Pere Estupinyá, el cazador de cerebros crítico y optimista

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«La ciencia y la tecnología transforman nuestras vidas y sociedades más profundamente que la política».
Pere Estupinyá

TEXTO POR SILVIA MIELGO GALLEGO
ARTÍCULOS
CIENCIA | DIVULGACIÓN | TELEVISIÓN
13 de Noviembre de 2017

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La ciencia sigue siendo la base para entender los desafíos a los que nos enfrentaremos en los próximos años; y es que en los laboratorios desarrollan ideas que pronto se convertirán en debates sociales. El cazador de cerebros, un programa con vocación de televisión pública, vuelve de la mano de Pere Estupinyà, para indagar y buscar respuestas sobre el funcionamiento de las sociedades, nuestro cuerpo, la tecnología y la enigmática mente humana. Silvia Mielgo Gallego ha tenido la oportunidad de entrevistarle para Principia.

Silvia: Estuviste trabajando en el emblemático programa de divulgación científica de la televisión española, Redes. ¿Qué es lo más valioso que aprendiste trabajando allí? ¿Qué característica del formato, tono, temas… tenías claro que seguirías en tu propio proyecto audiovisual?

Pere: En Redes aprendí mucha ciencia. Siendo guionista tienes que empaparte de los contenidos, y cubriendo cada semana un tema diferente en profundidad, terminas adquiriendo una base sólida de muchas áreas diferentes y desarrollando cierta perspicacia. Eso ayudó mucho a afrontar todos mis proyectos futuros desde una perspectiva multidisciplinar. También aprendí mucho de Eduard. Para mí se convirtió en un modelo, que todavía me influye en algunos aspectos. Del formato, lo único que me guardé es que el presentador debe saber bien de qué habla, y no simplemente preguntar, sino divulgar en sus preguntas. Yo creo mucho en la figura del divulgador profesional, que explica mejor la ciencia y conecta mejor con el público que los propios expertos, y que ante una entrevista, su función no es solo extraer lo mejor del científico sino dar un contexto, incluso explicar conceptos clave, o reforzarlos, en cada intervención. Eso da un protagonismo al entrevistador que algunos consideran excesivo, pero yo lo defiendo y lo intento poner en práctica, buscando no quedar como un pesado o arrogante y sabiendo que no tengo el carisma de Punset.

S: ¿Cómo surgió la idea de llevar a cabo Cazadores de cerebros?

P: La idea de El cazador de cerebros nació tras el éxito del libro El ladrón de cerebros. Vi que ese espíritu de explorador entusiasta funcionaba, y al ver que Redes se había dejado de emitir, hablé con el amigo y realizador Ramón Balagué, hicimos un teaser y proyecto con su productora Minifilms, fuimos a presentarlo a TVE, encontramos muy buena recepción, fuimos insistiendo cada cierto tiempo, y cuando llegó el momento idóneo TVE nos dio la oportunidad.      

S: La idea de tu proyecto audiovisual primero te la compraron en Ecuador y después ya la pudiste llevar a cabo en España. ¿Por qué fue en Ecuador? ¿Qué es lo que más te impactó en la grabación en ese país?

P: Semanas después de presentar el proyecto a TVE hablé con una persona de Ecuador que con anterioridad ya había mostrado interés en mi trabajo. Cuando le expliqué del proyecto, me dijo que el gobierno ecuatoriano estaba apostando mucho por la ciencia (universidades como Yachay, Ikiam, becas Prometeo…), que un proyecto así podría encajar en la televisión ecuatoriana, y que podría conseguir fondos para el proyecto. Me pidió sinopsis de temas y diseño de programa, adaptamos el proyecto a la ciencia ecuatoriana, Ramón y Minifilms asumieron la realización y edición, y nos pusimos a rodar entre febrero y marzo de 2015. Fue una experiencia agridulce, porque por un lado me encantó visitar la megadiversidad biológica y cultural de Ecuador, rodar en sitios como Galápagos, el Amazonas, volcanes o subir a un glaciar y el proyecto nos sirvió como piloto para ponernos a prueba, mostrar después el resultado a TVE, y ayudó a convencerles de que podría funcionar.

