En las últimas semanas la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco de El Valle de los Caídos ha catalizado el debate mediático y no pocas tertulias dentro y fuera de las pantallas. No obstante, exhumar ha sido un verbo enarbolado en numerosas ocasiones por quienes durante décadas han defendido el derecho a la recuperación, la identificación y la reparación de la memoria de las víctimas de la guerra (in)civil y la ulterior dictadura franquista. Con una eminente intencionalidad didáctica y abogando por la visibilización de esta cuestión en clave histórica, la exposición Exhumando el silencio. Memoria, ciencia, identificad del Grupo Paleolab ha pretendido ofrecer un marco de reflexión y concienciación en el que pasado y presente convergen.

El Grupo Paleolab está integrado por un equipo multidisciplinar de científicos que desde 1994 ha desarrollado diversas líneas de investigación en el terreno de la bioantropología de momias, la identificación y el traslado de colecciones osteológicas, la arqueología forense o el análisis de necrópolis prehistóricas, entre otras. Desde el convencimiento de la importancia de apoyar el derecho de familiares de las víctimas de la guerra civil española y la dictadura a exhumar sus restos y rescatar su memoria; Exhumando el silencio constituye una de los muchos proyectos divulgativos y didácticos de este grupo de (bio)antropólogos y arqueólogos. Exposición que también muestra la naturaleza multidisciplinar y colaborativa que subyace tras las ciencias forenses y que exhumar es mucho más que identificar.

Exhumando el silencio es enterrar el tabú social y la inercia inducida que nos han llevado a un 2018 en el que recuperar los restos y la voz de quienes fueron silenciados no es parte de un memorándum sino de una hoja de ruta. Una tarea pendiente en aras del derecho a la verdad de los familiares, quienes todavía aguardan la oportunidad de rescatar de las fosas a quienes esperan ser enterrados dignamente.

Las palabras que esculpidas en textos y conservadas en botellas de vidrio permitieron la identificación de víctimas o cómo la genética es apoyada por la métrica de cráneos, el análisis de la superficie oculares o los cálculos de la estatura a partir de huesos como el húmero, la tibia o el fémur son solo algunas de las cuestiones que podrá encontrar todo aquel que visite la exposición. Una muestra de cómo ciencia y técnica pueden posicionarse al servicio de la historia. Una historia, la de las víctimas y sus familiares, que ha de hacernos pensar que no todo acabó en 1939. Que no todo acabó en 1975.

Una historia, la de la ciencia, que en los últimos años nos ha ofrecido valiosa información sobre ciencia y técnica en regímenes fascistas. El del dictador Francisco Franco no fue ninguna excepción. Hoy sus restos todavía descansan en El Valle de los Caídos a la espera de ser exhumados. Quién sabe cuánto tiempo habrán de esperar quienes solo han podido encontrar su mausoleo en la memoria de quienes nunca les olvidaron. Exhumar el silencio nos ofrece un espacio para una reflexión ineludible a través de documentos fotográficos, audiovisuales y textos. Una cita imprescindible en la que ciencia y sociedad se imbrican para dar voz a quienes nunca debieron perderla y al trabajo de quienes se esfuerzan por desenterrarla.