El otro día estaba a punto de entrar al gimnasio y había un tío con pelicos en la entrepierna (con un montón, en plan impactante), diciéndole a otro mucho más joven lo siguiente:
—Tú te tomas un “Redbull” y te pones a tope para el gimnasio. Hazme caso a mí.
Que yo pensé que claro que iba a hacerle caso a él y no a la Organización Mundial de la Salud, faltaba más. En serio, es que estoy harto. Tengo que deciros que sí, que un redbull ayuda a fatigarte menos y a estar más activo, pero hay una cuestión importante: es por la cafeína. Ni la taurina, ni los azúcares, nos ayudan a estar más activos. Según la ciencia, 3 mg de cafeína por kg de peso (si yo peso 70 kg, hablamos de unos 210 mg de cafeína), es la dosis necesaria para poder disfrutar de esos efectos estimulantes. Un redbull tiene unos 80 mg de cafeína y cuesta el doble que un café. Pues resulta que un café tiene ¡90 mg de cafeína! ¡Y además te libras del azúcar y las mil sustancias innecesarias para entrenar! Vamos, que el señor de los pelicos en la entrepierna no solo se había inventado sus historias, sino que iba por ahí divulgándolas como si fuese un nutricionista experto. Y ya estoy harto.
Esa es otra, joder, la comida. Tengo que comer poca grasa. Tengo que comer poco por la noche. Tengo que comer mucho por el día. El desayuno, ahí a tope. Nada de pasta por la noche. Nada de comerte un helado si sales. Te jorobas y te llevas un plátano mientras los demás se inflan a azúcar. Come poco, pasa hambre. No hay más secretos. No hay más secretos pero bien que volvemos a caer una y otra vez en lo mismo: dieta, fallo, dieta, fallo, dieta, fallo, dieta, fallo. ¿Y queréis que os haga el spoiler de la historia de vuestra vida? Acercaos y os lo susurro al oído: vais a pasaros toda vuestra puñetera vida a régimen. Y todo porque os han mentido descaradamente para que nunca dejéis de comprar chorradas de maíz inflado y batidos sustitutivos de mierda.
Ya tenía puesto el chándal. Siempre te da un poco de aprensión arrancar. Como si costase demasiado. Luego subes a la sala y empiezan las movidas serias. Esto es lo mejor. Es maravilloso. ¿Hago cardio? ¿Hago fuerza? ¿Hago ambas? Le pregunto al señor que hay apoyado en el mostrador. Si está tan fuerte, por algo será. Le digo que quiero ponerme a tope. Me mira y me dice que lo primero es perder grasa. Me miro yo y pienso “hombre, grasa es verdad que tengo”. Me dice que haga 50 minutos de bici. Le miro y pienso, sin decirlo, que prefiero morir lentamente a estar pedaleando 50 minutos sin llegar a ningún sitio. Me piro. Estoy cansado. Me siento y busco información.
—Unos dicen menos cardio y otro dicen más
—Unos dicen más fuerza y otros dicen menos.
—Unos dicen que antes fuerza y después cardio.
—Unos dicen que antes cardio y después fuerza.
—Unos dicen que antes cardio y después pizza de esas que tienen el borde como relleno de queso.
Deciros que esto último nadie lo dice. Deciros también que todo se puede resumir en unos cuantos puntos y eso tampoco lo dice nadie:
1.Dice la ciencia que te quedes con el siguiente concepto: déficit calórico. Si lo que consumes a lo largo del día supera las calorías que gastas, vas a engordar. Y viceversa. No hay más secretos. Punto. Come alimentos ricos en proteínas como huevos, pescados, carnes, legumbres o tofu, y te saciarás más. Haz ejercicio, y consumirás más calorías. Habla con un nutricionista, y desconfía del que te diga que para adelgazar hay que comer poco.
