Para esta reseña me he propuesto no hacer spoilers, no desvelar ninguna de las conclusiones —aunque sé que me va a costar— a las que José Manuel llega con acierto, curiosidad, conocimiento científico y de la legislación vigente, pero sobre todo con pequeñas dosis de sentido común. 

Es un libro imprescindible para evitar el timo, el tocomocho de las vitaminas con superpoderes, el arte de los trileros de la publicidad y sus dueños, con el que disfrutarás y te indignarás a partes iguales. 

Además es un manual donde, aparte de hacerte reflexionar con preguntas, también ofrece respuestas. Aquí, los consejos son tan importantes como el argumento desmontado. ¿Que no quieres ser timado? Pues haz esto y esto otro. Fácil y para toda la familia. El autor no escatima en propuestas, por lo que el libro hace las labores, como ya algunos han apuntado, de servicio social y me atrevería a sugerir que no estaría de más que ciertas organizaciones de consumidores y usuarios se hicieran con unos ejemplares para tener un documento riguroso con el que poder exigir responsabilidades.

Resulta un libro fascinante por la sencillez con la que desmonta los engaños, porque no se esconde y cita productos y marcas que utilizan estrategias de lo más variopintas, usando argucias más propias de truhanes, para regatear la ética y eludir su responsabilidad con el objeto de ganar dinero. 

Pero su contenido me indigna. Me enfurece porque pone de manifiesto una falta total de ética en algunos sectores (el del marketing y la publicidad en alimentación y cosmética), una ausencia absoluta e interesada de una robusta legislación que vigile por los intereses de los consumidores y la indolencia de muchos usuarios y colectivos que ven pasar los abusos por delante de sus narices y miran para otro lado, quizá siguiendo el olor que el dinero deja a su paso.

Me exaspera porque le tengo mucho respeto a los profesionales del marketing y la publicidad y creo que quienes andan detrás de lo que José Manuel López Nicolás desmonta en su libro deberían mostrar algo de respeto por aquellos que desempeñan su labor con creatividad y ética. 

Pero no nos olvidemos, y eso es algo que en el libro queda bien claro, que todo esto es posible porque los gobiernos lo consienten, son permisivos dada la laxitud de las leyes que se suponen deben proteger nuestros intereses.  ¿Por qué? La respuesta la deberás encontrar entre las 361 páginas de este libro.

He dicho que no iba a hacer spoilers pero llegando al final no me puedo resistir. Cuasi parafraseando al autor, «señores productores de plátanos de Canarias, si no se forran —legítimamente— es porque no quieren». Ahí lo dejo. 

Vamos a comprar mentiras
Alimentos y cosméticos desmontados por la ciencia
José Manuel López Nicolás
Editorial CÁLAMO
Colección Arca de Darwin