Invisible

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El pasado 4 de marzo fue el día concretado para visitar la exposición Invisible del artista japonés, afincado en Madrid, Masaaki Hasegawa. El evento se definía como una «exposición secreta que se abre bajo invitación y cita previa». Todo este hermetismo es, sin duda, chocante en relación con la apertura del arte que la capital presenció el fin de semana que acababa de concluir. Quedamos con el artista en la puerta del edificio y subimos. «Esperad un segundo—nos dijo—, quiero abrir las persianas».

TEXTO POR JOSÉ PARADA
FOTOGRAFÍA POR ANGYLALA
ARTÍCULOS
ARTE
19 de Marzo de 2019

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La primera impresión fue notable. Se abre ante nosotros un pequeño espacio blanco de paredes inmaculadas donde se apilan y posan más de veinte cuadros. Estos, en contraste con el espacio, estaban pintados con un estilo que evoca el action painting americano de los años cincuenta. Numerosos colores aplicados de manera expresiva y gestual se amontonan en capas sobre la superficie, líneas de grosor irregular con movimientos orgánicos, puntos, salpicaduras, manchas… todo el repertorio. Paseando por el espacio, sorteando botes de pintura acrílica y latas con pinceles y brochas en remojo, nos percatamos de que las cartelas (claro indicador institucional de lo que es una obra de arte) no acompañan a los cuadros. Ciertamente, cuasi invisible, hay algo más.

La invitación que recibimos nos requería para la contemplación de ocho piezas. Comprobamos que, efectivamente, los cuadros posados sobre el suelo, apoyados en las paredes y alguno colgado no eran las piezas referidas. Dichos cuadros le ayudan al artista a modular y transformar el espacio, que es una de sus principales preocupaciones en esta exposición. En este contexto, estos son un complemento que desafía la arquitectura establecida para crear un espacio específico para una actividad concreta. Las piezas que sí aparecen señaladas a modo de obra escapan de la práctica pictórica al uso. Sus cuadros más recientes (entre los que se incluyen los lienzos acotadores del espacio) se pueden considerar dentro de una trayectoria pictórico-conceptual a través de la hibridación de dos modelos ejemplares de la tradición oriental y la contemporaneidad occidental. Caligrafiti es el término con el que designa esta expresión que pone su foco en el tratamiento de la palabra en el ámbito de la imagen. Las obras que nos presenta están íntimamente ligadas a sus cuadros y procesos pero atienden a otras preocupaciones y su mise en scène así como la factura están más próximas a las instalaciones conceptuales que a la pintura sobre lienzo. El artista nos comenta como una de sus principales inquietudes la dificultad con la que el común de los espectadores es capaz de llegar a profundizar en las obras que percibe. La superficialidad parece ser el único campo visible de la mayor parte del arte que se puede apreciar. Ver una obra de manera superficial es como no ver nada y esto se hace literal en la instalación Ignorancia, donde dos butacas de mimbre aparecen enfrentadas ante una pared en blanco. El artista nos habla de esta pieza cuyo título la carga de cierta agresividad hacia esta tendencia del que ignora, del que desconoce. En persona, esta obra resulta mucho más que eso. Desde mi percepción, estas butacas mirando al blanco vacío se mostraban como un enclave de serenidad y descaso físico y visual, reflexión profunda que da la espalda a toda la profusión de ruido cromático y formal que devoraba el espacio, que una vez fue y volverá a ser blanco en su mayor parte.