Pero hubo algunas irregularidades en la producción que nos dejaron mal sabor de boca: los capítulos se editaron íntegros en Barcelona, con el personal de Minifilms, pero como se superaba la cuota de personal extranjero a cumplir por algo financiado por el gobierno esa persona lo escondió, mintiéndonos a nosotros y al gobierno, e incluso dejándonos bastante a pagar tanto a mi como a Minifilms. Yo lo denuncié al gobierno ecuatoriano (y tengo las pruebas) pero se lavaron las manos. Una pena.  

S: Tengo entendido que estuviste estudiando el fenómeno del periodismo científico en América Latina para el MIT, ¿a qué conclusiones llegaste? ¿Cuáles son las diferencias con el periodismo científico en España?

P: América Latina es muy diversa. Nada tiene que ver el periodismo científico de Argentina o México con el de Nicaragua o El Salvador. Podría hablar horas de esto, pues estuve cinco años con el Knight Science Journalism Tracker, pero quizás la principal diferencia es que en España los medios dan más espacio al periodismo de ciencia y el ecosistema de divulgadores es muchísimo más amplio y diverso.

La otra diferencia es que en España la calidad es mayor, no tanto porque haya más periodistas científicos buenos (en varios países latinoamericanos los hay tan buenos o más) sino porque hay menos periodismo científico malo. En la región te encuentras con medios que tratan la ciencia de manera patética, sensacionalista, distorsionada o mezclada con pseudociencia. Aquí en España esto ha mejorado bastante en los últimos años y en América Latina también ocurrirá. 

S: Además del promotor y presentador del programa también eres el director de contenidos, ¿cómo es el proceso de elección de los temas y los cerebros a los que cazáis?

P: En cuanto a elegir cerebros hay dos estrategias: queremos entrevistar a cierto personaje y adaptamos el contenido a él (Valentin Fuster, Jennifer Doudna) o buscamos a alguien que nos hable bien de un tema (viaje a Marte o inteligencia artificial), y con que sea buen divulgador, experto en su campo y nos de tiempo para rodar con calma nos sirve.  

Sobre temáticas, esta temporada decidimos junto a TVE dar bastante peso a la tecnología y el mundo digital (Big Data, AI, IoT…) pero siempre busco que haya al menos un tema de neurociencia, medioambiente, salud, universo… y combinar programas de contenidos más cotidianos (embarazo, alimentación) con otros un pelín más sesudos (hacking life).

Pere con Jennifer Doudna en Berkeley

S: Personalmente me gusta mucho vuestro espacio televisivo y me gustaría que pudiéramos disfrutar de una tercera temporada en la televisión pública. ¿Cómo están siendo las audiencias de la nueva temporada? ¿Y las críticas?

P: ¡Gracias! De verdad que las críticas excelentes. Estoy muy satisfecho porque el programa se utiliza en escuelas, en foros, y está adquiriendo un aura de prestigio que le va genial.

Respecto a las audiencias está siendo raro. A TVE le gusta el programa e hizo una apuesta poniéndolo en un muy buen horario. Pero ocurre que la mitad de los días coincide con la Champions, otro día con el mensaje del Rey sobre el conflicto de Catalunya y otro salió Puigdemont… Con todo lo que está pasando, los informativos nocturnos están siendo muchísimo más vistos, con lo que nuestras audiencias empezaron bajitas. Pero justo la semana pasada, que no había Champions ni ninguna noticia importante, ¡la audiencia triplicó!

También debo decir que a mí no me gusta medir el impacto solo con audiencias. En divulgación, yo también prefiero valorar el impacto más por lo que se lleva la gente tras ver un programa o leer un texto, que por cuantas personas lo ven o visitan. Hay acciones que pueden tener mucho éxito de asistencia y no servir de nada divulgativamente hablando.

Pere con Luis Rojas Marcos en Nueva York

S: En esta temporada habéis dedicado un programa al MIT, al que habéis denominado como el rincón más interesante del planeta. En el media lab de esta institución tienen cabida proyectos multidisciplinares y atípicos, ¿pudiste conocer algún proyecto en el que se mezclara arte, ilustración, literatura o humanidades con ciencia y tecnología?

