100% orgánicos, una distopía en el siglo XXI

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Es 2019, en Los Ángeles, coches voladores se desplazan por el cielo contaminado de la ciudad, la sociedad ha decido emigrar a otros planetas, la contaminación y la guerra nuclear han acabado con mucha de la fauna terrestre, los robots han mejorado tanto que son indistinguibles de los seres humanos. Y en lo alto de una azotea, el detective Rick Deckard mira cómo un musculoso replicante de torso desnudo y ojos azules le habla de las bondades de las Puertas de Tannhausser como destino vacacional y de lo bonito que queda el cielo estrellado de Orión amenizado por naves en llamas.

TEXTO POR GUIDO RODRIGUEZ DE LEMA TAPETADO , JUAN SÁNCHEZ-VERDE BILBAO
ARTÍCULOS
PRÓTESIS | SALUD
4 de Abril de 2019

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Esta escena de la película Blade Runner ha marcado a muchos de los amantes de la ciencia ficción, pero 2019 ha llegado y no vemos cumplida ninguna de las predicciones que hizo.

Si el Rick Deckard de la película viviera hoy en día, posiblemente tendría la revelación de que no puede seguir matando pellejudos. En parte porque su cadera protésica y sus dos válvulas cardiacas mecánicas no le hubieran permitido saltar de tejado en tejado para atrapar a un robot gimnasta holandés y sobre todo porque, entrados en el siglo XXI cada día es más habitual individuos que no sean 100% orgánicos, y muy probablemente sea una rareza al acabar este siglo. 

En la novela que inspiró a la película: Sueñan los androides con ovejas eléctricas, de Philip K. Dick, se define a los replicantes como «androides orgánicos». Una especie de robots creados a medida y con una inteligencia artificial capaz de emular sentimientos humanos. Estas criaturas eran una mezcla de cibernético y orgánico, capaces de comer, de sangrar, de llorar y muy superiores al ser humano en lo físico. Algo similar a lo planteado por Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline cuando en 1960 acuñaron el termino Cyborg —un acrónimo formado de la unión de la palabra Cybernetic y Organism para referirse a la necesaria comunión de seres humanos y máquinas para la futura conquista del espacio.

En el siglo XXI cada día es más habitual individuos que no sean 100% orgánicos.

Aunque puedan parecer lo mismo, replicantes y cíborgs son conceptos distintos. El primero es enteramente artificial haciendo uso de partes biológicas y el otro un ser biológico mejorado artificialmente. Una diferencia sutil.

Y es que, si echamos la vista atrás, podemos enumerar muchas de las mejoras médicas de las que ya disponemos y que nos alejan de ser 100% orgánicos.

Si comenzamos por el aparato locomotor, ya a finales del siglo XIX, se comenzó a intervenir a pacientes con fracturas óseas colocando un clavo en el interior del hueso que servía para que este no se desplazase y curase correctamente. Posteriormente, se comenzaron a sustituir algunas articulaciones completas dando de nuevo función a extremidades inútiles, una técnica que mejoraría a largo de siglo XX pudiéndose ahora sustituir prácticamente cualquier articulación del cuerpo.

Cyborg —un acrónimo formado de la unión de la palabra Cybernetic y Organism.

También se ha logrado devolver la funcionalidad de los sentidos. En 1942, se implantó una lente hecha de plástico acrílico dentro de un ojo, siendo posible recuperar la visión a personas ciegas por enfermedades del cristalino. También se ha logrado retornar la capacidad de oír a un paciente sordo mediante un implante coclear que introduce en el caracol, un minúsculo huesecillo del oído interno, un pequeño estimulador adherido a un receptor externo. 

El corazón humano ha sido objeto de algunas mejoras. Se han sustituido válvulas enfermas; originalmente el invento consistía en una pequeña caja con una bola en su interior que realizaba la función de la válvula, permitiendo a la sangre salir del corazón en cada latido y evitando que volviese a entrar entre estos. Actualmente, se trata de válvulas con función indistinguible de las originales.

También se han implantado marcapasos, unas máquinas externas y programadas para ordenar a un corazón enfermo cuándo y cómo latir, acelerando corazones lentos y controlando aquellos que laten rápidamente. Con los años, estos dispositivos se han perfeccionado logrando incluso actuar como desfibrilador ante ritmos potencialmente mortales. 

Incluso se ha llegado a sustituir un corazón por una bomba artificial que originalmente permitía únicamente a los pacientes sobrevivir unas horas hasta que se lograse un donante humano. En la actualidad, se ha logrado mantener vivo a paciente durante meses, claro ejemplo de esto es el dispositivo Syncardia Freedom Portable Driver, un corazón mochila que ha permitido que el récord de sobrevivir sin corazón sea de diecisiete meses.

También se han desarrollado dispositivos encargados de suplir funciones endocrinas como la bomba de insulina, un dispositivo capaz de emular la función interna del páncreas, segregando la cantidad necesaria de insulina a lo largo del día y de manera automática. Aunque el dispositivo original era del tamaño de una mochila, la mejora tecnológica ha permitido que el dispositivo original haya disminuido su tamaño hasta ser del tamaño de un móvil.

En la actualidad, se están estudiando posibilidades tales como sangre o piel artificial, espermatozoides cíborg y otras nanomáquinas que actúan a modo de cirujanos en miniatura, o tatuajes capaces de medir nuestra glucemia. Pero aunque la deriva de la medicina siempre ha sido el suplir o sustituir funcionalidades perdidas por el cuerpo, la ciencia avanza hacia un cíborg ya no con funciones sustituidas, sino con nuevas funciones. El doctor Warwick, profesor de cibernética de la universidad de Reading, ha comenzado la experimentación con chips subcutáneos para realizar pagos en negocios o controlar la domótica del hogar, incluso ha perfeccionado mecanismos de comunicación inalámbrica entre individuos y con máquinas.

La deriva de la medicina siempre ha sido el suplir o sustituir funcionalidades perdidas por el cuerpo.

Es un hecho que a día de hoy no encontraremos a ningún androide en una azotea y lo más parecido que podremos encontrar será un antenista profesional con un implante de rodilla y una bomba de insulina, relegando a Blade Runner al género de la distopía. Habrá que esperar a 2039, fecha de la secuela, para ver si estamos más cerca de encontrarnos ante la presencia de replicantes indistinguibles del ser humano o de cíborgs humanos indistinguibles de máquinas. Sutiles diferencias que, al fin y al cabo, se perderán como lágrimas en la lluvia.

Referencias

—Philip K. Dick. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Editorial Minotauro
—Philip K. Dick. Tony Parker ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Norma Editorial
Medicina, la historia visual definitiva. Editorial Penguin Random House
—Kim Norton. Un breve recorrido por la historia de la protésica. In Motion. Noviembre/Diciembre 2007
—Phillip R. Seitz.  French origins of the cochlear implant. Cochlear Implants Int. 2002
From a heart in a backpack to a heart transplant 
The Cyborg: Kevin Warwick is the World's First Human-Robot Hybrid

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