Life (Vida): Calvin, el séptimo pasajero

Portada móvil

Este nuevo filme de ciencia ficción que próximamente llegará a la cartelera española es una nueva exploración sobre cómo sería nuestro primer encuentro con otra forma de vida procedente de otro planeta y cuál sería nuestra reacción.

TEXTO POR ALFREDO MANTECA
ARTÍCULOS
CIENCIA-FICCIÓN | CINE | RESEÑA
31 de Marzo de 2017

Tiempo medio de lectura (minutos)

Que nadie espere un producto filosófico como Arrival o de hard science fiction al estilo de 2001, una odisea del espacio, porque Life (Vida) ha sido escrita por los guionistas de Deadpool y Zombieland. Con esas credenciales, el espectador que entre a verla en el mejor de los casos puede aspirar a ver una buena y entretenida cinta de acción con pinceladas de terror que le llevará hasta el interior de la Estación Espacial Internacional. Allí, sus seis tripulantes se preparan para interceptar una sonda que trae muestras de Marte. Desde esta secuencia, Daniel Espinosa y sus guionistas, Rhett Reese y Paul Wernick, nos dejan claro que la verosimilitud no arruinará el espectáculo porque el astronauta Rory Adams armado con su brazo articulado y poseído por el espíritu de Mickey Cochrane o Roy Campanella, se dispone a ejercer de improvisado catcher espacial con chascarrillos incluidos. El espectador apreciará rápidamente que no es el intelectual del grupo, sino el típico personaje que hace comentarios jocosos. Lo suyo es el músculo y la parte técnica de la expedición.

Hugh Derry es uno de los científicos de la misión. Este personaje será quién se ocupe de analizar las muestras de tierra procedentes de la superficie del planeta rojo. De esta manera, la tripulación hará el primer contacto con vida extraterrestre, que a diferencia de otros productos hollywoodienses como Encuentros en la tercera fase, no comienza con una forma de vida ya crecidita, sino que empieza con una simple célula. El ciclo vital de este marciano, concebido por el diseñador Brooke Dibble (Doctor Who), es un tanto particular. En un primer estadio es lo más parecido a un protozoo ciliado inerte. Derry le someterá a distintas pruebas hasta que consiga resucitarlo. Obviamente, lo consigue y le bautizan con el nombre de Calvin. A medida que se desarrolla empieza a proliferar hasta convertirse en una masa de células, para transformarse en una suerte de inofensivo y delicado briofito transparente que se mueve al son que marca el oficial científico con el dedo, resultando de lo más entrañable. En un tercer estadio se transforma en un equinodermo pentameral gelatinoso, transparente, ágil, fuerte, inteligente, la mar de vivaracho, que fuera de toda lógica campará a sus anchas tanto fuera como dentro de la nave. Finalmente, en su forma adulta se acabará convirtiendo en una criatura totalmente camaleónica y voraz, que será capaz de transformarse y adquirir rasgos antropomórficos, donde funciona a la perfección la ley de la pregnancia, resultando una criatura de lo más feroz.

Calvin es un organismo que lo único que busca es sobrevivir, para ello, cual tardígrado, no le importa permanecer mucho tiempo en forma inerte ante condiciones ambientales desfavorables, y cuando todo está a su favor, su desarrollo será rápido. Lo más gracioso es que de todos los científicos de la misión, la capitana Ekaterina Golovkina, es la única que tiene reparos hacia Calvin, que ve en él una potencial especie invasora que a todas luces no debe entrar en nuestro ecosistema. Los guionistas evitan adentrarse en el debate de si este espécimen extraterrestre es bueno o malo, porque lo único que busca Calvin es sobrevivir y reproducirse. La incógnita es si ambas especies podrán convivir en el mismo ecosistema. Por ese motivo, y con buen criterio, el gran cerebro de la misión y única sensata del grupo planea tres niveles de contención ante posibles hostilidades, evitando poner en peligro a toda la humanidad.  De esta manera, el filme poco a poco tomará los derroteros del género de acción con ciertas dosis de terror. Llegados a este punto, Adam Rutherford, el asesor científico de la película, comienza a tomarse más de una licencia dejando que científicos y médico tomen decisiones fuera de la lógica. La única explicación plausible es que si los científicos ejercieran como tales de una manera inteligente, este largometraje se convertiría automáticamente en un cortometraje. Para resolver este gran escollo y hacer avanzar la acción los guionistas obligan a que los personajes se comporten de una manera pueril e inverosímil, tal y como ocurría en Prometheus.

Esta película es un hijo putativo de Alien-El octavo pasajero tanto en el fondo como en la forma. En su breve prólogo, Espinosa nos expone la vida ordinaria en la estación. El visitante, el equinodermo gelatinoso, resultará ser tan inteligente como letal, y como todo buen ser vivo hará lo que sea para sobrevivir y satisfacer sus necesidades nutricionales. Además, Espinosa nos muestra detalladamente el ciclo vital de Calvin, y cómo se irá saltando las barreras por las ineptitudes de los diversos tripulantes. Obviamente, esto les acabará pasando factura, que para eso es un largometraje de terror, y al igual que en el caso del clásico de Scott, la tripulación irá muriendo uno a uno en una lucha desesperada para que Calvin no consiga superar la tercera barrera de contención y llegar a la Tierra poniendo en peligro a toda la humanidad.

El diseño artístico de la Estación Espacial Internacional es perfecto. Espinosa, al igual que Scott, transforma el tecnológico entorno en un ambiente agobiante y claustrofóbico, resultando ser tan hostil como el vivaracho equinodermo. Espinosa lucha con todas sus fuerzas por crear momentos de mucha tensión usando todos los recursos a su alcance, como por ejemplo los eficaces efectos sonoros o la partitura de Jon Ekstrand, que posee ecos de la escrita por Hanz Zimmer para Origen, y que subraya la acción en todo momento. El grave problema es que el realizador sueco no acierta a la hora de hallar un equilibrio con las escenas más dramáticas, que acaban resultando ser totalmente anticlimáticas. Es en estos momentos cuando el espectador anhela ver en pantalla al pequeño Calvin, sintiéndose totalmente desafectado por los personajes y su destino, y esto es lo peor que le puede ocurrir a una película de estas características.

Imágenes cedidas por Sony Pictures Releasing de España S.A

Deja tu comentario!