Herón de Alejandría: no es magia, es… ingeniería

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Herón de Alejandría se puede considerar el mayor inventor de su época. Matemático e ingeniero, escribió tratados de mecánica, neumática, óptica o geodesia, entre otros. Además, diseñó multitud de artefactos mecánicos. La verdad, no parece que viviese en la época helenística.

TEXTO POR ESTRELLA MORAL ORDÓÑEZ
ILUSTRADO POR LUCÍA EJARQUE
ARTÍCULOS
HISTORIA | INGENIERÍA
23 de Mayo de 2019

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Siento un escalofrío que recorre mi cuerpo. El primer día del inicio del turno hay que tener en cuenta todos los detalles y no olvidar nada. Repasar el afeitado de cabeza y cuerpo, lavarse a la entrada, adentrarse por estos pasillos oscuros y fríos. La ropa de lino no me ayuda; aunque es fresca afuera, aquí adentro poco me protege. Por fin llego a la zona donde está el dios Serapis, al que los sirvientes dejan comida sobre el altar. Espero a que el sacerdote que me acompaña comience la lectura para la ceremonia de apertura de la boca. Voy siguiendo sus palabras con mis gestos, como una coreografía que hubiéramos ensayado. Parece que entro en trance con su voz resonando en mi cabeza, rebotando en la estancia. Acaba la ceremonia.

Al acabar la ceremonia, agradezco salir a la luz de Alejandría. En pocas horas tendré que volver al templo para realizar la segunda comida ritual del día. Mientras, decido pasear por las calles dejándome llevar por el bullicio de la población y entrar así en calor. Es un espectáculo poder observar gentes tan variadas: griegos, turcos, sirios, romanos, egipcios, incluso judíos. Al otro lado se ve el faro. Dicen que es tan alto como la pirámide de Guiza en El Cairo. Mis ancestros ptolemaicos fueron unos magníficos arquitectos. Reconozco que me siento orgulloso de mi genealogía, no puedo evitar que se me escape una sonrisa de satisfacción. Sigo deambulando por la calle a pesar de haber entrado en calor con facilidad. Me llama la atención un templo griego que están construyendo. Ellos no son como nosotros. Aunque tienen también muchos dioses, con nombres muy extraños —por cierto—, hacen ceremonias diferentes y un tanto más sangrientas. Lo que siempre me llama la atención de sus templos es que suelen tener un altar fuera pero dentro del santuario. No lo entiendo. Costumbres, supongo.

Herón trabaja en el Musaeum, el museo anexo a la Biblioteca de Alejandría, y que inventa maquinas, muñecos que se mueven con engranajes y adminículos por el estilo para enseñar a sus alumnos.

Este templo no se ve muy grande y el altar afuera le da un aire serio, contundente. Un griego intenta encender un fuego en el altar, le cuesta. Veo que hay más griegos arremolinados mirando cómo se esfuerza. Finalmente lo consigue. Los espectadores parecen esperar algo, no sé qué. Espero a ver qué ocurre. Nadie habla. De repente, las puertas del templo se abren lateralmente y se oye el suspiro de sorpresa y alegría de los presentes. No puedo negar que estos griegos me siguen sorprendiendo. Les gusta jugar con artefactos tanto como a nosotros. Está claro que desde dentro nadie ha abierto las puertas. Por lo que algún artilugio habrán inventado para ello. El mismo hombre que encendió el fuego, lo apaga y mira a sus espectadores, asintiendo. Después de lo visto, intuyo lo que va a pasar. Efectivamente, a los pocos minutos las puertas se cierran sin ayuda de humanos. Quizás un griego pueda pensar que es acción de los dioses, pero como egipcio, y además como sacerdote, sé que este hecho es cuestión de algún invento. De hecho, ahora que lo recuerdo, mi hermana me habló del primo de su marido, un griego que hace artilugios raros de esta índole. Creo que se llama Herón. Mi hermana me dijo que ese tal Herón trabaja en el Musaeum, el museo anexo a la Biblioteca de Alejandría, y que inventa maquinas, muñecos que se mueven con engranajes y adminículos por el estilo para enseñar a sus alumnos. Quizás ese griego haya sido el responsable de lo que ha ocurrido ante mis ojos.

Aunque los espectadores se han ido, el griego responsable del fuego parece inspeccionar las puertas de entrada del templo con atención.

