¡Se caen las estrellas!

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Tercer premio del primer concurso de cuentos infantiles Ciéncia-me un cuento.
Organizado por la Society of Spanish researchers in the United Kingdom (SRUK/CERU).

TEXTO POR CONSUELO CID TORTUERO
ILUSTRADO POR ALBERTO PIERUZ
KIDS
ASTRONOMÍA
11 de Octubre de 2018

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¡Por fin vacaciones de verano! Aunque a Aurora le encanta ir al colegio, es en vacaciones de verano cuando pasa más tiempo con sus abuelos. Los abuelos de Aurora tienen una casa en una aldea en medio del campo. En el patio tienen gallinas y a Aurora le encanta correr entre ellas. Cuando está en el pueblo, Aurora no se separa de su abuelo. Se lo pasan genial juntos. ¡Hasta le deja subir al tractor! Ese día, el abuelo le había dicho que por la noche le iba a enseñar algo muy bonito y Aurora estaba deseando que llegara la noche.

—Anda, abuelo, enséñamelo ya, insistió́ ella.
—Solo son las seis, Aurora. Aún hay demasiada luz, respondió el abuelo.

Aurora no entendía nada. Si había mucha luz, se vería mejor eso tan bonito que le quería enseñar el abuelo...

Después de cenar, el abuelo le dijo que la sorpresa estaba lista. Salieron al patio y se sentaron en la hierba. «Está muy oscuro», susurró Aurora al oído del abuelo. El abuelo apretó fuerte su mano y Aurora supo enseguida que ya no podía pasar nada malo. Entonces, el abuelo le dijo que mirara al cielo y ¡cuántas estrellas! Ella nunca había visto tantas juntas. Desde su casa se ven edificios muy altos, pero en casa de los abuelitos ¡era imposible contar todas las estrellas que veía!

—Abuelo, ¿las estrellas eran mi sorpresa?, preguntó Aurora al abuelo.
—No, Aurora, dijo el abuelo, ten paciencia y sigue mirando al cielo, la sorpresa aparecerá pronto.

De repente, dijo Aurora: «Mira abuelo!, ¡mira allí!, ¡se está cayendo una estrella». Luego cayó otra y luego otra. Parecía que todas caían del mismo sitio, como si alguien escondido detrás de un trozo de cielo muy oscuro fuera lanzando estrellas.

—¿Te gusta? —preguntó el abuelo—, esa sí era la sorpresa.
—¡Claro que me gusta! —contestó Aurora—.  Pero, abuelo, si se caen todas las estrellas, el cielo se va a quedar muy oscuro —añadió preocupada—.  Aunque, a lo mejor se caen porque hay tantas que el cielo no puede sujetar a todas...
—No, Aurora —dijo el abuelo sonriendo—, el cielo sigue teniendo las mismas estrellas que ayer.

Papá, mamá y la abuelita estaban dentro de casa y Aurora entró corriendo a contar a todos que las estrellas se estaban cayendo del cielo para que salieran a verlo. Mamá, que es astrofísica, le explicó que las estrellas fugaces (que es el nombre de las estrellas que se caen) se ven cuando trocitos de rocas del espacio pasan cerca de la Tierra y se caen. Vamos, que no son estrellas de verdad.

—Entonces, ¿por qué brillan tanto? Las rocas del suelo no brillan —preguntó Aurora.
—Eso es fácil, dijo el abuelo.  Frota una mano con la otra muy deprisa. ¿Notas cómo se calientan? Pues eso le pasa al trocito de roca cuando roza con el aire.

Aurora comenzó a frotarse las manos y ¡sí!, el abuelo tenía razón. ¡Cuánto sabía su abuelo!

—Y si algo roza mucho, mucho, porque va muy rápido, se calienta mucho, mucho. Entonces, arde y desaparece —continuó explicando el abuelo—, y eso es lo que pasa con las estrellas fugaces.
—¡Ya lo entiendo! Por eso las estrellas caen muy rápido, dijo Aurora.

La noche estaba siendo genial, pero papá y mamá dijeron que ya iba siendo hora de ir a dormir, así que, Aurora, muy obediente, se fue a la cama. El abuelo le dijo que verían juntos más estrellas fugaces otro día. Posiblemente habría más estrellas fugaces al día siguiente. En cualquier caso, esa noche hubo muchas, muchas estrellas fugaces en los sueños de Aurora.

 

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