La guerra por el planeta de los simios: en busca de la tierra prometida
Los grandes estudios estrenan en verano lo que se llaman películas de autocine. Son filmes para ser vistos en sesión doble en el coche, comiéndote un sándwich y disfrutándolos en familia. Por lo general son de temática ligera, pertenecientes al género de la animación, ciencia-ficción, terror o comedia. 20th Century Fox en 2011, de la mano del realizador Rupert Wyatt y El origen del planeta de los simios, encontró un filón para los veranos y los autocines. Tres años después le tomó el relevo Matt Reeves, conocido por hacer versiones de grandes películas, con El amanecer en el planeta de los simios. Ahora regresa para arrasar la taquilla veraniega de todo el mundo con La guerra del planeta de los simios.
La famosa productora y distribuidora apreció que le había dado la impronta perfecta a la saga en la segunda parte, tanto en el tono como en la forma, de ahí que hayan confiado en él para desarrollar su visión en esta tercera entrega. Y ha sido todo un acierto, pues esta trilogía ha ido ganando cuerpo con cada nuevo episodio, de tal forma que esta película es posiblemente la mejor de las tres.
Tras la muerte de Koba a manos de Cesar, este se refugia en un lugar de los bosques de San Francisco con el resto de simios inteligentes. El virus simio sigue activo, de tal forma que ha divido a la humanidad en dos facciones. Los portadores enfermos, que se caracterizan por la pérdida de facultades cognitivas superiores como el habla, y los sanos, que están refugiados en la base militar Lewis-McChord al mando de un despiadado coronel. Ambas facciones quieren acabar con los simios por distintos motivos, pero a su vez los portadores del virus ven en el coronel, un militar loco con el que hay que acabar. El coronel, al saber que estos quieren acabar con su vida y la de sus hombres, deciden rehabilitar la base usando a los simios como esclavos para rehacer el gran muro. Y, por supuesto, no cejará en su empeño de acabar con la vida de Cesar. Por su parte, el objetivo del líder simio es buscar un lugar seguro para su pueblo fuera de los bosques de San Francisco, donde puedan vivir en paz y libertad.
Reeves en la segunda entrega planteaba la forja de un líder, luchando contra los suyos, marcando los claros principios por los que se regirán los simios inteligentes. Ahora, en la tercera, lleva eso un paso más allá dentro de un escenario bélico múltiple donde los humanos luchan entre ellos, pero a su vez estos quieren acabar con los simios inteligentes. Eso lleva a que Cesar tenga diversos retos, y el desarrollo argumental sea acción sin cuartel. A pesar de que sabemos a donde debe dirigirse la historia, el guion no deja de sorprender al espectador. Mark Bomback y el propio realizador han hecho un trabajo excelente, donde se mezcla la comercialidad y el gran cine, creando momentos antológicos que quedarán para la posteridad. Han sabido crear personajes nuevos, que dinamizan y dan respiros al espectador, toda una lección para George Lucas y su Jar Jar Binks, que pasará a la historia del séptimo arte como el personaje más odiado en una saga. En este caso han creado a simio malo, un personaje carismático, divertido y entrañable, que a buen seguro veremos en próximas entregas.
Mark Bomback y el propio realizador han hecho un trabajo excelente, donde se mezcla la comercialidad y el gran cine, creando momentos antológicos que quedarán para la posteridad.
El sólido guion posee un desarrollo coherente dentro del estrecho marco en que se circunscribe la historia. Es más, poco a poco, van introduciendo personajes que veremos en el futuro como adultos. De esta forma, los guionistas tocan el coranzoncito de los fieles seguidores de la saga. La estructura del libreto posee tres actos claramente diferenciados por el desarrollo emocional de Cesar, el personaje principal. El plano formal podemos apreciar que este filme es un claro híbrido de géneros, que abarcan desde el western al bélico. De tal manera que el más claro y evidente referente es Apocalypse Now. No hay nada más que ver al coronel, la perfecta némesis de Cesar. Este personaje está encarnado por el excelente actor Woody Harrelson, que es una suerte de coronel Walter E. Kurtz. También lo apreciamos en esos planos aéreos de batalla en el bosque, que recuerda mucho a la jungla vietnamita de Coppola. Otro gran referente es La chaqueta metálica, donde su larga sombra se aprecia en la forma que tiene Reeves de seguir las andanzas del batallón y en los textos de los cascos de los militares del coronel. La intensa mirada de Reeves sobre los personajes nos refleja certeramente el sufrimiento, el caos, el peligro y el dolor.
La guerra en el planeta de los simios está plagada de grandes ideas, muy bien desarrolladas, con claros homenajes a clásicos del cine bélico, donde brilla en el plano interpretativo Andy Serkis, marcando férreamente el arco psicológico de Cesar. Su interpretación es magnífica, y nos refleja la lealtad, dolor y coraje, en su justa medida. Perdonamos a sus creadores el cariz absolutamente mesiánico que le han otorgado a este gran personaje, es como Moisés llevando a su pueblo a la tierra prometida. Personalmente, consideramos que el personaje es muy grande y carismático, y no era necesario. Si nos adentramos en el plano técnico, este largometraje es un verdadero prodigio y Wetta ha realizado el mejor trabajo hasta la fecha. Solo hace falta fijarse en la expresividad de Cesar, en las gotas de agua sobre su cuerpo, y así, un larguísimo etcétera. Sin duda alguna, lo más atractivo es la doble lucha del personaje central, porque por un lado pretende alcanzar y vivir en paz con los humanos, y por otro tenemos la vertiente psicológica, al enfrentarse a un Coronel loco y a los demonios que arrastra desde el pasado episodio, haciendo de él un líder legendario.
Lo que es cierto es que esta cinta se disfruta mucho más si se han visto las dos partes previas, porque al finalizar el visionado al espectador le queda claro que ha visto el inicio de una gran historia en tres partes, que a buen seguro a partir de ahora todos nos referiremos a ella como la trilogía de Cesar, porque es el personaje vertebrador. Por delante tienen el reto de crear otras dos o tres partes que acaben conectando con El planeta de los simios. Todo hace pensar que se dirigirán hacia clásico de Franklin J. Schaffner, y no a ese desastre creado por Tim Burton. El motivo es simple. Reeves en esta entrega ha dejado claros los pilares estéticos que lo enrocan con el clásico filmado en 1967, no más hay que ver las secuencias de la playa. Y, además, nos ha explicado porque determinados personajes se comportan de una manera muy concreta en el filme de Schaffner.
La guerra en el planeta de los simios eleva al máximo la calidad de lo que podemos esperar de una película de autocine, y, también, ha puesto el listón bien alto para el siguiente que vaya a tomar el relevo de Reeves. Lo cierto, es que uno sale del cine con ganas de ver la siguiente entrega.
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