieron libros como «Migraña», «El hombre que confundió a su mujer con un sombrero» y «Un antropólogo en Marte».

Su faceta como escritor y contador de historias le permitió compartir su experiencia como paciente. Sufrió un tumor maligno en el ojo derecho, lo que le hizo perder la visión en ese órgano, experiencia que decidió compartir en el libro «Los ojos de la mente» o en el caso de la pérdida de sensibilidad en una pierna que sufrió tras un accidente y que reflejó en su obra «Con una sola pierna».

Fue un tipo peculiar y siempre mostró una timidez extrema que él mismo calificó de «enfermiza». Actitud que quizás trató de paliar a través de sus escritos, de índole profesional pero también personal, sobre todo el libro titulado «El tío tungsteno» donde relata el nacimiento de su amor por la química en su infancia gracias a su tío Dave, dueño de una fábrica de bombillas.

Fue miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras desde 1996,  socio de la Academia de Ciencias de Nueva York desde 1999 y socio de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, entre otras. Todo ello no fue más que un reflejo de su actitud multidisciplinar y polivalente ante la vida. No dejó de preocuparse por las desigualdades en el mundo, por las confrontaciones bélicas y políticas o los problemas medioambientales ni siquiera en los últimos días de su vida.

En febrero de 2015, en el artículo «My Own Life» escrito en The New York Times anunció que padecía un cáncer de hígado terminal, producto de una metástasis del melanoma ocular que sufrió en 1996 y que le dejó ciego de un ojo.

Escribió más de una decena de libros, artículos y ensayos. Fue criticado y a la vez recibió multitud de galardones y reconocimientos. Y vivió la vida a su manera.

Supo que iba a morir y sin embargo no dejó de sentir pasión por el estudio. Dejó escrita su biografía, por lo que sobra todo lo que se pueda escribir aquí o en otros medios.

Fue un ejemplo en muchos aspectos de su vida y algunos le recordaremos por su sensibilidad y el gran trabajo que hizo como divulgador al compartir sus experiencias con todos nosotros.

Gracias profesor Sacks. 

Referencias:

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