El pasado 11 de febrero se conmemoraba el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia y la Tecnología, fecha con la que se pretende poner de manifiesto que las mujeres todavía siguen encontrando barreras a la hora de incorporarse al motor de cambio que la ciencia supone hoy en día en nuestra sociedad. Barreras que hay que conocer para poder derribar y acabar con esta situación de una vez por todas. En Principia, desde el principio, hemos aportado nuestro granito de arena a través de nuestra sección Mujeres de Ciencia, dando visibilidad a auténticas pioneras en diferentes disciplinas científicas y tecnológicas que han contribuido con su trabajo y sus descubrimientos a que el mundo sea hoy tal y como lo conocemos.
Hoy, en esta misma sección tenemos la suerte de entrevistar a Carolina Jiménez, apasionada confesa de la ciencia y la tecnología que se dedica profesionalmente a los efectos especiales —VFX por sus siglas en inglés— en el mundo del cine y que lleva a su espalda títulos tan sonados como la trilogía de El Hobbit o Guardianes de la Galaxia 2 (entre muchos otros grandes éxitos).
PRINCIPIA: Ver la filmografia de tu CV es impresionante. Haber trabajado en grandes películas que en los últimos años han movilizado a millones de personas marcando el ritmo de la taquilla a nivel internacional seguro que es algo que te llena de orgullo cada vez que escuchas hablar de ellas. Sabemos que tu trabajo está no solo detrás de las cámaras, sino que tiene lugar prácticamente después del rodaje de todas las escenas y sin él ninguna de estas películas serían lo que finalmente vemos en la gran pantalla, pero ¿en qué consiste?
CAROLINA: Efectivamente, una película no acaba cuando termina el rodaje ni mucho menos. En muchos casos, después de filmar aún quedan uno o dos de años de posproducción antes de poder estrenar, si no más. Esto es así especialmente en las películas con mucha carga de VFX, es decir, de efectos especiales digitales, como las películas de fantasía, las tan abundantes hoy en día películas de superhéroes, o los grandes taquillazos de acción. Otros géneros como la comedia o los dramas intimistas a penas requieren VFX y sus procesos de acabado son bastante distintos.
Pero los grandes blockbusters palomiteros requieren casi más tiempo y personal de trabajo durante la posproducción que durante la producción. Yo estoy especializada en el departamento de layout, que es una de las múltiples fases de la creación de VFX en el cine. Una vez que tenemos la imagen real rodada en set, con todos sus fondos verde croma y los actores interactuando con personajes y objetos que aún no están ahí, el personal de VFX es el encargado de sustituir esas zonas croma por sets y fondos digitales, de añadir monstruos, naves, armas y otros props donde antes no los había y fusionarlo todo de manera creíble y realista para que el espectador disfrute de una película bien rematada en la sala de cine.
Los grandes blockbusters palomiteros requieren casi más tiempo y personal de trabajo durante la posproducción que durante la producción
Pero hay todo un equipo responsable de los efectos. Los modeladores generan todos los modelos 3D, mientras que el personal de layout compone la escena con todos los elementos necesarios y coloca y anima la cámara final. Por su parte, los animadores dan expresión y movimientos complejos a personajes y otros elementos en movimiento y el departamento de texturas e iluminación dotan a toda la escena del aspecto y luz realistas. Por otro lado, los artistas de efectos generan humo, fuego, agua, y los compositores lo colocan todo junto para que quede unido como en una sola pieza.
Es un proceso largo y complejo que implica el uso de tecnología punta en constante desarrollo y a muchos artistas trabajando en equipo para que el resultado final sea la película que todos disfrutamos luego en pantalla.
Tras el equipo de VFX vienen otros procesos como sonorización o colorización antes de poder distribuir la película a las salas de cine, pero eso ya está fuera de nuestras competencias.
PRINCIPIA: Llegas a los VFX desde la arquitectura para pasar a diseñar elementos que serán proyectados en el mundo real a elementos fantásticos en la pantalla. ¿Te ayudó mucho esta formación previa? ¿Son realmente tan diferentes ambas disciplinas o tienen más en común de lo que parece? ¿Qué fue lo que finalmente motivo el cambio?