P: No para el programa (intentamos a Neri Oxman o Sputniko pero no estaban), pero te puedo citar el de un amigo mío, Manuel Cebrián, que ha elaborado el proyecto Shelley donde una inteligencia artificial basada en deep learning y colaboración humana escribe textos de terror. 

S: Además del MIT ¿qué otros lugares científicos, sedes tecnológicas o universidades en las que has estado te han impactado más por las investigaciones que se allí se llevan a cabo?

P: Si me ciño al programa, toda la Bay Area/Silicon Valley. Es espectacular el espíritu innovador y energía (intelectual y económica) que hay en esa región. Serán los creadores del futuro por mucho tiempo. Y la clave es la concentración, algo que no hacemos bien aquí en Europa ni en España. Nos gusta tener un parque tecnológico en Leganés y otro en Getafe, que cada región tenga su centrito de investigación, que haya polos innovadores en Dublin y Frankfurt, institutos de neurociencia en Madrid y Alicante. Eso suena muy bien políticamente, deja contentos a alcaldes, y queda todo muy repartidito. Pero no es tan eficiente como concentrar talento, recursos e infraestructuras en un área determinada. Ocurre en Silicon Valley, y de manera extrema en Cambridge con el MIT y Harvard. Al capítulo del MIT lo llamamos El rincón más interesante del planeta porque en 200 metros a la redonda tenías el Broad de genética, el Koch de cancer, el CSAIL de AI, el Mc Govern de neurociencia, el Media Lab, los laboratorios de química, de nanotecnología… y todo rodeado de empresas. Esa cercanía promueve la interacción constante. Hablando con Israel Ruiz (director económico del MIT) me decía que ellos van a crear un nuevo centro y que tenían dos espacios posibles: uno a 6 km del campus y otro en medio pero tres veces más caro. Eligieron el del campus porque su apuesta es por la concentración. Para mí, aunque sea políticamente incorrecto, esta concentración es una de las claves del éxito en ciencia.

También me gustó el EPFL de Lausanne, aunque tengan más secretismo, sobre todo tras la mala gestión del Human Brain Project.

S: Normalmente a esos espacios solo podéis acceder unos pocos privilegiados y como en Principia tenemos una sección de turismo científico ¿puedes recomendar a nuestros lectores un museo científico español y uno del extranjero que pienses que hay que visitar al menos una vez en la vida? ¿Y algún lugar turístico imprescindible relacionado con ciencia y tecnología que no sea un museo?

P: En cuanto a museos el Museo de la Evolución de Burgos y el Museo de Historia Natural de Nueva York y de turismo con contenido científico las Galápagos o las propias universidades estadounidenses con campus espectaculares como Stanford, Harvard o Berkeley. Te cuento una anécdota: mucho antes de vivir en EEUU me fui de turismo a NY con mi ex-novia, y le pedí ir dos días a Boston para visitar —como turistas— el MIT y Harvard. Aluciné y pensé que me encantaría pasar una temporada allí. Tres años después me concedían la Knight Science Journalism Fellowship en el MIT.

Yo en realidad hago mucho turismo científico. Siempre que voy a algún país, especialmente de América Latina, aprovecho para visitar centros o gente de ciencia. Hace unos tres años por ejemplo, estaba invitado a la FIL de Guadalajara, de allí volé a Los Ángeles a visitar un amigo que trabajaba en pilas de hidrógeno, me alquilé un coche, y yo solito en plan road trip científico visité científicos durante una semana en UCLA, UC Irvine, UC Santa Barbara y hasta Berkeley y San Francisco. La anécdota es que, habiendo escrito mi libro S=EX2, visité también el valle de San Bernardino en LA donde está la industria del porno, al que llaman The Silicone Valley, y yo titulé mi road trip como From Silicone Valley to Silicon Valley

S: Parece que la divulgación científica empieza a tener más espacios en la parrilla televisiva (Cazadores de cerebros, Órbita Laika) y estos programas repiten ya con dos o tres temporadas. ¿Cómo ves el panorama de la divulgación científica en España en la tele y en general? ¿Cuál crees que es la asignatura pendiente de la divulgación científica en este país? 