—Parece magia que se hayan abierto por si solas, ¿verdad? —le digo al hombre mientras levanto la mano derecha al modo griego de saludo.
—Por eso me llaman el mago —me contesta divertido al mismo tiempo que me observa—. Es lo que puede parecer —continúa—, pero no lo es. No sabía que a un egipcio le interesara el funcionamiento de los templos griegos.

Está claro que debe ser un estudioso, es un buen observador, y al mismo tiempo tiene un punto de vanidad.

—Bueno, los egipcios desde hace siglos usamos técnicas sofisticadas y tenemos estudiosos. Pero he de reconocer que, aunque no me haya sorprendido, sigue siendo un disfrute ver el resultado de usar mecanismos escondidos. ¿El mecanismo está dentro del templo? —pregunto con curiosidad.
—Creo que es la primera vez que un sacerdote egipcio me alaba —sonríe abiertamente—. El mecanismo se encuentra bajo tierra. Es el fuego del altar el que provoca que la magia. Las puertas poseen bajo tierra unos goznes con cadenas que se enrollan y desenrollan al llenarse o vaciarse una bolsa de cuero por el aire que calienta el fuego. Al iniciarse una ceremonia, se enciende el fuego en el altar —explica señalando con las manos—, el aire se calienta, baja por un tubo a la bolsa de cuero, la llena y provoca que se abran las puertas usando pesos intermedios. Cuando se apaga el fuego, el aire sale vaciando la bolsa y finalmente cerrando las puertas.

Esquema del diseño. The Pneumatics of Hero of Alexandria

—Ingenioso, muy ingenioso —contesto complacido.
—Actualmente estoy escribiendo un tratado en el que explico el funcionamiento de este y otros mecanismos que se accionan con fuego en un altar: produciendo sonidos al abrir la puerta de un templo, autómatas que danzan o incluso libaciones de vino hechas por estatuas. La neumática es un campo apasionante y útil.

Verdaderamente este griego es ocurrente.

—Hace poco construí un artefacto con el que se puede comprobar la fuerza que tiene el agua cuando se convierte en vapor. Lo he llamado eolipila. Mis alumnos disfrutan mucho al ver cómo la esfera por la que sale el vapor da vueltas continuamente a gran velocidad — explica entusiasmado.

Eolipila o máquina de vapor. The Pneumatics of Hero of Alexandria

—Entonces, no solo trabaja en la construcción de templos griegos… —reflexiono en alto.
—En efecto. Trabajo en el Musaeum, allí tenemos a los mejores alumnos y ellos tienen a los profesores más sabios —afirma con una sonrisa de satisfacción y gesto de seguridad—. Enseño, investigo, construyo artefactos y, a veces, tengo encargos para templos como este o para otros edificios oficiales griegos. Actualmente tengo un encargo para construir un teatro con autómatas que realicen una representación por sí solos. Aunque pienso añadir otros elementos como barcos y animales y, por supuesto, efectos sonoros. Seguro que si introduzco bolas de metal en…

El sabio se queda ensimismado en el proceso de creación. Siguiendo su línea de visión imaginaria miro al cielo, comprobando que la inclinación del sol es la suficiente para que en poco tiempo tenga que celebrar la segunda comida ritual. Tengo que volver. No me despido. Sería cruel romper el proceso de invención que tiene ese griego en la cabeza.

El mecanismo se encuentra bajo tierra. Es el fuego del altar el que provoca que la magia. Las puertas poseen bajo tierra unos goznes con cadenas que se enrollan y desenrollan al llenarse o vaciarse una bolsa de cuero por el aire que calienta el fuego.

Avanzando entre la gente de la calle me doy cuenta que no he llegado a preguntarle a ese hombre cómo se hace llamar. El mago, ha dicho que le llaman. Curioso oficio le han asignado a este hombre de carne y hueso, que explica el funcionamiento de mecanismos complejos más rápido que el sacerdote lector que me acompaña recita las fórmulas sagradas.

Tengo que purificarme antes de entrar. Los sirvientes preparan los alimentos de la ofrenda. El sacerdote lector que se lava también. Me acuerdo del griego con el que he conversado antes. Avanzamos hacia la cámara para la ceremonia.  Entramos en la sala de ofrendas. Mientras que un sirviente fumiga con incienso, viene a mi mente la revelación. Ese griego era Herón.

Referencias

—Woodcroft, Bennet. 1851. The Pneumatics of Hero of Alexandria. Taylor Walton and Maberly Publishers
—Bruit, Louise & Schmitt. 2002. La religión griega. Ediciones Akal

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