CAROLINA: Siempre me sentí atraída por la ciencia y la creatividad a partes iguales. Desde niña, en casa se fomentaron ambas cosas desde el principio. Veíamos Cosmos y otros muchos documentales científicos con regularidad, aprendíamos a tocar instrumentos musicales, se fomentaban actividades plásticas. La fascinación por el cine era cosa mía, pero nunca me planteé que el cine pudiera ser una profesión factible para mí.
La arquitectura como carrera es tremendamente interesante. Lo que más me gustaba siendo estudiante de arquitectura era que es una de las pocas carreras que combina perfectamente ciencia y arte. Compaginar asignaturas como física y química con dibujo al natural o historia del arte parecía la combinación perfecta. Pero la arquitectura como profesión no terminaba de convencerme. No acababa de encajar en lo que yo quería que fuera mi día a día así que acabé por rendirme y abandonar antes de acabar.
Coincidió este bache de verme sin saber hacia dónde encaminar mi vida con la publicación de los DVD de la primera entrega de El Señor de los Anillos, película que meses atrás me había fascinado intensamente en los cines. Aquellos DVD contenían no solo la película en su versión extendida que tanto ansiaba ver, sino, y para mi sorpresa, horas y horas de material adicional en los que se contaba con pasión y detalle cómo se había hecho aquel film que tanto admiraba. Nunca antes había tenido ocasión de ver con tanto detalle y cercanía cómo aquellos entusiastas artistas habían creado cada armadura, cada decorado, cada toma... Y, especialmente, cuando llegaron a la parte de los efectos digitales, cómo personas normales generaban aquellos mundos y criaturas por ordenador usando programas no muy diferentes a los que yo acababa de entrar en contacto en la carrera de arquitectura para simular los diseños de los edificios de mis proyectos.
Por primera vez comprendí que en el cine sí existía la posibilidad de tener una profesión real que combinaba también tecnología y arte, pero esta vez haciendo algo que me apasionaba de verdad: hacer películas. Así que me dije «si ellos pueden yo también». Busqué en Madrid, donde vivía, una escuela de 3D de entre las pocas que entonces había, me matriculé y así comenzó mi viaje a intentar algún día dedicarme a lo que aquellas personas hacían en aquellos documentales.
En el cine sí existía la posibilidad de tener una profesión real que combinaba también tecnología y arte
Mi formación en arquitectura no fue del todo en vano ya que durante los primeros años de carrera pude formarme en muchas formas de arte muy enriquecedoras para cualquier profesión creativa visual, incluidos el análisis de formas o sentido de la composición, tan presentes también en el cine a la hora de encuadrar una escena. Y claro está, cuando he tenido que diseñar estructuras digitales en mundos de fantasía pensar como un medio-arquitecto ha sido siempre útil, también para que guardaran siempre una lógica física realista.
PRINCIPIA: Seguro que después de pasar por todo el rodaje, los directores ya están bastante nerviosos y quieren ver resultados cuanto antes, imagino que sobre todo en películas con una fuerte carga de VFX. ¿Cómo son los directores en esta parte del proceso? ¿Tratas con ellos directamente? ¿Tienen la misma paciencia con las grandes estrellas que vemos delante de la pantalla como con las que estáis detrás del ordenador? ¿Con cuál querrías volver a trabajar y con cuál te encantaría realizar algún proyecto?
CAROLINA: El director de la película sigue siendo el director de orquesta durante el proceso de posproducción, aunque a veces compartan batuta con la productora. Los estudios de VFX son contratados por esta y en casi todos los casos supone un trabajo en remoto, a menudo compartido por varios estudios simultáneamente. Lo que significa que el director sigue siendo el que decide, cambia y aprueba, pero rara vez existe una interacción personal con los artistas. Normalmente ni siquiera están en el mismo país.
Nosotros enviamos a diario muestras del avance de nuestro trabajo para que el director revise y apruebe y se organizan reuniones de visionado periódicas con directores y productores, en las que es extraño encontrar a los artistas, aunque existen excepciones, como en el caso de Weta, donde trabajé en Nueva Zelanda en la trilogía de El Hobbit, ya que el director, Peter Jackson, no solo es dueño del estudio, sino que vive allí al lado y no era difícil cruzarse con él de vez en cuando. Cuando estuve en Australia trabajando en Happy Feet 2 también fue excepcional en este sentido ya que George Miller también era el dueño del estudio de animación en el que trabajábamos y tenía su despacho allí mismo con nosotros.