P: No sé porque la gente pasa de la ciencia. Yo siempre digo que si alguien no sabe ciencia es porque no quiere. Espacios de todo tipo ya hay. A mí me cansa ir pidiendo a la gente que nos haga caso. En general creo que la situación del periodismo y la divulgación científica ha mejorado muchísimo en los últimos años, con más y mejores profesionales, y espacios de calidad como el vuestro.

Pero con la trampa de las redes sociales también se expande una información malísima que destruye nuestro trabajo. Últimamente me preocupa más cómo frenar la mala información que cómo crear de buena. ¿Asignatura pendiente de la divulgación en España? Ser autocríticos, evaluar mejor lo que hacemos, profesionalizar más, y atrevernos a poner muchos recursos en intentar algún proyecto/campaña gordo de verdad. 

S: Además de estupendos programas de divulgación la televisión pública está también difundiendo ideas pseudocientíficas, en ocasiones peligrosas para la salud de los ciudadanos, con espacios como el de Cárdenas. Como escéptico no practicante ¿cómo crees que podría resolverse este asunto?

P: Fácil: que los editores o responsables de los medios den un toque de atención, y marquen que en la línea editorial no hay espacio para las pseudociencias. Ocurre igual en otros medios escritos, que pueden tener buenas secciones de información científica, y en otras publicar pseudociencia. Si cuando recibes críticas las tienes en cuenta, y pides a los jefes de sección que dejen de publicar pseudociencia, lo harán.

S: Algunas veces has dicho que a los escépticos nos falta entender que para cambiar de opinión, primero se debe de cambiar de emoción, que se necesita un método socrático de preguntar para visualizar incongruencias y luego conectar con las emociones. ¿Puedes explicarnos más detalladamente a qué te refieres? ¿Qué más cambios o estrategias podrían darse en el movimiento escéptico para tener más éxito?

P: Recuerdo una reunión con Alan Leshner, director de la AAAS, en su despacho de la 12th st en Washington DC, que me decía algo así como: “Es que los científicos estamos acostumbrados a analizar datos, y aunque nos fastidie, si son claros cambiar de opinión. Pero no entendemos que nadie más actúa así”. Lo recuerdo cada vez que veo a compañeros esforzándose en mostrar datos para defender sus ideas, ante gente que ya tiene una idea predeterminada, y que desconfiará de todo lo que vaya contra sus prejuicios. Por eso argumento que lo primero es ponerlos a favor, cambiar las emociones, descolocarles, y dirigirlos a que ellos lleguen a sus conclusiones. Los publicistas, vendedores y expertos en neuromarketing lo hacen muy bien. Debemos aprender de ellos.

Dicho esto, y relacionado con lo que comentaba antes de la pseudociencia y auge de redes sociales transmisoras de ruido y desinformación, cada vez me convenzo más de la necesidad de un escepticismo agresivo que luche de manera estratégica.

S: Aunque la televisión sigue siendo la reina, en los últimos años ha crecido el uso por parte de los ciudadanos de las redes sociales como fuente de información científica, ¿cuáles piensas que son las ventajas de este uso en la divulgación? ¿Y las desventajas?

P: Dan voz a mucha gente, lo cual es ventaja y desventaja. Yo creo que están degenerando por momentos. En Facebook solo tienes presencia si pagas, Twitter se está convirtiendo en un chiste constante (muy bueno en esta faceta) y fuente de ruido, emociones tóxicas e informaciones tergiversadas, Instagram es un pasatiempo y en Youtube hay cosas buenas, sí. Hace un tiempo se decía que eran una amenaza para los medios tradicionales, y ahora me da la sensación de que están reforzando su necesidad.

 S: Se te conoce como una persona poco conformista así que después de las conferencias, tus libros y el programa de televisión, ¿qué es en lo siguiente que te vas a embarcar? ¿Qué proyectos futuros tienes entre manos?

