Maluma: felices los ¿cuatro?

Portada móvil

Aunque todos lo conoceréis como Maluma, en realidad se llama Juan Luis Londoño, pero ya sabéis que en el mundo del artisteo les gusta mucho cambiarse de nombre. Este joven colombiano, que también se hace llamar, humildemente, «Pretty Boy», «Dirty Boy» o «El pequeño gigante» (en cuyos hombros, seguramente, se subiría el mismísimo Newton) no es un cantante más de reguetón. Bajo sus elaboradas letras y su apasionante ritmo latino se esconde un auténtico estratega y apasionado de la biología cuyos juegos mentales tienen en jaque a la CIA y al Mosad. Ahora, una año después de lo sucedido, puedo contar la historia de cómo descubrí y sobreviví a su ingenioso y mortal reto mental.

TEXTO POR QUIQUE ROYUELA
ILUSTRADO POR MIKEL MURILLO
ARTÍCULOS
HUMOR
27 de Agosto de 2018

Tiempo medio de lectura (minutos)

Verano de 2017. Siejo, Asturias.

Las fiestas del pueblo están en su máximo apogeo. Tras la sesión de pasodobles y rumbas, llega hasta la barra del bar, donde huyo del alboroto mientras apuro el último trago de mi Mirinda extra fuerte, un sonido marchoso, un ritmo infernal, al que mi cuerpo responde de forma automática ejerciendo el tan ya dominado paso estándar: un paso a un lado, un paso al otro, y así entramos en bucle. Mientras mis tobillos ponen a prueba su resistencia, empiezo a escuchar la letra de la canción que ha secuestrado mi sistema parasimpático.

«¡Qué romanticismo! ¡Qué agudas letras! ¡Qué apasionada rima!», pienso mientras me recuerda a las Cartas literarias a una mujer, de Bécquer.

El tipo detrás de la barra me pregunta si quiero algo más o me pienso quedar ahí pasmado toda la noche. Le cuento por qué estoy absolutamente fascinado y me responde: «este tío lo está petando, pero no te preocupes, que la noche acaba de empezar y te vas a hartar de escucharle». 

La canción en cuestión se llama Felices los cuatro, y aunque, a priori, podría parecer una canción más de las listas veraniegas de éxitos, sé que no es así. Estoy convencido de que hay algo más. Mi cerebro ha captado algo y me intriga sobremanera.

Intuyendo que esa letra elaborada e interpretada con voz de barítono auto-tune oculta un asombroso misterio, escucho la canción una y otra vez —el camarero tenía razón— tratando de averiguar qué era aquello que no terminaba de encajarme.  La letra de la canción habla de una relación entre un tipo (supuestamente es él mismo) y una señora casada, un triángulo amoroso donde él, para ocultar los fuertes sentimientos hacia su amante, decide crear una coraza de falsa indiferencia. Entonces, si esto trata de un triángulo amoroso, ¿a qué viene lo de felices los cuatro? ¡Claro! Aquello era lo que mi cerebro había captado. ¡El juego de Maluma había comenzado!

Mi mente analítica se puso en marcha. A ver, tenemos a Maluma, a la mujer con la que mantiene la relación y al marido de esta, el supuesto otro con el que la señora pasa el rato mientras no está con Maluma.  Recopilando: Maluma + mujer + marido de esta = tres ¿Dónde está el cuarto elemento que da título a la canción? Ni rastro. Como os decía, la letra esconde un misterio insondable.

Me puse a pensar. No era posible que un tipo con canciones como Farandulera, Borró cassette, Loco, Un polvo o El tiki pudiera haber cometido un error tan grave en una operación aritmética tan sencilla. No podía creer que pudiese ser un simple fallo en alguien con la capacidad narrativa para elaborar estrofas como: 

Yo soy Maluma.
Yo soy Maluma.
Que que que.

Igual no tenía toda la información. Debía ampliar mi investigación. Busqué en internet y encontré el video musical. Tenía que comprobar si este escondía la respuesta al misterio, si aquí se podía apreciar al cuarto elemento, aquel que transformaría un triángulo amoroso en un hermoso trapecio. 

Tras verlo varias veces, tomar notas concienzudamente en mi libreta, desarrollar integrales definidas y algunas derivadas parciales y pedir otra Mirinda extra fuerte, corroboré mi hipótesis: no había ni rastro del cuarto elemento. La suma de Maluma era incorrecta. La figura geométrica, en el plano sentimental, seguía siendo un triángulo. No podía creerlo. ¿Aquél ínclito artista-poeta había sido capaz de cometer tal error? ¿Había elegido el número cuatro porque simplemente rimaba con rato*?

*Esta es la estrofa:

Y si con otro pasas el rato, 
vamos a ser feliz, vamos a ser feliz, 
felices los cuatro. 
Yo te acepto el trato. 

¿Era posible que Maluma no supiese contar?¿Cabría la posibilidad de que quien le escribe las canciones dejara el colegio demasiado pronto?