Pero lo habitual es que nos lleguen sus indicaciones sin tratar con ellos. Los hay más flexibles, otros son más estrictos. Algunos, como James Cameron, tienen muy claro lo que quieren y no te dejarán hasta que les des lo que piden con exactitud milimétrica, y otros saben qué dirección quieren tomar pero dejan al artista algo de espacio para proponer y crear con cierta libertad.
Me gustaría volver a trabajar con George Miller, cuya última película Mad Max Fury Road me gusta a rabiar. Y también con Ridley Scott, ya que Promethus me supo a poco. Y me falta Steven Spielberg, que es uno de mis directores favoritos y aún no he tenido ocasión de trabajar en una película suya. Espero impaciente que llegue la ocasión.
PRINCIPIA: Pues desde aquí animamos a Spielberg a que saque un proyecto interesante y que os contrate: Steven, tío, tírate el rollo. Y respecto a los actores y actrices y teniendo en cuenta que su imagen es la que queda patente en pantalla, ¿tenéis trato con ellos? ¿Quieren ver también los resultados intermedios del pipeline o prefieren esperar a la premiere?
CAROLINA: Con los actores no tenemos relación alguna. Normalmente, cuando nosotros comenzamos nuestro trabajo en la película ellos ya están en el siguiente rodaje.
De nuevo la excepción fue la trilogía de El Hobbit, ya que nosotros estábamos trabajando en la primera de las películas mientras ellos estaban rodando las dos siguientes en el estudio de al lado, allí mismo en Wellington, y siendo aquello tan pequeño era fácil toparse con ellos por la ciudad o incluso en el estudio. Ian McKellen pasó por allí a saludarnos en alguna ocasión que yo no desaproveché para saludarle y hacerme una foto con él. Pero eso fueron momentos muy excepcionales.
PRINCIPIA: A un nivel algo más técnico, ¿qué software o paquete forma el estándar de facto que se utiliza en la profesión? Y más en el metal, ¿algún tipo de hardware específico?
CAROLINA: Diferentes departamentos dentro del proceso de trabajo de VFX usan distintos programas, pero en general el programa de 3D más usado hoy en cine es Maya. Algunos modeladores usan software específico como Z Brush, los compositores usan Nuke, etc. Pero el programa central de 3D por excelencia que se usa como generalista es Maya, y suele usarse bajo Linux.
PRINCIPIA: ¡Linux! Tiene sentido. Y hablando de otro tema que puede interesar mucho a nuestros ávidos lectores, ¿cuáles son las cualidades que dirías debe tener alguien que quiera dedicarse a tu profesión? ¿Qué formación es la más adecuada?
CAROLINA: Diferentes departamentos requieren aptitudes que pueden variar según las diferentes labores específicas a desarrollar. Pero en la parte 3D de VFX conviene tener una formación generalista para comprender las funciones y fundamentos del proceso completo incluyendo modelado, animación, iluminación, etc., así como las herramientas y tecnologías implicadas en nuestra profesión. Esto ayuda al artista tanto a escoger una especialidad con conocimiento de causa como a comprender a sus compañeros de estudio una vez enfrascados en una producción.
Y en general tanto en todo artista dedicado al cine como más concretamente en el departamento de layout en el que yo trabajo, tener formación y conocimientos sobre el lenguaje de la cinematografía, la narrativa visual, los recursos de cámara y escena, o los fundamentos básicos del cine son siempre herramientas importantes y útiles. ya que no somos simples operadores de maquinaria: estamos haciendo cine, el arte visual de contar historias.
PRINCIPIA: Ya vemos a algunos tomando notas. Gracias a tu profesión has tenido la suerte de poder viajar y vivir en diferentes lugares, para estar ahora afincada —seguro que solo por el momento— en Vancouver. ¿Qué echas de menos? ¿Crees que el panorama actual en España permite la evolución de profesiones como la tuya? ¿Cuál dirdías que es el lugar de referencia para los profesionales en VFX?