En otro gesto conceptual el artista nos muestra el espacio en el que han producido sus cuadros de plástica action painting. A la manera de Pollock, Hasegawa pinta desde la horizontalidad del soporte dispuesto en el suelo. En su proceso asciende en una pirámide metafórica (una concepción que nos remite a aquella pirámide kandinskiniana de Lo espiritual en el arte) donde la base la copa la concreción mientras en la cúspide reina la conceptualización más pura. En ese fragmento de suelo forrado con papel de estraza vemos el negativo de los cuadros allí creados, unos superpuestos a otros. El lienzo reserva un hueco cuadrado ante la acción de la pintura que el artista aplica en un método que baila entre el control y la falta del mismo. Hace un ejercicio de caligrafía, de escritura pictórica en un plano elevado por encima de la superficie del lienzo. Los pinceles y brochas cargados de pintura se mueven sin tocar la superficie de tal manera que su gesto puede balancearse en mayor o menor medida en esa escala de control pero la pintura se moverá de la manera que solo ella sabe hasta aferrarse a la tela. Así, el autor ha alcanzado lo que denomina la caligrafía 3.0, una caligrafía aérea que añade una dimensión espacial más y un proceso transformador de la pintura propio de la misma en ese ejercicio de caída sobre el soporte. Charlando con el artista, nos comenta las otras fases de esa escala revolucionaria de la caligrafía: 0.0 es la caligrafía convencional, su punto de partida; 1.0 incluye la disolución del idioma a través de la mezcla de caracteres de distintos códigos lingüísticos; en 2.0 la letra se reduce a su mínimo común denominador, el trazo de líneas y puntos. Esta práctica 3.0 deja ese rastro que nos muestra en el suelo, la expansión del cometido de la pintura que traspasa los límites del lienzo y conquista el espacio, tan importante en este proyecto. Así, Casualidad se percibe como un ejercicio de pintura expandida que traslada el valor procesual de la creación a la exhibición con un discurso acerca de ese control en positivo y en negativo.

Autor invisible da título a otra parte importante que deja ver el espacio como una síntesis de creación y exposición. Se trata de los ya referidos útiles de pintura dispuestos en el suelo, relacionados entre sí a través de una endogamia de salpicaduras de los colores de unos sobre los botes de otros que los aúna como herederos de un espacio, una práctica y un padre común. Vemos a Hasegawa especialmente volcado hablando sobre esta pieza y es que habla directamente de él. Aunque en una visión superficial vemos solo objetos, un poco más allá podemos apreciar las decisiones que han traído a estos materiales hasta aquí. El creador elige, compone y dispone. Las herramientas hablan de la obra y del mismo autor en un plano inmaterial en todas esas decisiones conscientes e inconscientes que crean el panorama expuesto.

Como colofón a la visita, centramos al artista en los lienzos, las figuras más evidentes del espacio. Nos comenta cómo más que palabras, en esta parte de su trayectoria se centra en el concepto detrás de las mismas: «Estos tres lienzos son dolor, pero cada uno de ellos habla de un dolor distinto, aunque todos se definan con la misma palabra». Apreciamos un dolor pasado, velado por tonos tierra y por las ganas de olvidar, otro más intenso y actual con salpicaduras negras muy afiladas que marcan el lienzo con la misma violencia con la que marcan al que lo sufre. Todos los lienzos se crean escribiendo esas palabras sobre ese plano invisible por encima del lienzo pero al final la palabra es imprecisa y local, mientras que la expresión de la pintura nos remite a la universalidad del concepto y las sensaciones.

Una vez en la calle, hablamos un poco más del panorama artístico con el que el artista se siente fascinado. Hay tanta cultura en Madrid, tanta actividad… y más el pasado fin de semana en el que se montó toda la maquinaria alrededor de la exhibición de la feria ARCO. Aunque es cierto que los medios y el público ignoran gran parte de todo lo que se hace; a fin de cuentas ARCO aparece en los grandes medios todos los años, pero no es ni la punta del iceberg de todo lo que hay, ni representa la diversidad creativa de la ciudad que cuenta con muchas otras ferias, eventos, espacios y exposiciones. Una vez más solo la superficie. Tras despedirnos decidimos visitar algunas de las piezas que el artista tiene en espacios colectivos muy cerca del estudio. Estas se corresponden con la etapa previa que emplea líneas y puntos para componer formas que remiten directamente a la caligrafía pero en una vertiente que suprime la constricción de las palabras. Con las imágenes de estas piezas ilustramos esta crónica, dejando la exposición invisible en ese estado mágico.

Satori Home
Impact Hub

Agradecimientos.

—A los chicos y chicas del espacio Impact Hub y de Satori Home, por dejarnos fotografiar las piezas.
—A Masaaki Hasegawa y  Alejandra Pérez, agente de comunicación del artista a través del Contemporary Museum of Calligraphy, por la invitación, su tiempo y amabilidad.

Créditos de las imágenes: Ángela Alcalá. 2019.

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