11 Mayo
Richard Feynman ganó el Premio Nobel de Física en 1965, participó en el Proyecto Manhattan ayudando a fabricar la bomba atómica nada más acabar el doctorado e intuyó el concepto de la nanotecnología con veinte años de antelación. Además de ser un magnífico docente y un divulgador espectacular, disfrutaba de curiosas aficiones como tocar los bongos o asistir a clubs de striptease. La fascinante vida, poliédrica figura y carismática personalidad de rockstar de este físico estadounidense siguen deslumbrando cien años después de su nacimiento y treinta años después de su muerte.
Richard Phillips Feynman nació el 11 de mayo de 1918 en Far Rockaway, un suburbio del barrio de Queens, Nueva York. Sus padres, emigrantes europeos de origen judío. Él siempre reconoció que su padre, Melville Feynman, era la persona que más le había influenciado en su forma de pensar. De él aprendió importantes lecciones que fueron determinantes en su vida. Una de ellas fue preguntarse por la razón de todo lo que le ocurría a su alrededor para ser capaz de encontrar una explicación por sí mismo. Otra fue cuando era niño y su padre le llevaba de paseo por el bosque dándole explicaciones acerca de los pájaros. Allí aprendió la diferencia entre saber el nombre de algo y saber algo. «Puedes saberte el nombre en todos los idiomas del mundo, pero al final no sabrás absolutamente nada sobre el pájaro. Solo sabrás cómo le llaman los hombres en distintos sitios. Así que miremos al pájaro y veamos qué hace: eso es lo que importa».
Para conmemorar el centenario de su nacimiento, Manel Souto ha escrito en Principia dos entradas al respecto, donde podréis valorar las contribuciones de este génio polivalente de la ciencia: