Maltratadores

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La violencia contra la mujer es un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres, así lo define la Organización Mundial de la Salud (OMS), quién también estima que una de cada tres la han sufrido en algún momento de su vida. Algo que es, sencillamente, inadmisible.

TEXTO POR MARÍA DOCAVO
ILUSTRADO POR ANGYLALA
ARTÍCULOS
25 de Noviembre de 2016

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¿Por qué a veces salimos con maltratadores?

Aunque te parezca increíble, los maltratadores tienen la misma apariencia que cualquier otra persona. De hecho, un maltratador puede ser un buen amigo, tener una carrera profesional brillante y ser un nieto excepcional. Y te voy a decir un secreto: tú conoces a más de uno (y a más de tres). Te lo aseguro.

Y es que los maltratadores son eso, maltratadores, pero no son tontos. Saben comportarse en sociedad, como también son conscientes de que cualquier signo de violencia detectada les valdrá la pérdida de su próxima víctima si esta no ha llegado primero a la fase de ceguera por amor. Así que, durante meses se comportarán como el más azul de los príncipes, con preciosos y constantes whatsapps, excursiones sorpresa y ramos de flores si son necesarios. Y así será hasta que él esté bien seguro de que ya puede empezar a someter a su víctima para poder demostrar así su propia masculinidad.

Pero aún en su segunda etapa, ningún maltratador se comportará como tal las veinticuatro horas del día, ni todos los días del año. Estas relaciones son cíclicas, un método que permite al maltratador mantener a su víctima cerca. Y es que son unos profesionales de hacer lo que hacen, maltratar. Cada explosión de violencia irá seguida de una etapa de reconciliación, una luna de miel en la que el maltratador se comportará otra vez como aquel hombre que conociste, y te hará creer que él puede comportarse como una pareja encantadora, porque ya lo hizo una vez. Y él además cuenta con la ventaja de que tú le quieres, no os olvidéis de este detalle. Algunos, incluso son capaces de ir a terapia con el objetivo de hacerte creer que acepta que tiene un problema y que lo quiere arreglar y no con el objetivo de solucionarlo realmente. Pero, en este caso, nunca buscará dejar de maltratarte, sino volver a posicionar a su víctima en la zona de ceguera por amor, que en realidad pasa a ser un síndrome de Estocolmo de manual. Una vez recuperada la confianza el ciclo volverá a comenzar con una explosión de violencia. La víctima no tiene que hacer nada para que esto suceda, igual que tampoco puede hacer nada por evitarlo. No tiene que ponerse tacones o hablar con otro chico. Si el ciclo se ha cerrado y él sabe que la fase de reconquista ha terminado habrá una explosión de violencia aunque la víctima esté en casa con la bata planchando una camisa en silencio. Y el ciclo cada vez será más corto, y el maltratador cada vez será más violento, y la víctima cada vez estará más anulada. 

Y tú, lector, es probable que lleves un rato renegando, que dos párrafos atrás empezaras a pensar «yo eso no lo soportaría JAMÁS». Bien, pues yo te digo por experiencia que es cuestión de (mala) suerte. Si te cruzas con un maltratador en tu camino (que lo harás), y tienes el cenizo de que te gusta y le gustas, da igual lo segura que seas, el trabajazo que tengas o las fantásticas amistades que te rodeen, serás una persona maltratada. En lo único que te puede ayudar tu estabilidad emocional o tu posición social es en acortar el tiempo que tardes en salir de esa situación, y muchas veces ni eso.

Pero tú insistes en tu posición, es legítimo, y piensas «estar ciego de amor no es excusa para que alguien aguante que le griten, le amenacen, le controlen o hasta le peguen». Bien, llegados a este punto voy a decirte algo de lo que puede que no te hayas dado cuenta. Mucha gente no lo ha hecho: la culpa de que una persona sea maltratada es del maltratador, no de su víctima.

Esto va en negrita porque es la única idea que quiero dejar clara con este artículo. ¿Crees que es de perogrullo? Pues entonces explícame por qué la mayoría de las campañas contra la violencia machista están enfocadas a que la víctima denuncie. Salvo las campañas, «Os queremos vivas» y «Hombres, hablemos de violencias machistas» dónde habéis visto una campaña que diga: «hombres, hay que respetar a las mujeres»?

Campaña «Os queremos vivas»

 

 

Campaña «Hombres, hablemos de violencias machistas»

 

Los medios de comunicación en casos de violencia de género siempre dan el dato de si la víctima había denunciado o no previamente. ¿Por qué? ¿No son parecidas las cifras de muertes entre las personas que denuncian y las que no lo hacen? Puede que lo hagan para hacer su trabajo, o sea, informar, o incluso puede que lo hagan con la intención de animar a las mujeres maltratadas a denunciar, aunque no creo que acojonándolas un poco más de lo que ya están vayan a conseguir su objetivo. De hecho creo que estas noticias animan mucho más a los maltratadores que a las víctimas. Pero el hecho es que la reacción en el lector es siempre la misma…«Anda que ya le vale no haber denunciado, ¿en qué estaría pensando?». Vamos a ver, si estamos hablando de un crimen yo creo que lo justo es que se culpe al criminal.

Un ejemplo claro de lo enferma que está la sociedad en este país es aquel debate a cuatro donde tanto se criticó la ausencia de Rajoy. Le preguntaron a Soraya por la violencia machista y contestó, entre otras cosas, que le diría a las chicas de catorce años que no permitan que su chico les mire el teléfono. Y lo más impresionante es que salió de boca de una mujer y que fue el único punto en común de los cuatro grupos políticos. ¿En serio? ¿No se os ha ocurrido que igual a los que hay que decirles algo es a los chicos?

Hasta el mismísimo Jordi Évole se refirió a este artículo como «el artículo de la semana» en Twitter. Entiendo que la intención es buena, pero el problema es el de siempre: una mujer asesinada, universitaria, independiente, culta, preparada, aguanta a un maltratador sin denunciarle, flipa. En serio: no fue culpa suya.

Quiero un periodismo que hable de él. Del asesino. De si tiene una relación buena con su familia o no. De si tiene o no trabajo, de si es o no universitario, de si tiene o no antecedentes penales.

Ya basta. Basta ya de señalar a la punta de un iceberg cuando todos somos partícipes de la gran base que lo sustenta y que es el patriarcado. No podemos seguir educando a las niñas para que su meta más importante en la vida sea tener pareja e hijos, que se conforme cobrando menos por el mismo trabajo, que cargue la gran mayoría del peso de los cuidados de descendientes y ascendientes, y luego esperar que cuando su anhelada pareja le grite, esta la abandone y corra a denunciarla. Basta ya de culpar a las víctimas de los delitos cometidos por sus parejas.

¿Queremos acabar con la violencia machista? Dejemos de decirle a las mujeres que denuncien y trabajemos para terminar con el machismo. Dejemos de preguntarle a las niñas que si tienen novio o de regalarles carritos de bebes por Navidad y empecemos a decirle a los niños que sus compañeras deben ocupar la mitad del espacio: en el patio del colegio, en los asientos del metro, en la toma de decisiones. Dejemos de decirles a las adolescentes que cuiden de su móvil y empecemos a decirles a los adolescentes que una pareja no es una posesión. Dejemos de decirles a las chicas que no vuelvan solas a casa y empecemos a decirles a los chicos que no las acosen por la calle. Dejemos decirle al oprimido lo que tiene que hacer y empecemos a poner el foco en el opresor, que es el patriarcado.

Este artículo está dedicado a todos los psicólogos del centro de atención a la mujer, especialmente a Isabel, que me sacó de las tinieblas.

 

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