CAROLINA: Haber podido viajar y conocer diferentes países, gentes y culturas es una de las cosas de las que me siento más afortunada en mi profesión. No ha sido fácil conseguir salir fuera. Ha llevado mucho tiempo y esfuerzo. Y una vez que sales tampoco es fácil dejar atrás casa, familia, amigos y lanzarte a la aventura a lugares lejanos e inciertos. Recuerdo haber pasado mucho miedo e incertidumbre con cada traslado y cada vuelta a empezar. Eso unido a que cada vez que dejas un nuevo sitio para comenzar en el siguiente dejas de nuevo atrás amigos y lugares que nunca sabrás si volverás a ver. La vida nómada no es fácil y no a todo el mundo le compensa. A mí me ha merecido la pena, como profesional y como persona.
Lo que más echo de menos es a la gente. He tenido la suerte de vivir en países muy avanzados y civilizados de los que he tomado cosas buenas y que me han ayudado a sentirme un poco ciudadana del mundo. No echo de menos España como tal, pero sí a mi familia y amigos. Trato de visitar España al menos una vez al año para verles, porque la distancia es lo más difícil de llevar.
Por lo demás, España no es actualmente un lugar donde desempeñar y desarrollar mi profesión. Existen pocas oportunidades hoy en día y no somos profesionales muy conocidos o valorados.
Vancouver es, junto quizá con Londres, el núcleo de los VFX en el cine actualmente. No es solo la tercera ciudad de Norteamérica donde más películas se producen al año, sino que debido a las ventajas fiscales que ofrece aquí se están trasladando, o al menos abriendo sucursal, todos los importantes estudios de VFX y animación del mundo. En un radio pequeño del centro de la ciudad se concentran más de 10 estudios distintos importantes, lo que favorece la seguridad laboral y hace menos necesaria tanta movilidad geográfica. Quizá era el lugar natural en el que acabar estableciéndome. Después de tantas mudanzas internacionales no me importa parar un poco y pensar quizá en echar alguna raíz, y Vancouver es una ciudad estupenda para eso, y Canadá un país genial para vivir.
PRINCIPIA: Como ya sabes, el 11 de febrero se celebraba el Día de la mujer y la niña en la ciencia y la tecnología con el fin de reivindicar la igualdad de género y la difusión del papel de la mujer en la ciencia. ¿Cómo es la situación en tu profesión? ¿Hay muchas mujeres que se dediquen a los efectos especiales?
CAROLINA: Soy mujer, trabajo en la industria del cine en una de las mejores ciudades para ello y me siento afortunada. Pero el camino hasta aquí no ha sido sencillo.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, la dificultad para mí no ha residido en el hecho de que soy mujer, o al menos, no lo he percibido así nunca. Quizá haya jugado un papel crucial en algún momento, pero yo no he sido consciente de ello. Mi camino hasta aquí ha requerido esfuerzo, trabajo duro, tropiezos, triunfos, fracasos, constancia, inseguridades, sacrificios… Como el de cualquiera de mis compañeros, estoy segura. Aun así, hay quienes me consideran una especie de pionera por estar trabajando en un mundo que ha sido tradicionalmente de hombres —el mundo del cine o de la tecnología —, puesto que me dedico a los efectos especiales digitales tras un potente ordenador. Pero me temo que cualquier contribución que yo haya podido hacer ha sido sin querer. Yo solo deseaba dedicarme a esto con todas mis fuerzas y peleé por hacer mi sueño realidad sin prestar atención al género, ni al mío ni al de nadie.
Aunque con el tiempo, pisando un poco el freno y mirando a mí alrededor, haya tenido yo algo que ver o no, el cambio se está produciendo. Cuando estudié animación y 3D en una escuela de nuevas tecnologías en Madrid sólo éramos dos chicas en clase y todos los profesores eran hombres. Diez años después, mi escuela me invitó a dar una master class sobre la profesión de los efectos especiales en el cine internacional y pude comprobar con alegría que no solo era una mujer la que estaba en la palestra hablando al alumnado, sino que el número de mujeres escuchando en aquel mismo aula donde una década atrás yo fui minoría como mujer, era equivalente, si no superior, al de hombres. Tras graduarme en la escuela, esta profesión me ha llevado a vivir y trabajar en cinco países diferentes repartidos en tres continentes en cosa de seis años, y aunque las mujeres nunca hemos sido mayoría en ninguna de las producciones en las que he participado, nunca he sido la única. No hay ningún departamento en el mundo del cine en el que no haya mujeres y, curiosamente, hay un departamento, el de coordinación de producción, que suele ser aplastantemente femenino.