2.Hablando de hacer ejercicio, dice la ciencia que no necesitas estar una hora haciendo trabajo cardiovascular. Que puedes hacer intervalos de alta intensidad (también llamados HIIT) y en veinte minutos estar listo, y que eso puedes combinarlo con ejercicios de fuerza (pesas y ejercicios funcionales). Dice la ciencia que a mayor masa muscular, más energía basal necesita tu cuerpo para funcionar y más comida requerirá. Da igual que seas chica, chico, joven, mayor o que tengas muchos pelicos en la entrepierna, tener más músculo es gozar de más salud, así que vete a tu monitor y déjale claro lo que quieres.
3.Dice la ciencia que la grasa no debe preocuparte porque la grasa que proviene de una alimentación saludable es beneficiosa para la salud. Es más, dice la ciencia, que ciertos tipos de grasa como la Omega-3 puede ayudarte a adelgazar, y esta la consigues de los pescados, las nueces y otras fuentes naturales en cantidades más que altas. Es decir (y esto aplícalo a lo que sea en este aspecto), NO NECESITAS PASTILLAS.
4.Dice la ciencia que no hace falta desayunar mucho. Es más, dice que no hace falta ni desayunar. O que te comas un potaje a las ocho de la mañana si te apetece. Que el desayuno ni es más importante que la cena, ni menos, que es solo eso: una comida más. Dice la ciencia que por restringir hidratos por la noche no vas a adelgazar más. Da igual si quieres comer menos por el medio día que por la noche. Tú decides, porque al final, el resultado será el mismo.
5.Dice la ciencia que el peso que te indica la báscula no será tan importante como tu índice de grasa y tu índice de masa muscular. Que puedes pesar lo mismo pero tener más masa muscular y, por tanto, estar más atlético. Que las chicas no tengan miedo. Que se lancen a levantar peso.
6.Dice la ciencia que, si dejas de pensar tanto y te limitas a hacer el deporte que te gusta y a comer bien, no vas a pasar hambre jamás. Y dejarás de oscilar en el peso durante años y no volverás a engordar jamás. Y que si lo haces, sabrás perfectamente como volver a tu camino rápidamente.
Estoy harto, en serio, de ver cómo la gente se aprovecha de los trastornos alimenticios que sufrimos tantas y tantas personas por el simple hecho de no haber adquirido hábitos adecuados desde el principio. Estoy harto de dar vueltas. De que me mareen. Dime, ¿tú te sientes así? Pues ya sabes, mándalos a la mierda y fíate de lo que dice la ciencia. Habla con un profesional de verdad.
Como decía mi abuelo, no te fíes de los que tienen muchos pelicos en la entrepierna.
Creo que decía algo así.
Creo.
Referencias
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—Ohkawara K, Cornier MA, Kohrt WM, Melanson EL. Effects of increased meal frequency on fat oxidation and perceived hunger. 2013. Obesity, 21, 336-343.
—Galioto R, Spitznagel MB. 2016. The Effects of Breakfast and Breakfast Composition on Cognition in Adults. Advances in nutrition. 16;7(3):576S-89
—Lorente-Cebrián S, Costa AG, Navas-Carretero S, Zabala M, Martínez JA, Moreno-Aliaga MJ. 2013. Role of omega-3 fatty acids in obesity, metabolic syndrome, and cardiovascular diseases: a review of the evidence. Journal of Physiology and Biochemistry. 7(3): 576–589.
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—Lefkowitz RJ. 1975. Identification of adenylate cyclase-coupled beta-adrenergic receptors with radiolabeled beta-adrenergic antagonists. Biochem Pharmacol. 24(18):1651-8.
—A D Faigenbaum, G D Myer. 2000. Resistance training among young athletes: safety, efficacy and injury prevention effects. British Association of Sport and Medicine. 44(1): 56–63.
—Jacob S. Thum, Gregory Parsons, Taylor Whittle, Todd A. Astorino. 2017. High-Intensity Interval Training Elicits Higher Enjoyment than Moderate Intensity Continuous Exercise. Public Library of Science.
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