Esta es la historia de Principia

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Y como todas las historias tiene que ser contada desde su inicio.

TEXTO POR CRISTINA ESCANDÓN
ILUSTRADO POR CRISTINA ESCANDÓN
KIDS
IMAGINACIÓN
2 de Octubre de 2015

Tiempo medio de lectura (minutos)

Principia nació hace mucho tiempo, en 1923. Sus padres eran Tomás y Brígida, los cuales nada más conocer la noticia de que esperaban una niña tuvieron muy claro cuál iba a ser su nombre. La idea surgió cuando Tomás, que trabajaba como laborante de primera en un centro de investigación, escuchó una conversación sobre una tal «Principia» entre dos de las personas más listas que había conocido en su vida: Albert Einstein y José Ortega y Gasset.

Tomás no entendió la conversación porque hablaban en alemán pero —por fortuna— Ortega y Gasset traducía a los demás compañeros lo que decía el físico alemán.

—El señor Einstein cree que los Principia de Isaac Newton son una de las grandes obras maestras de la humanidad —explicaba Ortega y Gasset mientras todos escuchaban atentos.

Aquel nombre que tanto repetían le pareció perfecto para la pequeña que estaba por venir al mundo, la cosa más importante que Tomás y Brígida habían hecho jamás. Sin duda, esta elección fue todo un acierto porque Principia desde muy pequeña sintió un gran interés por aprender.

Una de las cosas que más le gustaba era leer, hábito que había heredado de su madre, y que su padre le explicara cada día qué máquina había tenido que arreglar para poder ayudar a los científicos que trabajaban en el laboratorio. 

—Papá ¿qué has hecho hoy? —preguntaba Principia haciéndose la remolona en la cama para no tener que dormirse.

—¿Hoy? No lo recuerdo muy bien —bromeó—. ¡Ah, sí! hubo un apagón en el laboratorio del doctor Blas Cabrera, así que me llamaron para arrojar un poco de luz a su investigación —contestó su padre entre carcajadas mientras su hija le observaba sonriendo aunque sin comprender la broma.

—¿Algún día me llevarás a tu trabajo? —preguntó la pequeña.

—Cuenta con ello —sonrió su padre haciéndole un gesto indicando que ya era la hora de dormir.

—¡Solo una cosa más, papá, por favor, te lo prometo! —suplicó Principia llevándose una mano al corazón en un gesto solemne—. Papá ¿qué hacen los científicos? —preguntó con interés.

¡Que chiquilla tan inquieta! —pensó Tomás buscando la mejor forma de tratar de explicarlo.

—Hacerse preguntas y tratar de responderlas —contesto Tomás a su hija—. Y ahora a dormir.

Principia aprendió mucho en el colegio y enseguida se dio cuenta de que le emocionaba descubrir cosas nuevas. Uno de los mejores momentos era cuando se juntaba con sus amigos en el patio a jugar imaginando ser exploradores, aventureros…Todo aquello que le rodeaba, tan misterioso, despertaba su curiosidad: ¿cómo podía ser que a través de un teléfono se consiguiera oír la voz de otra persona? ¿Son infinitos los números? ¿Hasta cuánto se puede contar? ¿Por qué se caen las hojas de algunos árboles? ¡Que buenos recuerdos los del cole!

Así que cuando tuvo la edad suficiente no le costó mucho elegir qué quería ser de mayor: quería ser científica. Para Tomás y Brígida fue una gran alegría que su hija quisiera estudiar, ya que ellos no tuvieron la suerte de poder hacerlo. Así que sus padres no dudaron un instante en hacer el gran esfuerzo que requería.

Una vez en la universidad, Principia volvió a escuchar aquel nombre que le era tan familiar, el de Albert Einstein, y por fin comprendió la historia que tantas veces había escuchado acerca de cómo su padre decidió ponerle aquel nombre tan original.

—Papá, hoy en clase nos han hablado de Isaac Newton y su obra Principia —le contó a su padre un día después de las clases.

—Entonces comprenderás la importancia de llevar su nombre —dijo su padre con una sonrisa de oreja a oreja.

Brígida, que acababa de llegar a casa después de un duro día de trabajo, se unió a la conversación.

—Sí, ha sido muy curioso e incluso me han preguntado por el origen de mi nombre y si estaba relacionado con Newton. ¡Les ha fascinado la historia cuando se la he contado! —exclamó Principia—. También nos han hablado de Albert Einstein y los debates con su amigo Bohr. Y de Galileo y de Copérnico ¡y un montón más de grandes científicos! —explicó emocionada.

Su padre sonrió, satisfecho, mientras Principia era consciente de que Tomás estaba deseoso de que le contará más. 

—Hija, cuenta, cuenta, ¡no te dejes nada! —exclamó su madre con el ímpetu que la caracterizaba.

—¡Es alucinante mamá! Resulta que esta colección de libros son considerados una de las obras más importantes de la historia de la humanidad porque, entre otras cosas, nos ayudan a entender un poco mejor cómo funciona el universo.

Principia sabía que tenía que explicar las cosas de una manera sencilla para que sus padres las entendieran pues aunque él había trabajado entre científicos, sus conocimientos se reducían al oficio que desempeñaba y que había aprendido trabajando en un taller de electricidad desde los ocho años. Por su parte, Brígida asimilaba rápidamente los conceptos, ya que era una persona con una gran pasión por la lectura. «¡Que padres tan maravillosos! —pensaba Principia».

La joven les explicó, largo y tendido, todo lo que sabía sobre esos libros fascinantes y consiguió que sus padres comprendieran la importancia de aquellos. Tomás, aquella tarde, recordó las anécdotas sobre todas las personas ilustres que conoció durante el tiempo que trabajó en el laboratorio, mientras que Principia no podía evitar escuchar aquellas viejas historias con una gran sonrisa en el rostro, sintiéndose realmente orgullosa de su padre.

Durante los años de universidad, fue una estudiante brillante y una de las cosas que descubrió es que además de ser científica le gustaba enseñar a los demás, como antes habían hecho sus padres con ella, los cuales siempre tuvieron la paciencia y disposición necesaria para explicar.

Una vez terminados sus estudios, se dedicó a trabajar en un laboratorio de investigación, aunque no era una época fácil para las mujeres. Nunca perdió la costumbre de leer y sentir curiosidad sobre cualquier disciplina científica: matemáticas, biología, física…Fue un tiempo muy feliz en el que, en sus ratos libres, intentaba dedicar tiempo a una actividad que muchos no veían con buenos ojos pero que a ella le fascinaba. Así que se juntaba con varios amigos, también científicos, e iban a los colegios para contar a los niños qué es lo que hacían en el laboratorio, tal como su padre hizo cuando era pequeña.

—Señorita ¿qué es una científica? —preguntó una de las alumnas de la clase a la que había acudido a dar una de sus charlas. 

Esa pregunta era sencilla, Principia tenía clara la respuesta desde que era una niña. 

—Una científica es una mujer que se dedica a descubrir cosas nuevas, que trata de desentrañar los misterios más ocultos y maravillosos del mundo que nos rodea y que quiere aprender cada día una cosa nueva —respondió.

—Pero ¿sobre qué cosas investigan? —alzó la voz un niño menudo y pálido que atendía con ávido interés.

Este será científico, se dijo Principia a sí misma.

—Sobre todo lo que podáis imaginar: las estrellas, las plantas, los animales, los dinosaurios, pero también sobre las enfermedades y otro enorme montón de cosas —contestó Principia enarcando las cejas simulando sorpresa.

Los niños de aquella clase le recordaron a ella cuando era pequeña. Sus caras eran como la suya cuando con admiración escuchaba las anécdotas de su padre o las historias de los libros de su madre.

—Seguro que vosotros os preguntáis muchas cosas. Por ejemplo, ¿cómo puede ser que a través de un teléfono se consiga oír la voz de otra persona? o ¿hasta cuánto se puede contar? —rio a carcajadas recordando las preguntas que se hacía ella misma en su infancia—. Todas esas cuestiones tienen una respuesta —continuó— y para contestarlas hubo antes otras personas que se plantearon lo mismo —les explicó.

Ahora ha pasado mucho tiempo, tanto que Principia tiene más de 90 años. Sí, sí, ¡casi un siglo de vida! Aunque sigue con el mismo entusiasmo por observar el mundo que nos rodea y lo mejor de todo, con unas tremendas ganas por contárselo a los niños.

Así que ahora que la conoces, prepárate porque Principia te va a contar un montón de historias sobre dinosaurios, estrellas, animales, robots y muchos más relatos en los que descubrirás quién eres y cómo funcionan las cosas que te rodean.

Sumérgete en el asombroso mundo de Principia y recuerda, sé curioso, no temas equivocarte, mira los problemas como un reto para crear algo nuevo y nunca dejes de utilizar la imaginación.

 Muy pronto Principia Kids en papel, una revista de ciencia para niños de 0 a 99 años.

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