Eso era exageradamente sencillo. Entonces pensé: ¿Maluma odia los números primos? ¿O quizás sean los números impares? ¿Tal vez los múltiplos de 3?¿Lo odia porque el 3 es la suma de los dos primeros números naturales y le repugna lo natural? ¿Porque quedó tercero en una competición de judo cuando era pequeño? ¿Porque, en el 3, todas sus raíces enésimas son números irracionales (y él es muy racional) y números algebraicos, que tienden a 1, cuando el índice se hace cada vez más grande? Podría ser, esta era una línea de investigación interesante.

Pero, también pensé: ¿podría renegar del número 3 porque es un número primo gemelo del 5 y no le gusta nada la rima que se hace con este último? Esta sería otra posible línea de investigación. Por algún motivo matemático, Maluma odia el 3 y, de forma indirecta, el 5, por eso escogió el 4 ¿Será porque, además, el 3 es el primer número primo de Fermat y el siguiente primo es el 5? Esto podía encajar, ahí el 4 volvía a cobrar sentido.

Pero había demasiadas incógnitas. Tantas líneas de investigación que tardaría mucho tiempo en desarrollar un algoritmo que encontrase patrones y simplificase mi trabajo, básicamente porque jamás en mi vida había desarrollado un algoritmo, lo cual complicaba de manera significativa todo.

Mi cerebro bullía y, sin embargo, era incapaz de encontrar la solución al enigma. Pero… ¿y si me equivocaba al pensar que la solución estaba en el número que Maluma había decidido eliminar, es decir el 3, en lugar del que había elegido, o sea el 4? ¿Por qué el número 4?¿Solo porque rima con rato? Ni hablar, eso no era propio de una mente privilegiada como la de Maluma, capaz de escribir estrofas como esta:

Y lo hacemos otro rato. 
Y lo hacemos otro rato.
Y lo hacemos otro rato. 
Y lo hacemos otro rato (alright, alright baby).

Decidí despejar mi mente. Caminé hasta el puente y observé el río, inusualmente caudaloso para la época. Me pareció ver una nutria, o quizás solo fuera mi mente embriagada de tanta Mirinda. Tras un rato viendo saltar los peces, decidí volver, rendido y mentalmente agotado. Regresé tratando de evitar el bullicio de la plaza, recorriendo las estrechas calles del pueblo, hasta que aparecí en una zona donde un grupo de jóvenes se agrupaba alrededor de unas bolsas de plástico con bebidas, que supuse eran Mirindas. Desde un coche aledaño, con todas las puertas y maletero abiertas, salía música. Pasé a su lado, indiferente a sus invitaciones a compartir la bebida, y las notas provenientes del coche se me clavaron en el cerebro. ¡Era él, de nuevo! ¡Maluma seguía con su juego, y yo era su presa! Me acerqué al Ford Focus negro, con alerón trasero y doble tubarro, y pude escuchar el fragmento de canción que contenía el misterio:

Y siempre que se va, regresa a mí.
El código secreto, baby.
No importa el que dirán, somos tal para cual. 
Así lo quiso el destino, mami. 
Muaaa.

No, no era ese «muaaa» clandestino y coqueto, sino aquella frase: el código secreto.

¡Cómo podía estar tan ciego! ¡Claro, el código secreto… estaba hablando del código genético! El que define cómo se traducen las secuencias de nucleótidos del ARN en proteína. Por supuesto, Maluma, en su canción habla del código genético, de las cuatro bases nitrogenadas (adenina, timina, guanina y citosina en el ADN y uracilo por timina en el ARN) y cómo estas se organizan de tres en tres para establecer los codones con los que formarán los aminoácidos de la proteína en cuestión.

Ahí estaba, lo había tenido delante todo este tiempo: el 4 elegido por el artista reflejaba el número de bases nitrogenadas diferentes, mientras que el 3, con su ausencia, quería destacar la forma de organizarse de estas en tripletes o codones para su lectura y traducción.

Qué mente tan brillante la de Maluma, bajo una canción de notable calidad musical, aunque hay quien se empeñe en tratarla como algo soez y vulgar —no entiendo muy bien por qué—, el artista había planteado un ingenioso juego mental, a través del cual quería dejar claro su interés por la biología y los secretos que esta esconde, el código genético, la traducción de proteínas, el ADN y ARN, en definitiva, el apasionante misterio de la vida.

Desde entonces trabajo en desentrañar otros misterios ocultos entre sus letras. Sin quererlo me topé con la canción titulada La temperatura, donde se pueden apreciar hermosas estrofas como:

La estoy calentando.
La estoy provocando.
Pa' que suba suba.
Pa' que suba suba la temperatura.

Sin duda alguna está hablando del calentamiento global y el cambio climático. ¿Incluirán sus letras la solución a tan terrible problema? ¿Nos proporcionará algún tipo de energía no contaminante? ¿Tal vez la fusión fría? 

Llegaré al fondo de la cuestión, cueste lo que cueste.

 

Deja tu comentario!