En la laguna que tengo delante veo ánades reales, ánades frisos, cercetas comunes, cigüeñas blancas, fochas comunes y algunos cormoranes grandes. Todos ellos acompañan a una garza real. Y veo esto solo haciendo un barrido rápido, si busco bien seguro que encuentro más especies. La cuestión es encontrar ese momento único, el movimiento que capta mi atención y muestra el comportamiento real del animal…
Miro la pantalla de la cámara para ver cómo han quedado las fotos de la garza real (Ardea cinerea). No están mal, he tenido suerte de pillarla justo cuando salía del cañizal. Levanto la mirada de la pantalla y busco a la próxima presa.
Clic. Clic. Clic.
Un petirrojo (Erithacus rubecula) se ha posado en el árbol que tengo al lado. Miro la foto y sonrío, orgullosa. Son unos pájaros agradecidos de fotografiar porque puedo acercarme bastante a ellos sin que se marchen volando.
Hace solo unos años que me adentré en la fotografía de naturaleza, y la verdad es que me encanta. A la gente le gusta ver imágenes espectaculares de animales cazando, de flores preciosas o de paisajes impactantes, pero pocas personas me preguntan qué es lo que siento cuando hago fotos, en qué pienso, por qué lo hago.
En mi caso, la cámara es mi acompañante y, gracias a ella, conecto con el entorno. Me siento una observadora de todo lo que ocurre, aguardando en silencio, que captura los momentos que pasan delante de mis ojos. Es mi forma de capturar la naturaleza sin hacer daño, de disfrutarla.
Clic. Clic. Clic.
No había visto esta culebra viperina (Natrix maura) hasta que se ha puesto a la defensiva. Miro la foto: me gusta cómo ha quedado, muestra bien cómo imita a una víbora para intimidar a los posibles depredadores.
En mi caso, la cámara es mi acompañante y, gracias a ella, conecto con el entorno
Las fotos que hago retratan el instante que capta mi atención, guardándolo como un recuerdo. Un instante único en el que muestro el comportamiento de un animal y consigo captar esos detalles que la mirada no suele ver.
No siempre lo consigo, está claro. Aún no tengo el nivel de fotografía de los ganadores del concurso Nature Photographer of the Year, organizado por National Geographic. Pero doy lo máximo de mí para acercarme a su nivel.
Pero captar y guardar esos instantes no son el único objetivo. Quiero acercar la naturaleza y su belleza a cuantas más personas mejor. Quiero conseguir que entiendan su importancia y que se conciencien, que quieran cuidarla. La naturaleza forma parte de nosotros y debemos estar unidos para protegerla.
Me da mucha pena y rabia caminar por un espacio natural, esté protegido o no, y encontrármelo lleno de basura. O que la gente esté gritando y asuste a todos los animales que hay en la zona. El respeto hacia el entorno y los demás organismos es más que necesario, así como hacia las demás personas que estamos disfrutando de ellos.
Por eso también fotografío la naturaleza, para acercar todo lo bueno que tiene y denunciar los daños que estamos causando, las especies que podemos perder. Alguien que hace muy bien este trabajo es Joel Sartore, de National Geographic, con su proyecto Photo Ark: muestra con fondo neutro muchas especies amenazadas, contando su historia y concienciando de lo que podemos perder si seguimos como hasta ahora.
Me da mucha pena y rabia caminar por un espacio natural, esté protegido o no, y encontrármelo lleno de basura.
Es bien sabido que las imágenes consiguen generar más emociones que los textos. Pero por ese mismo motivo su significado se puede manipular más fácilmente. ¿Cuántos ejemplos conocéis de fotos que nos dicen que muestran una cosa, pero que la realidad es diferente?
Un ejemplo a nivel de naturaleza es el vídeo grabado por Paul Nicklen, fotógrafo de National Geographic. En él se ve a un oso polar demacrado y famélico, una imagen descorazonadora. Pero no se saben las causas por las cuales llegó a esa situación. Así, muchos medios aprovecharon para ponerlo como ejemplo del efecto del cambio climático, fuera o no el motivo del estado del animal en cuestión.
Por esto mismo el proyecto Photo Ark es tan interesante, porque usa la palabra para poner en contexto la imagen. Y eso es lo que hacen todos los fotógrafos: describir sus fotografías para definir lo que están mostrando. Así se disminuye el riesgo de malinterpretarlas.
No sé si llegaré jamás al nivel de los y las grandes fotógrafos y fotógrafas, que también las hay, como Bridgena Barnard, Jennifer Guyton o las españolas Marina Cano y Laura Albiac.
No sé si llegaré jamás al nivel de los y las grandes fotógrafos y fotógrafas, que también las hay, como Bridgena Barnard, Jennifer Guyton o las españolas Marina Cano y Laura Albiac. Pero sí que seguiré capturando instantes y comportamientos que ilustren la belleza y la importancia de la naturaleza. Seguiré dando a entender la necesidad de proteger el entorno natural, para su supervivencia y la nuestra.
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