Los motivos por los que esta desigualdad era más fuerte en el pasado, o por los que en relativamente poco tiempo se está suavizando, son seguramente variados y darían para un amplio análisis y debate, pero es indudable de que los tiempos están cambiando. Que los estamos cambiando. Entre todos.
Yo he amado la tecnología y el cine desde niña y he sido lo bastante afortunada como para no sentirme desalentada a causa de mi género ni haber encontrado grandes obstáculos en mi camino por el hecho de ser mujer. No todas las mujeres han tenido esta suerte. Por eso, aún me topo con expresiones de sorpresa y admiración de quienes se enteran por primera vez a que me dedico, y supongo que por ello a menudo en los medios me preguntan cosas como «¿Qué le dirías a los jóvenes, especialmente a las chicas, que quisieran dedicarse a lo que te dedicas tú?». En honor a aquellas mujeres que encontraron dificultades en perseguir sus sueños por ser mujeres, tanto a las que lo lograron como a las que les fue imposible, y en honor a los hombres que ignoraron mi género y me formaron, ayudaron y dieron oportunidad de trabajo en igualdad de condiciones con mis compañeros masculinos, debo repetir lo que siempre digo: «Yo me lancé a esto porque entendí sin reservas que si otros pudieron, yo también podría. De modo que si yo he podido, tú también, seas hombre o mujer».
Dedicarse profesionalmente a lo que a uno le apasiona es un privilegio y el camino a recorrer es una aventura que no siempre es fácil. En ocasiones puede ser muy duro, pero si estás dispuesto a recorrerlo, nada puede merecer más la pena.
PRINCIPIA: En Principia reivindicamos «Una única cultura», donde ciencia, arte y humanidades van de la mano. La tecnología es una parte fundamental de tu profesión pero no sería posible transmitir como lo hacéis sin tener en cuenta el arte en cualquiera de sus expresiones. ¿Cuáles son tus referentes artísticos? ¿En qué película te hubiera gustado trabajar?
CAROLINA: Los cineastas que me apasionan son variados. Soy particularmente aficionada al cine muy visual, al tipo de cine que cuenta enseñando en vez de hablando. Admiro esa capacidad en algunos de los grandes. Mis favoritos pasan por los clásicos como Hitchcock, Kurosawa, Cubrik, Ridley Scott, Spielberg, George Miller, Tarantino, Zemeckis... Cada uno en su género y su lenguaje aportan aspectos fundamentales de lo que a mi entender son ingredientes fundamentales de una buena película.
Mi «Top 10» de películas preferidas incluye títulos de todos los géneros, pero quizá mi favorito sea la ciencia ficción, lo que ya no sorprenderá a nadie. Mi afición por la ciencia y la divulgación científica a menudo no me permiten disfrutar de películas que no ajustan esta parte correctamente. Soy bastante tiquismiquis con este aspecto de ciertas películas.
Los referentes de un contador de historias, aunque se dedique al cine, no pueden ser solo cinematográficos. Se puede encontrar inspiración en las casas de Frank Lloyd Right, en los cuadros de Dalí o en los Planetas de Holst. Y, sin duda, en la literatura. Entre mis escritores favoritos tengo que destacar a Tolkien, por supuesto, y especialmente a Isaac Asimov, cuya obra, tanto narrativa como divulgativa, ha sido motor para mí desde niña.
Y sobre la película en la que me hubiera gustado trabajar, todo el que me conoce sabe que soy muy fan de Star Wars, concretamente de la trilogía clásica. Tanto que aunque ninguna de las producciones posteriores de la saga haya conseguido entusiasmarme del todo no me importaría participar en una de ellas para formar parte también de ese universo que tanto me ha influido.
Esperamos no habernos dejado nada en el tintero y que disfrutéis de la entrevista tanto como nosotros haciéndola. Solo nos queda decirte: ¡Muchas gracias Carolina! (y mucha mierda).
Puedes seguir a Carolina en los siguientes enlaces:
Deja tu comentario!