P: Tengo muchísimas ganas de encerrarme a escribir un libro de nuevo. Me encanta profundizar, explorar, aprender, poner ideas sobre el papel… pero para disfrutarlo de verdad hace falta hacerlo sin prisas, como logré con mis dos primeros libros El ladrón de cerebros y S=EX2, que me aislé en mi mundo. De todas maneras, estoy ya trabajando en un proyecto muy ambicioso que no puedo contar, que si avanza según lo previsto saldrá a la luz en primavera 2018, y que será muy potente.

S: Desde hace unos años están surgiendo unas cuantas iniciativas como la del 11 F, Stem Talent Girl o nuestra #mujeresdeciencia que tienen como objetivo visibilizar a las mujeres científicas y promover las vocaciones científicas en niñas y jóvenes. ¿Qué opinión te merecen estas iniciativas?

P: Importantísimas. Doy todo mi apoyo siempre que me piden colaborar, y en El cazador de cerebros intentamos dos cosas: fomentar presencia de mujeres, y narrar ciencia de una manera que pueda gustar más al público femenino. Otra cosa a solucionar, que no se tiene tan en cuenta, es que la divulgación científica tiene más público masculino que femenino.

S: Tengo que reconocer que para mí la física y la astronomía, la mayoría de las veces, son muy complicadas de entender y por ello me aburren soberanamente. Por muy omnívoro de la ciencia que eres ¿hay alguna disciplina científica que se te resiste? 

P: Aunque suene contradictorio porque yo soy químico de formación: la química. Quizás porque la gente tiene connotaciones negativas sobre ella, quizás simplemente porque no está de moda, o porque cuando hacemos cosas como por ejemplo “la química de la cocina” la mayoría de gente dice “Ah, vale y ¿qué?”. Pero es de lo que más me cuesta.

S: Como auténtica loca de las listas y de usar libretas tengo mucha curiosidad por tu famosa libreta roja. ¿Solo escribes o también tomas ideas mentales gráficas o ilustradas?

P: Solo escribo. Lo de la libreta roja es súper auténtico. Yo siempre voy con libretas y papelitos por ahí. Nunca me encontrarás sin un boli en el bolsillo. Cuando empezamos a rodar yo llevaba una libreta roja para apuntar ideas, preguntas, anotaciones post-entrevista… y el realizador empezó a tomarme planos escribiendo, me dijo que la llevara en las entrevistas, y se quedó como elemento fetiche.

S: Nos encantaría que nos dejaras, a nosotros y a nuestros lectores, echar un vistazo a una hoja de una de tus libretas que sea para ti especial. Uno de lo de los colaboradores de Principia crearía una ilustración con ella para acompañar la entrevista, ¿qué te parece?

P: Fabuloso. Puedo buscar alguna del MIT, donde había “B” en círculos cuando pensaba alguna idea podría servir para el blog, y que además tiene una historia detrás. Pensé que la había perdido, y con el estrés mi cerebro creó el recuerdo falso de que la olvidaba sobre una mesa en el Broad Institute. Cuando lo recuerdo, todavía lo veo como una memoria real. Pero es imposible porque la dejé olvidada en una visita antes a la biblioteca de Harvard. Con ello escribí un capítulo en El ladrón de cerebros sobre las trampas de la memoria.  

 Pere, muchas gracias por dedicarnos tu tiempo y esperamos que esta segunda temporada de El cazador de cerebros sea todo un éxito.

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El cazador de cerebros, un proyecto de Minifilms TV para La 2 de RTVE, es un programa donde la ciencia sigue siendo la base para entender los desafíos a los que nos enfrentaremos en los próximos años; y es que en los laboratorios desarrollan ideas que pronto se convertirán en debates sociales.

En esta segunda temporada, compuesta de 13 capítulos y 53 cerebros, cada capítulo gira alrededor de un gran tema, mujeres y hombres que dedican su esfuerzo a la investigación y la divulgación, nos explican sus ideas, sus visiones y hacia dónde avanza el mundo. El programa va en busca y captura de estas grandes ideas y las compacta en 30 minutos.

Grandes investigadores y científicos de nuestro tiempo como Valentín Fuster, E. O. Wilson, Jennifer Doudna, Shinya Yamanaka o Klaus Schwab comparten sus líneas de investigación con nosotros.

Horario de emisión: martes a las 20:50 en La 2.

Más información en su página web.

 

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