Isaac Newton, de oficio investigador

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Sir Isaac Newton, nacido el 25 de diciembre de 1642, fue un físico, filósofo, teólogo inventor y matemático inglés, entre otras cosas y es autor asimismo de los Principia en donde describe la Ley de la Gravitación Universal; realizó también grandes descubrimientos en otros campos como la óptica, las matemáticas y la física (y otros tantos) y es considerado uno de los más grandes científicos que han existido (si no el más). 

TEXTO POR JULIÁN ROYUELA
ILUSTRADO POR SARA ENRÍQUEZ
ARTÍCULOS
BIOGRAFÍA | MONEDA
3 de Mayo de 2018

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Entre la prolija obra de Sir Isaac y sus numerosas dedicaciones destaca una, cuando ya había sobrepasado la cincuentena por dispar y alejada de lo que en un principio se le supone a un científico de su talla pero para situarnos, debemos ponernos primero en antecedentes. 

Durante el siglo XVII, en Inglaterra, las monedas se acuñaban, sin excesivo control, en oro y plata y los más habilidosos rufianes se dedicaban a raspar los bordes y obtener limaduras que fundían para hacer lingotes, principalmente de plata, dejando a su vez las monedas cada vez más pequeñas y cada vez de menor valor al contar con menos metal precioso.

El porqué es bastante sencillo. Durante esta época el valor de la plata en el continente era mayor que el de Inglaterra, así que esos lingotes se vendían en el continente a cambio de oro, con el que compraban a su vez más monedas de plata, fundiéndolas y repitiendo el proceso.

Todo este asunto derivó en una gran crisis. La escasez y la baja calidad de la plata inglesa impedían la consecución de préstamos con los que financiar la guerra contra Francia

Se hacía urgente una solución para este tema y se acordó pedir consejo a cierto profesor de Cambridge que estaba adquiriendo fama como científico. 

La respuesta fue clara y contundente: Era necesario e inaplazable abordar una gran reacuñación, retirando del mercado todas las piezas, recortadas o no y acuñar unas nuevas, unificadas y con un borde que impidiera que pudieran ser limadas.

Así que se contactó de nuevo con aquel profesor y se le ofreció el cargo con el que llevar a buen puerto dicha remodelación del sistema monetario. En abril de 1696, fue nombrado un nuevo Director en la Casa de la Moneda de Londres (que se encontraba en el recinto interior de la Torre de Londres), su nombre, Isaac Newton, para entonces contaba con 54 años. 

El cargo de Director, entre otras muchas,  llevaba implícita la tarea de perseguir y descubrir a los falsificadores, cosa que horrorizó profundamente a Isaac y de la que intentó evadirse mediante una carta a sus superiores intentando que el Fiscal General se hiciera cargo de ese asunto; no sólo no lo consiguió sino que se le asignaron mayores recursos económicos para luchar contra el fraude e Isaac, meticuloso como era, tejió una amplia red de colaboradores infiltrados en su mayoría en los tugurios de los bajos fondos con unos resultados espectaculares. 

Se calcula que en poco más de dos años, fueron encarcelados más de 100 delincuentes debido a sus pesquisas. De entre todos los acuñadores que persiguió y capturó, ninguno tan sagaz como William Chaloner.

Antes del año 1690 William Chaloner era un barnizador  de clase baja que tras el florecimiento de “su nueva empresa” comenzó a adoptar hábitos de caballero. Fue el inventor de un nuevo método de acuñación “extremadamente peligroso” (por eficaz), según Newton, al que conoció precisamente instándole a que contratara a un socio suyo, un tal Holloway para perseguir acuñadores.

Vamos, lo que se dice dejar al zorro encargado del gallinero…

Chaloner fue también famoso por hacer dinero jugando a dos bandas, por ejemplo, encargaba la impresión de unos panfletos a favor del rey Jacobo durante el conflicto de “La Revolución Gloriosa” y después delataba a los editores por suculentas recompensas, ese era pues uno de sus mayores divertimentos, delatar a colegas de profesión y llevarse así los premios destinados a ello.

Así llegó un día, corría el año 1697, en el que dos colegas de Chaloner, sometidos a tortura, informaron sobre él y fue encarcelado.

La concienzuda investigación de Newton dejaba a Chaloner cada vez más acorralado decidiendo éste una huída hacia el precipicio y declarando ante el comité que supervisaba las acciones de la Casa de la Moneda que él era capaz de acuñar más cantidad y con mejores medidas de protección ante la falsificación a un menor coste así que propuso que le nombraran supervisor de la Casa de la Moneda para controlar la mejora de la producción, tal era su desfachatez. Mientras tanto, Isaac reunía pruebas en contra.  La estrategia de adquirir notoriedad cuando debía haber optado por pasar desapercibido no fue digna de un genio de la falsificación pero en su cabeza, la idea de dejar en ridículo a Newton, su trabajo y dedicación, debió de sonar muy bien por lo que aún se atrevió a elevar una petición al Parlamento acusando a la Casa de la Moneda de intentar destruirle debido a las declaraciones en las que se proclamaba mejor acuñador y mejor gestor.

Las cosas pintaban mal para Chaloner pero éste logró sobornar a Holloway, principal testigo de Newton, logrando que huyera del país con lo que la acusación de Isaac carecía de fundamento por lo que, a principios de 1698, Chaloner salía de la cárcel.

Envalentonado, creyendo que había engañado a todos, no se sabe bien si fundó o se asoció a una nueva empresa para la lucrativa tarea de falsificar un tipo de papel moneda que se utilizaba para pagar determinados impuestos.

Pero Holloway volvió de sus “vacaciones” y Newton se enteró con lo que la causa contra Chaloner tomaba otra vez cuerpo así que elaboró un detallado memorándum, citando para el juicio a una docena de testigos y más de treinta declarantes. La red de espías que Newton confeccionó en torno a Chaloner cuando éste salió de la cárcel dio sus frutos y le sirvió para recopilar mucha información en torno a la falsificación de los llamados billetes de malta.

El acusado contrató a una cohorte de abogados; se lo podía permitir, y después, en un burdo intento por evitar el juicio, simuló un ataque de locura. Sus estrategias fueron vanas y el 3 de marzo de 1699 era acusado de alta traición.

Sus abogados, tremendamente caros, si que lograron que el propio rey recibiera una carta explicatoria en la que el acusado solicitaba perdón, aunque a su manera.

Chaloner fue ahorcado en el patíbulo de la pequeña aldea de Tyburn en el condado de Middlesex, Inglaterra el 22 de marzo de 1699. 

Tras la muerte del rey Guillermo en 1701, la reina Ana ratificó en el puesto a Isaac.

En 1703 fue nombrado presidente de la Royal y Society y dos años después, en una singular ceremonia en Cambridge, Newton fue nombrado Sir del imperio británico.

Murió el 31 de marzo de 1727 a la provecta edad de 85 años.

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