Emilio Herrera Linares, receta para un viaje de altura

Portada móvil

—Seda vulcanizada
—Metal plegado
—Tres cristales tratados térmicamente
—Micrófono
—Bombona de oxígeno

TEXTO POR JUAN JOSÉ SÁENZ DE LA TORRE
ILUSTRADO POR DANIELLA FERRETTI
CIENCIA DE ACOGIDA
AERONÁUTICA | INGENIERÍA
13 de Septiembre de 2017

Tiempo medio de lectura (minutos)

Estos son los ingredientes que usó Emilio Herrera Linares en 1935 (1879-1967) para elaborar un traje peculiar: la escafandra estratonáutica. La escafandra fue uno de los primeros precursores de los trajes de astronauta con los que Emilio quería cumplir su sueño: llevar a una persona a la estratosfera —una capa de la atmósfera que se encuentra entre los diez y los cincuenta kilómetros de altura—. Pero antes de enfundarnos este traje para descubrir de lo que hubiera sido capaz, vamos a sumergirnos en un capítulo apasionante y casi olvidado de la historia de España. La vida de Emilio Herrera Linares: una vida de altura.

Nacido en Granada en 1879, la vida de Emilio está marcada por la aviación y la conquista del cielo. Se cría en el seno de una familia burguesa, de tradición militar y con interés por el arte y la ciencia. Su padre trae a Granada una exposición aerostática, donde los globos que surcan el aire llaman la atención del pequeño Emilio y su imaginación comienza a volar. Nace así la pasión que marcaría el resto de su vida: la aeronáutica. 

En 1901, con 22 años, se gradúa en la Academia de Ingenieros de Guadalajara y recibe su primer destino: Sevilla. Es entonces cuando Emilio Herrera despliega sus alas. En 1905 realiza una ascensión en globo para estudiar un eclipse solar y tres años más tarde bate el récord español de altura en globo.

Al cerrar esta primera década del siglo XX, Herrera consigue realizar prácticas en el dirigible España, diseñado por Leonardo Torres Quevedo. Sin embargo, ese mismo año opta por cambiar el globo y el zeppelín por las alas. En 1911 pasa a formar parte de la primera promoción de pilotos formados en el aeródromo de Cuatro Vientos. En el ejército hay un creciente interés por la aviación, por lo que Herrera ejerció los próximos dos años de profesor en el aeródromo, encargado de formar a las nuevas generaciones de pilotos.

Continúa leyendo el resto de la entrada en Ciencia de acogida siguiendo este enlace.

Deja tu comentario!